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YAMIL DARWICH

Un principio de la administración general y de planeación estratégica dice que "sólo el cambio es permanente" y el mundo le está dando la razón con los eventos transformadores que se han presentado en los últimos cincuenta años.

Habrá que señalar la importancia del paso tecnológico de la humanidad, al emigrar en su tecnología del bulbo y transistor al chip electrónico y la computación; además, la importancia de la investigación científica en campos como la salud, energía y comunicación.

El mundo cosecha más alimento que nunca, hasta llegar a tener remanentes que tristemente son destruidos y tirados al mar para sostener los precios; la esperanza de vida se ha elevado hasta rozar los cien años, gracias a los descubrimientos en la fisiología médica, incluida la genética y la inmunología; las técnicas de construcción han revolucionado al punto de encontrar métodos y materiales que permiten hacer casas habitacionales en muy pocos días, a bajo costo, siendo menos agresivas a la ecología.

En el tema de la educación, incluida la superior, estamos muy cerca de abatir el analfabetismo mundial y el conocimiento general es mayormente compartido. Lo triste es que esos beneficios no llegan a todos los seres humanos y quienes sí los alcanzamos ¡no somos más felices!

Vendrán nuevas aplicaciones tecnológicas de la ciencia, más descubrimientos y, sin duda, los mayores seguiremos sorprendiéndonos con lo vertiginoso del cambio y los jóvenes casi ni lo notarán. Así es la condición humana.

Para el presente siglo, se esperan mayores adelantos de la ciencia médica y consecuentemente más salud y expectativas de vida, pero no todo es buena noticia, ya que habrá de atender a más viejos con apoyos asistenciales y, al envejecer el mundo, los llamados "bonos de edad" se transformarán en desventajas para las economías de estado; de hecho, países como Japón ya sienten las consecuencias.

La vida de convivencia también se modificará.

Las comunidades requerirán servicios para dos grandes grupos poblacionales: los viejos y los jóvenes, trayendo dificultades en la descripción, legislación y aplicación de leyes locales y nacionales.

Otro efecto se sentirá en la productividad, en un escenario donde los mayores competirán con los jóvenes por puestos de liderazgo, creándose "cuellos de botella de escalafón" con consecuencias negativas en el clima laboral.

Si ahora sufrimos por las migraciones de países pobres a ricos, el fenómeno aumentará, a pesar de los radicales que se opondrán con la fuerza bruta. Este fenómeno afectará los costos de productividad y podrá generar problemas de desempleo con círculos viciosos en relación a ingresos personales -ley de oferta y demanda- y provocando problemas sociales. Otro efecto será la aparición de nuevos suburbios pobres y cinturones de miseria, por el traslado de personas del medio rural al urbano, quienes requerirán servicios públicos que exigirán y no podrán pagar. La Laguna ya está cubriendo el precio y para confirmarlo, basta que usted lea los periódicos locales.

Muy probablemente la macroeconomía mostrará avances importantes y los países contarán con mayores ingresos; sin embargo, en la microeconomía no se sentirá la mejora y quizá se agudice la incapacidad para cubrir los mínimos necesarios en salud, vivienda, alimentación y educación, incrementando la estadística de pobres y míseros.

Ya ha aparecido un macrocírculo negativo, en donde la pobreza favorece la migración que a su vez creará problemas económicos a los países receptores y pudieran provocar problemas sociales raciales, como los observados en Europa o los EUA. El ejemplo ya lo conoce, recuerde las locuras del sheriff Arpaio de Nuevo México y las decisiones desventuradas del gobernador texano Perry.

El mundo se globalizará aún más y aparecerán grandes bloques: el occidental encabezado por los EUA y Europa; otros, organizados con los países que insisten en un sistema político socialista-comunista-dictatorial; y muchos, que navegarán entre la pobreza y la inestabilidad política, ubicados principalmente en África y Centroamérica.

La contaminación ambiental y la depredación deberá contenerse, no por la conciencia humanista, sino por la conveniencia de los poderosos. El mundo tendrá que encontrar un nuevo sistema económico que rompa con el petróleo como eje de producción y desarrollo.

Las nuevas alternativas de energía renovable, sustentable y no contaminante tendrán un papel preponderante y los grupos ambientalistas exigirán serán atendidos, si acaso logramos vencer la voracidad de los más ricos.

México deberá tomar decisión sobre cuál camino debe elegir; unirse, aún con un bajo perfil, al grupo dominante occidental o bien mantener el desorden, que podría llevarnos al sistema de narcosociedad, camino que estamos tratando de enderezar.

No tengo la menor duda de que nuestras autoridades conocen estudios del tema y pronósticos del mismo, pero temo que los ciudadanos comunes y corrientes aún no estemos preparados para reaccionar.

Seguir sin participar en la decisión nacional o tomar medidas, marcará nuestro destino. ¿Que quiere para el futuro?

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