Columnas la Laguna

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

"¿Con qué frecuencia hace usted el amor?". Eso le preguntó el doctor Ken Hosanna al maduro caballero en quien advirtió síntomas de lo que en francés se llama surmenage, vale decir agotamiento físico y mental. Respondió el paciente: "Hago el amor cuatro veces al año. Cinco, en los años buenos". El facultativo tuvo que reprimir una sonrisa. Comentó: "No me parece mucho". "Lo es -replicó el consultante- si se toman en cuenta tres factores. Tengo 70 años de edad. Siempre he sido tímido con las mujeres. Y soy obispo". Jolilo era un bueno para nada. Más güevón que la quijada de arriba, en toda su desgraciada vida no completaba un turno de 8 horas de trabajo. Estaba casado con mujer joven y guapa que sufría a su lado hambres y necesidad. El haragán tenía un hermano rico. Cierto día le puso un mensaje: "Estoy en el último extremo de la necesidad. Si no me remites de inmediato 10 mil pesos asesinaré a mi esposa y en seguida me suicidaré". Le contestó el hermano: "Te mandaré 5 mil. A tu mujer no la toques: antes de suicidarte envíamela". Aquel muchacho se veía inquieto y desasosegado. Su padre le preguntó a la mamá del chico: "¿Qué le sucede?". Contestó la señora: "Está pensando en casarse". "Entonces no nos preocupemos -la tranquilizó el señor-. Un hombre que piensa no se casa". Muy puestas en razón estuvieron las palabras del general Salvador Cienfuegos, secretario de la Defensa Nacional. En efecto, la función original del Ejército ha sido desvirtuada. Que eso haya sucedido por fuerza de las circunstancias explica la irregularidad, pero no la justifica. En efecto, la desastrosa guerra -perdida de antemano- que por quedar bien con nuestros vecinos del norte desató Felipe Calderón, y que ha cobrado decenas de miles de víctimas, hizo que los soldados, marinos y elementos de la Fuerza Aérea tuvieran que salir de sus cuarteles a realizar funciones policíacas que no les corresponden. Así mostraron una vez más su lealtad a las instituciones y su vocación de servicio a la República. Su entrega y patriotismo, sin embargo, no son reconocidos; antes bien por obra de una insidiosa propaganda fincada en la mentira y el maniqueísmo esos defensores de la sociedad son vistos por algunos como los villanos de la película, en tanto que los delincuentes reciben a veces indebida protección -los Derechos Humanos, sabe usted- y con frecuencia escapan a la acción de la justicia merced a argucias de leguleyos o a causa de la lenidad o corrupción de malos jueces. Las demandas que plantea el secretario de la Defensa no entrañan en modo alguno una actitud de confrontación: son justa exigencia de un marco de legalidad que a más de precisar los alcances y límites de las acciones militares evite las iniquidades de que son víctima quienes arriesgan su vida para proteger las de los ciudadanos. Los señalamientos del general Cienfuegos deben ser escuchados y atendidos. Don Sinople, el marido de doña Panoplia de Altopedo, le dijo con orgullo a su compadre: "La revista 'Monadas' dice que mi esposa es la mujer mejor vestida de la ciudad". "Es cierto -confirmó el otro-. Se viste muy bien. Pero muy despacito". Pirulina le anunció a su novio que estaba ligeramente embarazada. "¿Cómo es posible? -se asustó el muchacho-. ¡Tú me dijiste que no había peligro!". Explicó ella: "Es que antes tuve una experiencia igual, y pensé que ya había quedado inmunizada". Un tipo le dijo a su amigo: "Mi señora siente asco y antojos". Opinó éste: "Ha de estar embarazada". "No -repuso el tipo-. Siente asco de mí y se le antojan su maestro de yoga, el profesor de tenis, su entrenador del gimnasio, el hijo del vecino.". FIN.

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