Comisión de Historia
Uno de los pocos edificios que fueron proyectados a principios del siglo XX por profesionales de la arquitectura fue el que alberga la negociación llamada La Ciudad de París y que es una muestra clara del buen gusto de su propietario, en él se utilizó cantera -seguramente de Durango- viguetas de hierro, ladrillo fabricado en nuestra región y madera. La superficie donde se construyó en 1909 consta de 480 metros cuadrados y había sido adquirido seis años antes por el comerciante Justìn Felicièn Nicolàs Chabot, conocido en La Laguna simplemente como Feliciano Chabot.
El señor Chabot inició su fortuna al lado de su coterráneo Sebastián Arnaud; entre los dos crearon, a partir del 15 de agosto de 1890, la razón social Chabot y Arnaud para poner al servicio del público lerdense la tienda La Ciudad de París. El negocio se dedicó al comercio de ropa y telas de gran calidad. La hoy ciudad de Lerdo era entonces el lugar donde habitaban las personas con mayores recursos económicas como agricultores y comerciantes.
Pero la sociedad con Arnaud terminó 11 años después ya que habían suscrito una cláusula que estipulaba que al contraer matrimonio alguno de ellos ésta finalizaría. Y efectivamente, el señor Chabot contrajo matrimonio en Montpellier, Francia, el 26 de septiembre de 1901 con la señorita Juliette Suzanne Helene Michel, vecina de ese lugar.
Desde la construcción del edificio, se creó, a partir del 21 de mayo de 1909, una nueva sociedad a la que se conoció como Feliciano Chabot y Compañía teniendo como socios al citado Chabot y Bienvenido Bellier, éste había venido fungiendo como su apoderado desde 1904.
La sociedad entre Chabot y Bellier terminó cinco años después. A partir de entonces Chabot se trasladó a su patria francesa, aquí habían nacido ya sus primeros hijos. Cinco años después soñaba con volver para atender el negocio pero el movimiento revolucionario se le impidió en 1914 y el evento tuvo que aplazarse hasta el siete de abril de 1917. En ese momento el edificio fue valuado en 50 mil pesos oro nacional teniendo 480 metros cuadrados, constaba de diez habitaciones en la planta alta y un salón en la baja, patio y dos bodegas.
Todo apunta a creer que, otra vez, el señor Chabot regresó a Francia dejando en arrendamiento el edificio y el uso del nombre La Ciudad de París a la sociedad F. Chabot y Cía. Sucr. fundada en 1917 y como socio principal al señor Julio Tumoine que, en diferentes fechas, se asociaría con los señores Mauricio Matbonet, Julio Ugarte y Bienvenido Simón para explotar tan redituable negocio.
Al fallecer Chabot, el tres de enero de 1935, su esposa e hijos (un hombre y tres mujeres) se convirtieron en herederos y por lo tanto en propietarios de los bienes del comerciante francés.
Dos bienes de gran valor tiene entonces la empresa: la razón social que goza de gran renombre y el inmueble en sí que es una obra de arte. La razón social fue adquirida por Julio Tumoine a los herederos de Chabot, avecindados todos en Francia pero decidió venderla, en 1936 al grupo familiar encabezado por Andrés Reynoard quien 16 años después obtuvo también el inmueble en 550 mil pesos.
Los nuevos poseedores de la razón social y del inmueble constituyeron, el uno de julio de 1954, con un capital de cinco millones de pesos, por el término de 99 años, la sociedad La Ciudad de París, SA., cuyos socios fueron: Andrés Reynoard Michel (49 por ciento), Andrés Baille Bouveris (32 por ciento), Juan Augusto Reynoard Michel (15 por ciento), María Calderón de Baille (dos por ciento) y, Michel Andrés Reynoard Baumgarten (dos por ciento).
Como se observa, Andrés Reynoard era el accionista más importante, procedía de una familia de agricultores por parte de padre y comerciantes por parte materna. Nació en 1901 y se educó en una escuela lasallista de Exon, Provenza en la región francesa conocida como Barceloneta. Al ser reclutado su padre, para combatir en la Primera Guerra Mundial, y apenas con 13 años de edad el joven Andrés se puso al frente de las tierras. Con la preparación que le dieron sus estudios en el Liceo y la influencia de sus tíos maternos, también comerciantes, el barceloneta se trasladó en 1919 a nuestro país, específicamente a Guadalajara, donde vivió el periodo 1919-1936. Durante cinco años se dedicó como comisionista a recorrer todo el noroeste del país ofreciendo a los comerciantes la ropa y telas que se ofrecían en Las Fábricas de Francia, tienda que pertenecía a la Fourtoul, Bec y Compañía, empresa donde Andrés llegó ?con el tiempo? a ser socio.
Las Fábricas de Francia, establecida en Guadalajara, era una gran tienda de novedades, fundada en los años setenta del siglo XIX, situada en el barrio más rico de La Perla de Occidente, se encontraba entre los edificios más notables de la Republica. Era un lugar donde había prendas de excelente calidad, gusto exquisito y bajo precio, lo que la llevó a ganarse a la clientela más elegante de la ciudad y de sus poblaciones vecinas. La Fourtoul Bec y Compañía poseía también una gran fábrica de bonetería donde se confeccionaban: medias, zapatos, chalecos y colchas que se exportaban a toda América. De tal manera que la escuela comercial experimentada por Reynoard le sirvió como base para operar con éxito en La Laguna.
Es probable que a partir de que el edificio de La Ciudad de París pasó a ser propiedad del grupo Reynoard y Baille el lugar empezó a lucir el letrero ?Fundada en 1874? que sustituyó al de: ?F. Chabot y Cía. Sucr? que seguramente había sido grabado desde 1917. Es evidente que la nueva inscripción obedeció a la fundación de la empresa Fourtoul Bec y Compañía pues La Ciudad de París se fundó en 1890 y la hoy ciudad de Torreón, en 1874, no pasaba de ser un rancho que apenas empezaba a reconstruirse después de que la avenida del Nazas en 1868 lo había dejado deshecho.
Una característica tuvo la tienda: los productos que vendía eran para consumo de la clase pudiente de la región; a ella acudían las damas y caballeros a surtir lo mejor que los modistas internacionales dictaban. Bien podía haber crisis y la negociación no dejaba de vender porque, a las claras se sabe, que la clase pudiente siempre tiene superávit para cubrir sus necesidades aún en momentos críticos de la economía.
El año de 1984 don Paco Martín Borque adquirió el derecho de usar el nombre y tomó en arrendamiento el hermoso edificio. Ahí puso al servicio del público las prendas y telas que la generalidad del público lagunero necesita. En 1986 seguía siendo una tienda cómoda, elegante, con 140 empleados, 3,800 metros de piso de venta, contando con sótano, primer piso y segundo piso.
Al paso del tiempo la empresa ha crecido y hoy existe una cadena con ese nombre y así encontramos tiendas La Ciudad de París en Monterrey, Durango, Saltillo y Torreón. Actualmente el edificio sigue siendo propiedad de la descendencia familiar Reynoard y Baille.
Para los enamorados de la imagen citadina, el edificio que Chabot mandó construir es un elemento del entorno urbano muy importante y pensamos, al contemplar su vieja cantera adornada con elementos de la escuela francesa de principios del siglo XX, que si cuando menos se lograra que volviera a lucir su fachada restaurada tal y como lució desde su construcción, sería una obra que beneficiaría a la imagen de nuestra ciudad y además, una muestra de amor a la arquitectura y sobre todo, a la comunidad que ve cómo muchos edificios con claras muestras de valor artístico e histórico van siendo eclipsados por la falta de conocimiento y conciencia de sus propietarios. El edificio de La Ciudad de París merece eso y más. Esperamos que cuando la ciudad esté cumpliendo 100 años de serlo el edificio nos muestre su cara más bella para solaz de los laguneros y de los miles de visitantes que llegarán como producto de los múltiples eventos que se organizarán durante las fiestas del Centenario.
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PIE DE FOTOS:
La fachada del edificio de La Ciudad de París antes y ahora. Litografía tomada del IMDT, fondo Presidencia, serie Extranjería, expediente de Michel Andrés Reynoard; la foto actual fue tomada por el autor del artículo.
