Columnas Social

PEQUEÑAS ESPECIES

UN DÍA PARA OLVIDAR

MVZ FRANCISCO NÚÑEZ GONZÁLEZ

Estaba por cumplir un año de haber egresado de la escuela de veterinaria, ni por la mente me pasaba sobre el cambio que daría mi vida en aquellas regiones de Durango.

Para esas fechas, ya me había dado a conocer como veterinario rural, y afortunadamente, tenía trabajo atendiendo todo tipo de animales, principalmente especies mayores.

En una ocasión, me hablaron para ir a una consulta a una localidad llamada Vicente Guerrero, a unos cuantos kilómetros de donde era mi centro de trabajo, Súchil, Durango. Se trataba de un potrillo de más del año de edad de unos 150 kilogramos de peso, su problema era una "bola" en el vientre, lo revisé y se trataba de una hernia umbilical, la única solución era la cirugía, así que lo programé y sobre todo les pedí gente para inmovilizar a mi paciente. Recuerdo que me dijeron que por eso ni me preocupara, ya que la familia era muy numerosa y sobraría ayudantes para apoyarme en la operación.

Como era una cirugía programada, se encontraba todo listo cuando llegué a la casa de mi paciente, el quirófano era en un patio rodeado de frondosos arboles y un suelo empedrado con olor a tierra mojada, se trataba de una casa antigua típica de esa región, el patio tenía alrededor grandes arcos que alojaban las recamaras y abundantes plantas en enormes macetas, todo recién regado y bastante limpio.

Efectivamente, los hijos del dueño del potrillo fueron suficientes ayudantes para la cirugía, jóvenes fuertes y respetuosos curtidos por el sol y el trabajo del campo. En aquellos años, utilizaba una anestesia de medicina humana, ha evolucionado bastante el campo de la farmacología, que no es lo mismo la medicina de hoy a la de hace cuarenta años, menciono esto por respeto a los colegas especialistas en caballos.

Sólo pasaron algunos segundos de que apliqué la anestesia por la vena cuando el potrillo cayó repentinamente, cuidando que la cabeza no golpeara contra el suelo, se amarraron las extremidades anteriores y se sujetaron a cada ayudante por la cintura, lo mismo se hizo con las posteriores, no sin antes hacerles recomendaciones que las cuerdas no las fueran a soltar, pues yo estaría trabajando en medio de las cuatro extremidades y una coz de estos animalitos era de graves consecuencias, aunque hubiera preferido eso a lo que me aguardaba el destino.

Recuerdo que casi para terminar la cirugía, uno de mis ayudantes de las patas traseras aflojó la tensión de la cuerda, y como el potrillo se encontraba casi consciente, de un certero golpe el par de pezuñas fueron a dar a la espalda de uno de los ayudantes, afortunadamente no hubo nada que lamentar.

Todo salió a pedir de boca en la cirugía, incluso prepararon una comida especial, no sé si en mi honor o a la del potrillo que había salido bien de la operación. Recuerdo muy bien que me negué a tomar una cerveza como aperitivo antes de la comida y me extrañó mi negativa, pues me gusta acompañar la comida con una bebida, tal vez presentía algo.

Al salir de la casa del paciente, decidí dirigirme a la ciudad de Durango, mi transporte era un vehículo pick up que se encontraba en condiciones regulares, el cielo empezaba a nublarse y poco después la lluvia cayó intensamente, la velocidad que llevaba era moderada, con la carretera húmeda y un vehículo en condiciones regulares tenía que conducir con precaución. Al pasar por un lugar llamado Nombre de Dios, repentinamente se introdujo a la carretera una enorme vaca, traté de frenar paulatinamente para que el vehículo no se ladeara, pero desafortunadamente así sucedió e invadí carril contrario cuando venia un enorme camión de carga y fui a impactarme frente a él.

El percance fue algo severo y hasta después de un año me incorporé a mis actividades por algunos problemas en una de mis extremidades, me apoyaba en un par de muletas para caminar que fueron mis compañeras inseparables por un año, visitaba ranchos ganaderos, conducía y hacia mis actividades normales relacionadas con mi trabajo diagnósticos de gestación, castraciones, cesáreas, etc.

Aquellos colegas que a diario visitan granjas, establos y agostaderos, que gran parte del día lo utilizan conduciendo para trasladarse a sus trabajos, coincidirán conmigo que a la carretera siempre se le tendrá un respeto especial y sobre todo mucha precaución.

Pasaron los meses y después de otras cirugías recuperé mi salud, seguía conduciendo tres horas diarias para desplazarme a lo que era mi área de trabajo, afortunadamente tenía veintitantos años de edad y no dejaba de trabajar ni los domingos. Conducir horas en la carretera me servía para meditar y pensar, dentro de algunos años no voy a contar con la misma fortaleza para hacer mi trabajo, los años pasan volando y cuando menos pensamos llega el otoño a nuestras vidas y fue cuando me decidí realizar una especialidad y dedicarme a las pequeñas especies, tener un lugar fijo de trabajo sin conducir fuera de la ciudad.

Fue una mala experiencia mi accidente, pero estoy completamente seguro que mi vida cambió para bien, sé que el hubiera no existe, pero si no hubiese sucedido ese accidente, tal vez no me hubiera dedicado a las pequeñas especies que es mi gusto y mi vida. O tal vez aún estuviera en aquellos lares disfrutando del campo y atendiendo todo tipo de especies animales y tal vez hasta casado con una campirana oriunda de esas hermosas poblaciones de Durango.

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