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Corrupción sin partido

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SERGIO SARMIENTO

Leo en Twitter un mensaje de Fernando Belaunzarán, exlegislador del PRD, quien cita una frase del expresidente del PRD Agustín Basave: “Hay muchas razones para una coalición izquierda-derecha en México frente a la regresión autoritaria y la ingente corrupción”. Parecería un pensamiento positivo y lleno de esperanza, pero no puedo evitar ser crítico. La verdad es que esa alianza de izquierda y derecha no frenaría ni el autoritarismo ni la corrupción.

Uno de los grandes errores de nuestros políticos es pensar que con un poco de buena fe pueden resolverse todos los problemas del país, sobre todo si ellos ocupan el poder. La corrupción es siempre de los otros partidos, de los otros grupos, pero nunca de ellos. Ese pensamiento mágico, sin embargo, simplemente no funciona.

Belaunzarán y Basave han sido aliados en una batalla para lograr alianzas entre el PAN y el PRD para derrotar a candidatos del PRI. La idea es que es más importante impedir que el PRI siga ganando elecciones a tener gobiernos que incorporen a personas de partidos tan diferentes como el PAN y el PRD.

La alianza PAN-PRD tuvo, de hecho, grandes éxitos en las elecciones estatales de 2016, aunque en buena medida por los candidatos del PAN. El PRD no obtuvo ningún triunfo en solitario porque la izquierda se ha dividido ahora que Andrés Manuel López Obrador se ha llevado a sus simpatizantes a Morena.

Algunos de los candidatos que ganaron elecciones en este 2016 eran buenos y atractivos para el electorado. Otros no tanto. Pero al final lo importante es que un grupo de ellos recibió un mandato de los ciudadanos para tratar de crear nuevos gobiernos. Más que los triunfos del PAN o de la alianza PAN-PRD, lo importante es que en muchos de los estados hubo victorias de la oposición, incluso del PRI, como ocurrió en Oaxaca, donde el PRI estaba en oposición ante un gobierno, el de Gabino Cué, formado por el PRD y el PAN. Los resultados electorales de 2016 fueron una protesta contra la mayoría de los gobiernos sin importar su partido de origen.

Los ciudadanos tienen razón. No tiene mucho sentido culpar de la corrupción a un solo partido. Todos han tenido gobernantes más preocupados por llenarse los bolsillos que por ofrecer un gobierno honesto y eficiente. Pretender que el PRI tiene un monopolio sobre la corrupción es padecer de una miopía partidaria.

La corrupción no es un problema cultural, como lo ha afirmado el presidente Enrique Peña Nieto. Tenemos un sistema que promueve la corrupción por su exceso de burocracia, reglas discrecionales e insuficiente transparencia. El nuevo Sistema Nacional Anticorrupción pretende cambiar la situación, pero introduce más burocracia al sistema. Aun así, habrá que esperar a ver los resultados antes de juzgar el sistema.

Lo que no tiene sentido es pretender que crear alianzas entre la izquierda y la derecha puede vencer a la corrupción. Estas alianzas son un intento por conquistar el poder, que después genera problemas porque los grupos que participan exigen una participación en el gobierno a pesar de tener ideas completamente distintas. Para combatir la corrupción se requieren buenas instituciones apartidistas porque nuestros políticos, sin importar su partido, no saben abstenerse de la tentación cuando ocupan cargos de gobierno.

Twitter: @SergioSarmiento

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