Internacional Migrantes Sebastián Piñera Republicanos Migrantes EUA Acuerdo Fronterizo

Xenofobia, sus muchas caras

La discriminación y las agresiones contra los migrantes han aumentado en Europa y en América Latina. En Europa con la crisis migratoria que se ha presentado en los últimos años. En Estados Unidos como una constante que afecta principalmente a musulmane


Barrera. Dos niños migrantes lloran mientras otros refugiados intentan romper el cordón policial  para cruzar a Macedonia.

Barrera. Dos niños migrantes lloran mientras otros refugiados intentan romper el cordón policial para cruzar a Macedonia.

AGENCIAS

Eliminar la "peligrosa y dominante idea del multiculturalismo" y "suspender el derecho al asilo para los musulmanes". Con estas propuestas, el partido Alternativa por Alemania (AfD) superó en septiembre a la formación de Angela Merkel como ganador en las elecciones regionales de Mecklemburgo-Pomerania Occidental. Ante el crecimiento del racismo, la Oficina Federal de lo Criminal ya ha advertido que teme una ola de violencia durante 2017, cuando Alemania elige nuevo canciller.

Fue la nochevieja de 2016 la que aceleró esta dinámica. Hasta los últimos segundos de 2015, la mayoría de alemanes miraba con buenos ojos a los recién llegados sirios. Un millón de ellos había llegado en pocos meses como víctimas de la guerra, pero también con el tácito compromiso de servir de remplazo en una sociedad en crisis demográfica.

Y de repente, en las primeras horas de 2016, la noticia de que decenas de mujeres habían sido agredidas sexualmente en Colonia por extranjeros despertó el miedo al extraño que estaba latente. Pronto se demostró que sólo tres de los 58 asaltantes eran refugiados, pero el daño estaba hecho. Piscinas públicas como la de Bornheim prohibieron entrar a extranjeros, se multiplicaron los ataques a centros de asilo, y las manifestaciones xenófobas que ya se celebraban los lunes en Dresden se extendieron a todo el país.

Con cada atentado yihadista el rechazo ha crecido en toda Europa. El miedo a los sirios y afganos ha intensificado el disgusto que muchos europeos ya sentían ante los turcos, magrebíes o latinoamericanos que desde hace décadas residen en el continente, como los que fueron agredidos en Niza tras la masacre de este verano, cometida por un tunecino. No importan los millones de historias exitosas de integración. Tampoco que Londres acabe de elegir alcalde a Sadiq Khan, un musulmán de padres paquistaníes, o que Francia haya tenido varios ministros de ascendencia marroquí.

El Ministerio del Interior alemán asegura que los ataques a centros de asilo se han disparado desde los 63 de 2013 a mil 31 en 2015. El año pasado hubo 126 intentos de quemar estas residencias, amplía la ONG Pro Asyl. En cualquier momento se puede repetir el drama de Lübeck, donde en 1996 murieron 10 personas en un centro incendiado.

Según el gobierno, mil 400 inmigrantes fueron agredidos el año pasado por racismo, 42 % más que en 2014. "Nunca en la historia de la República Federal de Alemania hubo tantas agresiones racistas", asegura Selmin Çalkan, responsable regional de Amnistía Internacional (AI).

ALERGIA A OTRAS CULTURAS

La alergia racista en el país que absorbió 80 % de la ola de refugiados es consecuencia del miedo a otras culturas, pero también pesa el dinero. Los presupuestos han revelado que la crisis migratoria le costará a las arcas públicas 19 mil millones de euros en 2017. Por eso la mayoría de ataques son en las regiones del Este, las más pobres. Los servicios públicos están soportando una fuerte presión en un tiempo muy corto. Unos 60 mil menores han llegado sin familia. Se estima que el sistema educativo absorbió en 2015 a 250 mil extranjeros que no conocen el idioma y necesitan apoyos.

La emergencia humanitaria está empujando a toda Europa a un gasto extra en un momento de estrecheces, y eso ha alimentado respuestas xenófobas en ciudadanos que antes no lo eran, pero que se sienten perjudicados. Muchos desempleados no comprenden que Bruselas abone a Turquía 6 mil millones de euros para atención a refugiados hasta 2019.

A eso se le añade el rechazo visceral de países muy homogéneos y que no están acostumbrados a las minorías, sobre todo en el este del continente. Es el caso de Polonia, donde 88 % son católicos y la llegada de musulmanes es considerada una afrenta por su gobierno. Hungría celebró un referéndum el 2 de octubre en el que los ciudadanos se manifestaron contra las cuotas de reubicación de refugiados acordadas por la Unión Europea.

La Agencia de Derechos Fundamentales de la UE alertó en septiembre del aumento del fenómeno en todo el continente: pintadas nazis en Austria, amenazas en las redes sociales en Bulgaria... El gobierno liberal danés llevará estos días al Parlamento un plan para desincentivar que se sumen demandantes de asilo a los 27 mil que llegaron en año y medio al país. Incluye prisión incondicional durante dos semanas, uso de la fuerza y presencia policial opresiva en las zonas donde residen aquellos cuyas solicitudes de asilo se rechazaron.

Las encuestas indican que los españoles son de los europeos más abiertos a recibir refugiados (no así su gobierno, que ha acogido sólo 673 de los 16 mil a los que se comprometió). Pero eso no quiere decir que el rechazo al otro no exista. Lo explica Paula Guerra, voluntaria de SOS Racismo en Madrid que ha coordinado caravanas a Grecia en apoyo a los refugiados.

Paula vive en Lavapiés, un barrio bohemio y multicultural de Madrid con un 27 % de población extranjera. Allí empezó a preocuparse por la xenofobia antes de la crisis siria. "Me impresionaba la cantidad de identificaciones policiales por motivos de raza que veía en el barrio", explica. "La policía española para a mucha gente, normalmente hombres de raza negra o latinoamericanos, y les pide la identificación sin que hayan hecho nada. Me pareció intolerable".

A partir de su trabajo, Paula distingue dos tipos de racismo en el país. "Está el institucional, que se materializa en la negativa del gobierno a acoger a un contingente significativo de refugiados a pesar de la buena disposición de la población. Y luego está el racismo de determinados sectores de la opinión, que ha crecido. Las víctimas son sobre todo los musulmanes. Para determinadas personas ya no es un tabú lanzar mensajes contra ellos. Antes no se atrevían, pero se fomentó un clima en el que, por ejemplo en las redes sociales, tras cada atentado se criminaliza a todos los musulmanes, como si ellos fueran culpables o no sufrieran el terrorismo incluso mucho más que el resto de la población".

ESTADOS UNIDOS, CONTRA MUSULMANES Y LATINOS

Últimamente, hablar de xenofobia en Estados Unidos es hacerlo del candidato republicano a la presidencia. Gran parte del discurso de Donald Trump encarna las raíces más profundas del odio al extranjero: "Hago un llamado a un total y completo bloqueo de la entrada de musulmanes a los Estados Unidos" o "cuando México nos manda a su gente (…) traen drogas, traen crimen, son violadores" son los dos ejemplos paradigmáticos de una retórica que de a poco gana adeptos y se establece en la vida normal de una sociedad ya de por sí segregada de forma racial y que, desde hace un tiempo, ha enfocado su odio -principalmente- hacia musulmanes y latinos.

Estados Unidos, país de inmigrantes, ve cómo crece el odio al extranjero, al diferente. Según el Southern Poverty Law Center, que sigue la pista a los grupos de odio en el país, el número de colectivos antimusulmanes ha crecido 42 % desde 2014. Desde el cambio de siglo, y debido al incremento de la población inmigrante de origen latino y la tendencia demográfica de que los blancos serán minoría en EU a partir de 2040, el número de grupos de odio ha aumentado de forma "explosiva", con picos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 (11-S) y el inicio de la presidencia de Barack Obama, el primer negro en sentarse en el Despacho Oval.

No es que la xenofobia en el país haya empezado con Trump. El odio a musulmanes y latinos, justificado por el desafío y amenaza que suponen en términos de seguridad, tiene orígenes distintos. En el primer caso, la diferencia de religión se ha unido al factor terrorismo, algo que ha hecho incrementar la islamofobia, un sentimiento que, a cada atentado que se produce, escala. Ser musulmán es, en muchos casos, mal visto y genera desconfianza.

Los ataques contra mezquitas han aumentado en los últimos años: según el recuento del Council on American-Islamic Relations, en 2015 se produjeron 78 ataques a mezquitas en el país, un incremento de 390 % con respecto al año anterior. Hasta 10 estados tienen leyes redactadas con marcado carácter islamófobo.

En el caso de los latinos, la razón del odio es demográfica y económica. Las olas de inmigración llegadas a través de la frontera sur, la de México, han provocado un cambio en la composición de la población estadounidense.

Dentro de dos décadas, las personas de origen hispano serán mayoría en el país, convirtiendo los tradicionales blancos en la primera minoría racial. Su llegada como mano de obra poco cualificada y barata, muchas veces indocumentada, los ha convertido también en carne de cañón, pero no es algo nuevo: durante la Gran Depresión se deportaron más de 400 mil mexicanos; en la década de los 50, la Operación Espaldas Mojadas hizo lo propio con un millón de personas.

Para acabar con estas situaciones, las soluciones planteadas por Trump son un "examen extremo" de religiosidad y valores para unos, y la "construcción de un muro" que impida acceder al país para los otros.

Igualdad en América Latina

"No creo que la capacidad de discriminación sea propia de la naturaleza humana; al contrario, es una condición cultural y social", dijo Javier Buján, el titular del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), un organismo gubernamental argentino.

Buján dialogó en el contexto de la Cuarta Reunión Extraordinaria de la Red Iberoamericana de Organismos y Organizaciones contra la Discriminación (RIOOD), que se realizó aquí a fines de agosto para trazar estrategias conjuntas de lucha en la región. "Nuestro desafío en la RIOOD es hacer un mapa de discriminación de toda América Latina, con tablas e indicadores comunes", dijo Buján.

"Debemos construir una sociedad de convivencia, no de tolerancia. Hay sociedades que logran un mayor nivel de reducción de la discriminación y América Latina está haciendo un gran esfuerzo".

En Argentina, país que preside la RIOOD, una encuesta del INADI muestra que 46 % de los migrantes experimentaron discriminación en el ámbito laboral; 35 % en el ámbito educativo; 30 % en la calle; 10 % en los hospitales y 5 % en eventos sociales. "En cada contexto histórico, la sociedad pone en práctica un conjunto de clasificaciones que permiten a sus miembros identificarse a sí mismos e identificar a los otros", dice el informe.

Además, 77 % de los indígenas -o sus descendientes- experimentó en Argentina algún tipo de discriminación. En cuanto al conteo de las nacionalidades, los más discriminados son los bolivianos (44 %, según la percepción social, en una encuesta del INADI), luego los peruanos (22 %) y los paraguayos (18 %). "El fin de la discriminación es alcanzar la igualdad de oportunidades para todos y debemos trabajar con ese objetivo", dijo Buján.

América Latina no logra todavía acabar con la discriminación de afros e indígenas. En agosto, el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de Naciones Unidas examinó el caso de Paraguay y dijo que en ese país hay un caso de "discriminación estructural" contra indígenas y afroparaguayos. "Buscamos que el Estado aumente sus tareas para eliminar el analfabetismo y garantizar la educación para los niños indígenas y afroparaguayos", dijo Ismael González, analista en derechos civiles de la comunidad afro local. "Las condiciones de trabajo y vida no ayudan".

En Brasil, un informe reciente de Amnistía Internacional puso el foco en la violencia policial contra los negros. Según datos de acceso público, en la ciudad de Río de Janeiro, de los mil 275 casos registrados de homicidios cometidos por policías entre 2010 y 2013, 99.5 % de las víctimas eran hombres, 79 % negros y 75% de entre 15 y 29 años. "La afirmación de la policía de que las víctimas tenían vínculos con la delincuencia se convirtió a menudo en justificación recurrente para el uso de la fuerza letal", dice el informe. "El discurso oficial culpa a la propia víctima, estigmatizada por el racismo, la guerra contra las drogas y la criminalización de la pobreza". Para el especialista en seguridad pública Luiz Eduardo Soares, de Río de Janeiro, "en determinados territorios, los jóvenes negros sufren hasta 30 veces más de violencia letal". La reunión de la RIOOD en Buenos Aires contó con la visita de dos invitadas de lujo: Rigoberta Menchú y Shirin Ebadi, ambas Premio Nobel de la Paz.

Conmovida por la situación que viven los refugiados sirios en el mundo, Latinoamérica incluida, Ebadi, activista defensora de los derechos de las mujeres islámicas, dijo: "Cada país debe recibir al extranjero no sólo por un compromiso humanitario, sino también pensándolo como fuerza laboral activa. Si lo recibe de buen modo, el refugiado le dará todo".

... en las redes sociales, tras cada atentado se criminaliza a todos los musulmanes".— Paula Guerra Voluntaria de SOS Racismo en Madrid, España
Barrera. Dos niños migrantes lloran mientras otros refugiados intentan romper el cordón policial  para cruzar a Macedonia.
Barrera. Dos niños migrantes lloran mientras otros refugiados intentan romper el cordón policial para cruzar a Macedonia.

Leer más de Internacional

Escrito en: xenofobia

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Internacional

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana


Barrera. Dos niños migrantes lloran mientras otros refugiados intentan romper el cordón policial  para cruzar a Macedonia.

Clasificados

ID: 1271289

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx