EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

De lágrimas y cavernícolas

FEDERICO REYES HEROLES

A la memoria de Teodoro González de León, por su indomable rebeldía.

¿Cuál es la frontera? Voltaire dixit: odio a muerte lo que dices, pero defenderé a muerte tu derecho a decirlo... es el referente obligado. Pero ese ciudadano imaginario de Voltaire odia de forma pacífica, argumenta, quizá vocifera, convoca a oponerse a lo que considera una atrocidad, pero debe detenerse antes de llegar al agravio.

Cientos de miles de mexicanos, alrededor de 700,000 rindieron homenaje a Juan Gabriel. Cantaron, bailaron, dejaron escurrir lágrimas. Juan Gabriel era, además de un gran artista y compositor muy popular, un ícono en la lucha por la diversidad sexual, en contra de la intolerancia que él vivió. Fue también un actor muy relevante para el avance en la aceptación del otro, con todas sus consecuencias. Bellas Artes abrió sus puertas a su valor artístico, pero también a todas las implicaciones de su personalidad. No podía ser de otra manera. Un país que canta a Juan Gabriel en sí debe enorgullecer, pues la diversidad de causas siempre es señal de salud democrática. En política cualquier monolito debe preocupar.

"Desviados", acaso existe un solo rumbo, coordenadas morales únicas que suponen un solo puerto de arribo. Alguien tiene entonces la gran brújula, sólo algunos saben leerla y nos advierten de nuestras "desviaciones". Problema de "salud pública", o sea que debemos aceptar los designios de un grupo de privilegiados lectores del único rumbo de nuestra travesía vital y también su veredicto sobre nuestra salud moral. Debemos de exigirles que impongan ese rumbo para los que no pertenecen a su fe, para evitar a los "desviados". Son "Comités de Salud Pública", como en la Revolución Francesa, que buscan extirpar las formaciones malignas. Al mismo tiempo que Juan Gabriel era vitoreado la Arquidiócesis Primada convocaba a múltiples marchas en contra de los matrimonios igualitarios. En contra de los miembros de la comunidad gay y otras preferencias.

Por supuesto que todos tienen derecho a manifestar sus opiniones y creencias, pero hay una diferencia: la Arquidiócesis convocó a combatir a los "desviados", de los enfermos, a erradicar la peste. ¿De qué estamos hablando? No asombra que su postura sea contraria a la homosexualidad, lo que altera es lo cavernario de sus planteamientos. Hay así una esquizofrenia nacional, de un lado se manifiesta masivamente el amor y adoración a un líder y al mismo tiempo se llama a la oscuridad y purificación. Los cimientos de nuestra cultura política son endebles. Es el mismo país, son los mismos días del mismo siglo, por un lado se festeja la diversidad y por el otro se llama a la extirpación del mal.

Para algunos la correlación es innegable: a Enrique Peña Nieto la promoción de los matrimonios igualitarios le provocó un daño electoral terrible. Su partido ha sido, por lo menos, imprudentemente discreto en el apoyo a la postura. Se trata de una lucha de valores liberales que debería enorgullecerlos, deberían ser el dique a los ataques. Pero claro, los votos son los votos y la doctrina viene después. Es curioso porque uno de los legados insospechados de EPN será ese, un avance de principios avalado por la SCJN que coloca a México en un nivel de discusión diferente. Tan ha sido relevante el cambio para la vida pública que las consecuencias no terminan. Pasan los días, las semanas, los meses y la furia troglodita continúa. Pero de nuevo, ¿cuál es la frontera?

La eutanasia, el aborto, los matrimonios igualitarios, la adopción por parte de parejas del mismo sexo y otros, son temas clásicos de división y polarización social. Postergarlos lo único que logra es precisamente alejar el proceso de digestión que probablemente al final produzca las mismas divisiones. Encararlos genera una diferencia esencial: la consolidación de la palabra para el intercambio de ideas. El grado civilidad de una nación se muestra en la forma de argumentar. Convocar a la persecución de los enfermos, de los desviados, desnuda una barbarie discursiva muy preocupante. "Si una persona gay se acerca a Dios y tiene buena voluntad, quién soy yo para criticar", son las palabras del papa Francisco que por lo visto ha encontrado en el clero mexicano un lastre muy pesado.

La discusión no es sobre el fondo, difícilmente alguien puede poner el punto final. Es sobre los aplausos y lágrimas en Bellas Artes y la furia callejera y persecutoria en muchas ciudades. La homofobia tiene explicaciones y autoría. Esa furia provocada, azuzada por invitación estará allí, en alguna parte, esperando la oportunidad en una noche oscura, sin observadores para golpear, violar o matar a un ser humano que es sexualmente diverso. Esa violencia también se debe a los cavernícolas con sotana.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: Federico Reyes Heroles

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1264242

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx