Bloqueo. Policías de la Ciudad de México impidieron a los manifestantes, que exigían la renuncia de Enrique Peña Nieto, llegar al Zócalo capitalino en donde se llevaría a cabo la ceremonia tradicional del Grito de Independencia. (AGENCIAS)
Ayer se vivió un 15 de septiembre atípico en la capital de la República, con dos gritos: uno, el tradicional Grito de Independencia que encabeza el presidente de la República; y el otro, el grito de miles personas que salieron a la calle a exigir la renuncia de Enrique Peña Nieto.
Según cifras del Gobierno de la Ciudad de México, unos diez mil mexicanos unieron sus gritos ayer para exigir la renuncia del presidente Enrique Peña Nieto.
Convocados a través de redes sociales bajo la consigna #RenunciaYa, al Ángel de la Independencia llegaron oficinistas, estudiantes, familias, colectivos feministas, de la comunidad LGBT, campesinos, maestros y sindicalistas.
Pobladores de Atenco portaron machetes y corearon "Ni perdón ni olvido, ¡castigo a los asesinos!".
Adultos mayores acusaron dificultad para acceder a la salud y a las pensiones. "Desde hace dos años o más sufro que en el sector salud no hay medicamentos, no hay insumos. ¿Qué va a pasar con nosotros?", criticó un a mujer de 58 años.
Madres de los 43 normalistas marcharon con las imágenes de sus hijos alrededor de su cuello.
La movilización avanzó pacíficamente hasta que vio truncado su paso hacia el Zócalo, a la altura del Palacio de Bellas Artes, donde granaderos y policías de Tránsito impidieron su avance. Tras una hora de tensión y de lluvia, los manifestantes se dispersaron, insatisfechos por no llegar al Zócalo para que el presidente los escuchara gritar.
Más tarde, en punto de las 23:00 horas, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, encabezó el 206 Aniversario del Inicio de la Gesta Independentista, con la ceremonia de El Grito.
Convertida en una "zona cero", la mítica Plaza de la Constitución fue vigilada por elementos del Estado Mayor Presidencial, Policía Federal, y Secretaría de Seguridad Pública capitalina en todos sus accesos.
Adentro un grupo identificado como "servicio de alimentos" repartía bolsas con tortas, agua y una manzana para los asistentes. "Acarreados", les reclamaban algunos; otros simplemente tomaban su bolsa y regresaban a gozar del espectáculo musical.
