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El viaje de Iván

Vidas de sol

GABRIEL ACOSTA

Cuatro guitarras, un bajo, un teclado, una computadora y algunas pedaleras adornan el estudio musical que Iván ha logrado conformar a lo largo de los años. Nos invita a pasar al espacio en donde minutos antes escuchaba ritmos de batería que formarán parte de la canción de un reconocido artista cuyo nombre aún no se puede revelar. Un cuadro de U2 cuelga en la pared y sobre su escritorio destaca una pequeña colección de discos de vinil, que va desde Pink Floyd hasta Juan Gabriel. “Para que vean que lo sigo desde antes que se muriera”, bromea mientras se acomoda en su regazo su guitarra Ibanez blanca que parece rescatada de los años cincuenta.

Una guitarra en la pared

Iván Flores nació en Francisco I. Madero, Coahuila hace 34 años. Sus primeras referencias hacia la música fueron heredadas de sus padres, quienes le transmitieron la inquietud por el mundo de los sonidos.

“Mi papá es trailero. Viajaba mucho por toda la República y a veces yo lo acompañaba. Como los viajes eran muy largos —de 8 o 10 horas— teníamos que tener mucha paciencia en la carretera. Escuchábamos de todo, desde Ray Conniff hasta Santana, pasando por Juan Gabriel y Tropicalísimo Apache”.

Fue este último grupo causó un impacto fuerte en la vida de Iván cuando los vio tocar en vivo en un baile en Francisco I. Madero. “Veía cómo sonaba el grupo y era impresionante y lo siguen siendo. Son muy buenos músicos. Yo tenía como 8 o 9 años”. El niño que acudió a aquel show, después le rendiría homenaje a aquella banda, al incluir una versión nueva del tema Viento, en su disco Indiferente.

Cuando Iván era muy pequeño, su madre —con la esperanza de que algún día la tocara— le regaló una guitarra que por mucho tiempo permaneció inerte, colgada en la pared de su cuarto. La imagen funcionó como un mensaje subliminal para Iván y hoy aquel instrumento es su herramienta principal de trabajo, la que lo ha llevado a recorrer diversos escenarios y la que, finalmente, termina por pagar las cuentas de su casa.

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No te suelto más

La música se instaló en la vida de Iván no de una manera abrupta sino de una forma más suave y paciente, seduciéndolo de a poco. Durante su adolescencia estuvo de lleno en el deporte gracias al basquetbol, el cual fue otra de sus grandes pasiones. Llegó a formar parte de la Selección Coahuila y tuvo la experiencia de disputar torneos nacionales recorriendo distintas ciudades de la República.

“Yo jugaba todo el día todos los días, era mi pasión. Soy obsesivo. Entre más saltaba más me gustaba. Me quedaba colgado en el aro y participaba en concursos de clavadas”. Después llegaron las lesiones, las cuales disminuyeron su ánimo, y durante esos ratos donde no podía entrenar aprovechaba para acercarse más a la guitarra. “A los 17 años fue cuando comencé a tomar más la guitarra y no la solté. Ya no la solté más”.

Iván estudió por un tiempo la carrera de Administración de empresas y cuenta que fue durante su paso por la universidad en donde a través de talleres aprendió música de una manera más seria. Su paso fue breve esa escuela y decidió cambiarse a Ciencias de la Comunicación, en donde enfrentaría una de las situaciones más difíciles de toda su vida.

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Este no es el final

Cuando Iván tenía 20 años su madre enfermó de cáncer y murió tras 1 año y medio de lucha, lo que representó un parteaguas en su vida para dedicarse a profundidad en la música y un homenaje hacia una de las personas que le transmitió el valor de las canciones.

“Después de la muerte de mi madre yo decidí, así como en una epifanía, comprar una guitarra. Dije: voy a comprar una guitarra y me voy a poner a cantar en un bar. Conocía a muchos músicos de Torreón y empecé a tocar puertas. Tuvieron que pasar cosas muy fuertes para que decidiera aventarme de lleno”.

Iván dividía su tiempo entre la escuela y la música. Venía desde Francisco I. Madero, asistía a clases, salía de la facultad y se iba a tocar. Relata que tenía que quedarse en alguna tienda de conveniencia o en bancas durante la madrugada a esperar que amaneciera para tomar el camión de vuelta a su casa. “No dormía. Si lo hacía me robaban la guitarra o la mochila”.

Ante las dificultades, la música y los escenarios llegaron en forma terapéutica a sanar las heridas de Iván. "Cuando estoy ahí arriba en el escenario me olvido de todo. Me cura todo. Me siento muy feliz".

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Mr. Black

En los últimos años el nombre de Iván Black ha cobrado fuerza en la escena musical de La Laguna. El músico que se desvelaba esperando el amanecer para regresar a casa ha quedado atrás. Su pasión y hambre por convertirse en cantante profesional lo llevaron a grabar su primer álbum y compartir escenario con grandes artistas a nivel nacional.

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"La música ha sido un viaje para mí. Nunca me imaginé estar tocando con alguien reconocido. De los primeros artistas con los que estuve fue con Celso Piña en un escenario enorme en el Festival Julio Revueltas. También estuve con Alfonso André en un show muy íntimo y después toqué con Alejandro Marcovich quien me dejó muchas enseñanzas. Nos fuimos a comer, cargó a mi bebé. Cosas que no te imaginas en la vida", platica un emocionado Iván, quien cumplió el sueño de tocar con dos “caifanes”, uno de sus bandas favoritas durante la adolescencia.

La música también representa una responsabilidad sobre quienes la interpretan e Iván lo tiene muy claro: “Estás transmitiendo un mensaje, general o global. Lo que quieres decirle a la gente es muy importante”.

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Me gusta

Iván Black no es sólo música, también está la familia. De pasar de una vida nocturna, ha tenido que levantarse más temprano para atender el llamado de Gabriel, su hijo de ocho meses, quien sin aún saberlo le ha transformado la vida.

"Está bien chido ser papá, es increíble. Levantarme y ver a mi hijo todos los días es una emoción muy fuerte. Me ha hecho una persona más diurna, yo era un vampiro. He disfrutado la vida desde que él está conmigo. Son puras cosas positivas, la verdad".

Dentro del tema Me gusta, escrito para su disco Indiferente, aparece una letra que dice: "Me gusta ver tu sonrisa por la mañana y saber que siempre vas a estar junto a mí, queriéndote más y más", la cual compuso para su sobrina pero que ahora toma un nuevo significado tras convertirse en padre. "Yo creo que me pegó mucho ser tío, ver a alguien tan pequeño, que me animé a ser papá".

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Torreón Rock City

Pese a ser "chavesino", Torreón ha sido testigo de la carrera de Iván Black desde sus inicios. La vida nocturna ha albergado su voz y miles de personas han escuchado sus canciones recorriendo los bares de la región.

"Realmente donde me he forjado ha sido en Torreón. Como dicen: 'nadie es profeta en su tierra'. Tal vez me ha ayudado que sea de Madero y que salí de allá para hacer mejores cosas. La Laguna representa todo para mí: mi trabajo, mi familia, mi escuela, mi vida".

Aunque el viaje de Iván Black dentro de la música lo ha llevado a cumplir muchos de sus sueños y a tener una vida dedicada a ella, sabe que ante una industria que demanda nuevas propuestas es importante no permanecer quieto.

"Nunca se está estable o al menos yo nunca estoy quieto. Sueño con hacer música que llegue a más personas. Mi próxima meta es sacar otro disco y componer para otros artistas. Ahorita soy el chavo que toca o al rato voy a ser Don Iván Black, o tal vez el señor que toca. No siempre estás vigente en los escenarios”, dice el músico, que dejó de tener colgadas las guitarras para sacarlas a cantar durante las noches.

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Iván sabe que es importante no permanecer quieto ante la industria musical. (MICHEL MORÁN)

Iván sabe que es importante no permanecer quieto ante la industria musical. (MICHEL MORÁN)

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