La denuncia de Carmen Aristegui, en el sentido de que el presidente Enrique Peña Nieto incurrió en plagio al hacer su tesis profesional que lo llevó a obtener el título de Licenciado en Derecho hace veinticinco años, requiere de una reflexión seria para que cumpla con el propósito de difundir la verdad que le es propio a la denuncia conforme a su naturaleza periodística, y evitar que derive en conclusiones absurdas o en factor de encono estéril entre los mexicanos.
Una de las consecuencias es que el dedo acusador apunte hoy día a la Universidad Panamericana UP, institución que tuvo al hoy mandatario como alumno de la carrera de leyes, que hoy es interpelada por algunos que piden nada menos que la Universidad cancele el título profesional que otorgó en su día al graduado distinguido.
En su reacción al respecto, el Alma Mater del Presidente responde ajustada al proverbio de sabiduría popular referido a la Universidad de Salamanca, una de las más antiguas y prestigiadas del mundo, que ante lo aleatoria que resulta la siembra del saber dice "quod natura non dat salmantica non præstat". Lo anterior quiere decir en buen romance castellano, que el talento que se requiere para ser universitario probo y exitoso, la institución universitaria que fuere su espacio de formación, no lo otorga, porque como reza el adagio a la letra: Lo que la Naturaleza no da, Salamanca no lo presta.
En efecto, la UP consciente de tener sobre sí todos los reflectores de la opinión del público nacional y tal vez internacional, responde con acierto haciendo una investigación académica, que en unos cuantos días emite su dictamen en el sentido de que existe plagio en el caso, pero enseguida, acotada por limitaciones reglamentarias y por la circunstancia evidente de que no tiene ningún poder jurisdiccional sobre su exalumno, expresa que nada puede hacer al respecto por tratarse de un hecho consumado de manera jurídicamente irreparable.
No se detiene ahí la reacción de la UP. Respondiendo a su condición de institución educativa incorporada a la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM, la Panamericana se siente en la obligación de turnar el expediente a las autoridades académicas de la UNAM, para que tomen su propia determinación sobre el caso singular y específico de que se trata.
Es difícil suponer que la UNAM dictamine de manera distinta y ordene la cancelación del título profesional de Peña Nieto y que bueno que así sea, porque lo contrario mantendría la validez de todo título profesional en vilo, y generaría una fuente de inseguridad jurídica y linchamiento público a capricho, sobre pedido y a la medida.
Otra consecuencia errática es la que pretenden algunos líderes de opinión que haciendo el juego a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, CNTE, aseguran que el plagio cuyo comentario nos ocupa priva de autoridad al Poder Ejecutivo y al Gobierno Federal en su conjunto, para aplicar la evaluación a los profesores del sistema nacional de educación pública.
Lo anterior es un sofisma, porque además de llevar a conclusiones de orden institucional lo que es un caso aislado por relevante que fuere como en efecto es, equivale a sostener que en virtud de que en el pasado nuestras formas de evaluación en materia educativa han fracasado en tal o cual medida y en uno u otro sentido, todos los sistemas de evaluación académica deban desaparecer, para seguir de mal en peor como ocurre con la educación pública en los territorios controlados por la CNTE. Anarquía pura.
Los hechos están a la vista y a juicio de todos los mexicanos. Ojalá que los veamos con objetividad, los analicemos con seriedad, ponderación y sobre todo con amor a México: El plagio atribuido a Peña Nieto, el desempeño de las universidades públicas y privadas del país, la evaluación de los profesores, la Reforma Educativa cuestionada y lo más importante de todo esto: La realidad que nos demanda con urgencia, salir del hoyo en que se encuentra nuestro sistema nacional de educación pública.
