Columnas Social

Sebastián y su obra escultórica en coahuila

Dr. Leonel Rodríguez R.

(Tercera y última parte)

"SOY ARTISTA, SOY OBSESIVO": SEBASTIÁN

"Los artistas necesitamos ser obsesivos, compulsivos. Una de mis obsesiones es el cubo, la otra es transformar el espacio, torcer las formas y hacerlas plásticas. Esta obsesión se convirtió en una vocación desde que era niño, época en la que hacía formas geométricas con la masa de las tortillas de maíz y trazaba rayuelas".

"Parto de la geometría para hacer arte y establecer mi lenguaje personal; con la geometría evoco, represento. Cuando quiero decir paloma, por ejemplo, no la copio tal cual de la naturaleza, simplemente la evoco profundamente en sus ritmos y en la esencia de su expresión, de tal manera que si tengo una esfera, la secciono y con esas formas trato de dar la sensualidad y el movimiento del ave para que se vean los símbolos fundamentales: el pico, las alas volantes, la cola. Así creo el ritmo y la sensación de que puede moverse y volar ese objeto creado a partir de una esfera. Aunque sea geométrica, tiene un grado muy fuerte de sensualidad", explicó Sebastián dando forma al viento que cruzaba sus manos.

La geometría sensual de Sebastián, de la Colección Círculo de Arte, de la Dirección General de Publicaciones, de Conaculta, habla de la vida artística del escultor chihuahuense a través del conocimiento y la reflexión de Lily Kassner, quien escribe: "En 1964 llega a la capital Enrique Carbajal, verdadero nombre de Sebastián, pseudónimo que adoptó por su extraordinario parecido con el Sebastián de Boticelli, como se lo hizo notar el poeta Carlos Pellicer, y nos dice el propio artista, porque se puede pronunciar casi de la misma manera en diferentes idiomas, no necesita apellidos y se recuerda fácilmente".

El sentimiento y el pensamiento, estados tan distintos de la mente humana, no son incompatibles en el arte. Al respecto, reflexiona el escultor: "La razón y el sentir son el camino por el cual debe ir el arte, no la geometría, pues ésta no es más que un medio. Todos los artistas deben estructurar sus formas, no deben irse por los senderos de la pura emoción o del puro accidente. Eso es al menos lo que yo hago".

Esta mezcla de sentimientos e ideas no se le podrá negar al escultor si se aprecian obras como Homenaje a Gaudí, Paloma negra, Quetzalcóatl, Mascarón de Kabah, Tsuru, Protocolo y Puerta del sol, esculturas que ilustran el libro de Lily Kassner, quien sobre Árbol de la vida escribe: "Es una espiga que se afila y sostiene la pureza formal de un octaedro que 'flota' - como dice su autor - en la sección superior de esta escultura monumental de 30 metros de altura, que se instaló en la ciudad de Chihuahua".

Sebastián asegura: "Cada escultura tiene una historia diferente. Puerta de Chihuahua, por ejemplo, es una pasión por construir un símbolo moderno por el que se entrara a la ciudad. Contaba con el dinero del patronato para realizarlo, se compró todo el material, se construyeron todos los módulos, pero no se terminó. Se quedó todo en el suelo y pasaron ocho años, en los que no sentí frustración, sino que más bien soñé, esperé, soporté el tiempo. Y el día menos pensado me hablaron, estructuré la escultura, la hice y ahora existe. Es un gran momento de mi vida".

El escultor confiesa que sus esculturas están relacionadas con sus sentimientos más íntimos y con su vida personal: "Están hechas con amor, con mi tiempo, con mi espacio". Esto es notable en Paloma negra, de la que dice Sebastián: "Cuando alguien la observa, se emociona y sabe que es una verdadera obra de arte. El símbolo de la paloma tiene muchas implicaciones: la paloma mensajera de los amores, la de la paz, la sensualidad, la albura, la imagen del animal. Todo está implicado en la escultura que construí, que no es la única".

El escultor contó parte de la historia de la paloma: "Hay infinidad de artistas que han atacado el símbolo: Picasso, Soriano, entre otros, lo cual me hizo pensar que debía crear una paloma a la Sebastián, una paloma que no podía ser blanca, porque los tiempos que estaba viviendo en esa época eran negros, tiempos de guerra no sólo en mi vida personal, sino también en el mundo, donde se gestaban guerras de apariencia interminable".

Otra de las esculturas significativas para Sebastián es Puerta de Monterrey: "Es mi primera gran escultura monumental en México y fue una donación de un amigo. La decisión de construirla se tomó de un día para otro, porque fui a visitar al gobernador de Nuevo León con un libro donde se mostraba la obra, que se llamaba Puerta roja, pero el gobernador dijo: Ésta va a ser la Puerta de Monterrey, lo cual me pareció excelente, porque yo había diseñado esta obra para una ciudad enorme, de paisajes semiáridos y que tuviera montañas como fondo. Hay un diálogo del arte con la naturaleza, de la forma creada por el hombre y la creada por Dios".

Sobre la ubicación del Caballito, Sebastián comentó: "A pesar de que no se encuentra en el centro de la glorieta por su impacto, su tamaño y su diseño, se crea la sensación de que el caballito es una glorieta, hace entorno urbano. Cuando no había nada, ese lugar era caótico y gris".

La escultura de Sebastián, producto del mestizaje

"Soy un artista del mestizaje cultural mexicano, entonces tengo una carga, a veces sin proponérmelo, del mundo prehispánico, pero también de todo el mundo grecolatino, al cual asumo como parte de mí más todo lo que en el mundo en este momento existe, néctar de mi expresión. Actualmente, sucede que nos fascinamos ante el trabajo de un escultor chino y tal vez indirectamente nos influenciamos. El arte plástico no necesita traducción", concluyó Sebastián, quien maravilla a orientales y occidentales con sus obsesiones por el cubo. (Agosto de 2016).

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