Columnas la Laguna

METÁFORA CIUDADANA

BENDICIÓN Y CONDENA DE LA LAGUNA

LUIS ALBERTO VÁZQUEZ ÁLVAREZ

Moctezuma Ilhuicamina; el "Flechador del cielo", fue el quinto Huey tlatoani mexica; gobernó la Gran Tenochtitlan de 1440 a 1469. Aunque poseía poder absoluto teocrático, fue un gobernante interesado por su pueblo y su bienestar. Gracias a su vecino y amigo, el rey de Texcoco, el poeta e ingeniero Nezahualcóyotl; puedo crear condiciones de vida digna para los aztecas. A pesar de que su ciudad estaba edificada sobre un lago, sus habitantes tenían problemas de agua potable, tanto para beber como para el baño diario, costumbre muy propia de los pueblos mesoamericanos.

La gran Tenochtitlan sufría lo mismo de escasez de agua potable como de inundaciones, pero la amistad de Moctezuma y de Nezahualcóyotl permitió superar esos problemas; este último construyó acueductos dobles de varios kilómetros de largo que surtían muchas fuentes en la ciudad de agua limpia; la idea de dos canales era para mantener un flujo constante, mientras uno recibía mantenimiento, el otro continuaba surtiendo. También se creó un larga barrera contra inundaciones, ésta estaba enclavada sobre el lago y medía 16 kilómetros de largo e impedía que las aguas se desbordaran e introdujeran en las casas y edificios de los mexicas. Además empedró con eficacia muchos caminos y edificó calzadas pavimentadas por los cuales todo se conducía con facilidad. Moctezuma no farsanteaba inaugurando cada fuente que surtía agua al pueblo, tampoco gastaba más dinero en promover su reinado que lo que costaba una obra; simplemente la ponían a funcionar y a dar servicio a toda la comunidad.

Este Huey Tlatoani primaban las obras necesarias e indispensables para satisfacer las necesidades del pueblo y solo después de liquidar su deuda social, realizaba obras ornamentales, pero jamás sacrificó lo esencial por lo superfluo. Por ello, al final de su reinado, Moctezuma I gozó plenamente del reconocimiento y de cariño de su pueblo que lo elevó a nivel de un dios.

El mes de agosto se ha convertido en una bendición frente al agobiante calor y una tranquilidad para agricultores y ganaderos con respecto a la captación de agua para riego; y todo sería miel sobre hojuelas, si en las ciudades comarcanas y, muy especialmente en Torreón, se hubieran cumplido los planes de drenaje pluvial, pavimentación, profundidad de los registros de la luz LED, arreglo de semáforos; colocación adecuada de pozos de extracción de agua potable y mantenimiento a colectores de aguas negras. A nivel Laguna, el respeto por el cauce seco del río Nazas que se traduce en limpieza, terminación de canales; no creación sobre él de colonias habitadas, así como control a empresas extractoras de materiales de construcción.

Todo lo anterior se debe a: primero, al desinterés y hasta corrupción de las autoridades municipales y estatales, a quienes no les importa para nada la dignidad del vivir de los habitantes de la región; especialmente a los más humildes; no exclusivamente; a quienes solamente ven como sujeto-voto.

A raíz de las torrenciales lluvias de septiembre de 1991, dentro del plan de Nueva Laguna, se destinaron diez mil millones de pesos de ese entonces para dotar a la ciudad de Torreón de un drenaje pluvial; era gobernador de Coahuila Eliseo Mendoza Berrueto, el mismo que, como presidente del congreso local, solapó la megadeuda que hoy agobia a todos los coahuilenses. Con ese inmenso capital apenas se alcanzó a realizar una zanja pegada a la acera norte del Bulevar Revolución que se cubrió con unas rejillas de fierro, ese era el drenaje pluvial que nuestra ciudad merecía. A lo largo de los siguientes años primero desaparecieron las rejillas, luego la zanja se fue rellenando de basura y finalmente desapareció todo.

Gracias a esa típica acción gubernativa priista, las vialidades de Torreón se han convertido en ríos, y bueno sería que solamente contuvieran la de los aguaceros, pero el colapso de múltiples colectores provocó que brotarán las aguas negras ahí contenidas y se mezclaran con la de lluvia; muchas casas y negocios se inundaron. Ahora buen número de torreonenses colocan costales con arena en las puertas de sus casas. Lástima que aún no esté funcionando el teleférico; desde él se podría ver a la ciudad convertida en Venecia de aguas pútridas; así estaríamos presumiendo ese monumento al culto de la persona del candidato a gobernador que se gasta gran parte del presupuesto municipal en campañas personales fuera de Torreón.

Por otro lado, con gran entusiasmo y emoción, miles de laguneros acudimos a admirar la llegada del agua al área urbana del padre Nazas; pero pronto, junto a la alegría, llegó el desencanto: gran cantidad de basura presidió la llegada del agua; las pocas vialidades entre la ciudades provocaron congestionamientos vehiculares; una vez más, pudimos apreciar lo mal aprovechado que están los recursos en Torreón, la inacabable obra del el puente Lázaro Cárdenas-Falcón que podría ayudar al desfogue de la carga vehicular, sencillamente se ha dejado a la deriva., porque como dijo el titular de obras públicas de esta ciudad: No le vamos a terminar el puente a Gómez Palacio", entonces friéguense torreonenses.

Pero ¿Qué decir de los hoyancos en todas las calles de la ciudad? ¿Qué sucedió con aquel presumido programa de: "Ahí viene el bacheador y su amigo el chapopote"? lo único cierto es que los hoyos han sido persistentes, no han cedido su lugar y también podrán ser admirados desde el teleférico, mientras miles de torreonenses arreglan la suspensión de sus autos o cambian las llantas tronadas en uno de nuestros artísticos baches.

Moctezuma y Nezahualcóyotl, con sus obras en beneficio de los aztecas, les dejaron una impetuosa identidad de quienes eran ellos, misma que perduró por muchos años. Como los torreonenses no tenemos gobernantes que nos den identidad, debemos fincarla nosotros mismos, dejemos constancia a las generaciones futuras de quienes somos esta generación, luchando para que se respete nuestra dignidad y exijamos, con nuestros derechos, que los impuestos que pagamos sean utilizados en beneficio de todos, con obras y programas de interés general y no con construcciones de relumbrón que solamente apoyan campañas electorales, pero que no nos cobijan ni protegen.

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