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MAL INICIO DEL PLAY OFF

Juan Antonio García Villa

Los primeros dos juegos del play off inicial de la zona norte entre Laguna y Sultanes, efectuados entre martes-miércoles (choque de pelota pasado por agua) y el jueves de esta semana en Monterrey, fueron un desastre para Vaqueros. El primero se perdió por 8-2 carreras y el segundo también, 13-5. En total los Sultanes fabricaron tres veces más anotaciones, 21 vs 7, que Laguna. ¿En dónde estuvo la principal falla?

Considero que básicamente en el pitcheo. Es claro que en ese par de juegos éste resultó muy superior en el cuerpo de lanzadores de los Sultanes, en comparación con el de Vaqueros. Y naturalmente esta circunstancia se reflejó en un mejor bateo de Sultanes frente al de Vaqueros.

Dos datos al canto lo dicen todo: Monterrey bateó casi dos veces más hits que Vaqueros, pues fueron 23 y 12, respectivamente. De los conectados por los primeros, 5 fueron cuadrangulares y sólo 2 de los segundos, es decir, de los laguneros. Y aunque uno y otro equipo otorgó al rival el mismo número de bases por bolas, nueve cada uno, la gran diferencia estuvo en que de las concedidas por los lanzadores de Vaqueros un buen número llegó a la registradora, incluidas tres de "caballito" en el segundo juego, y no sucedió igual, pues fue notoriamente menos, en el caso de las otorgadas por Sultanes.

La diferencia más notoria entre uno y otro conjunto estuvo en el número de ponches recetados. Laguneros fueron 26 los que recibieron chocolate, francamente un número muy alto, pues equivale a que uno de cada dos outs fueron por esta vía; en tanto que el pitcheo lagunero únicamente recetó nueve ponches en total.

Sólo para que se advierta mejor la diferencia en este renglón, cabe señalar que durante la temporada regular el pitcheo sultán recetó en promedio 5.98 ponches por juego y más del doble, 13, también en promedio, en este par de encuentros del play off. Y los lanzadores laguneros, que en la temporada regular sirvieron 6.11 chocolates en promedio por juego, en los dos primeros de play off sólo fueron 4.5. El contraste es notorio.

Quien haya seguido este par de juegos por televisión, habrá observado cómo los lanzadores de Sultanes tienen muy bien estudiados y medidos a los bateadores de Vaqueros. Saben perfectamente qué tipo de disparo le duele a cada uno. Fue muy notable en el caso de Ricky Álvarez, aunque no sólo, quien recibió varios chocolates con corredores en base, y en una ocasión con casa llena en que abanicó tres lanzamientos consecutivos idénticos, por cierto afuera y prácticamente al suelo.

La anterior denota magnífica labor del coach del pitcheo sultán y en apariencia omisa en el de Laguna y pésima en el de bateo de Vaqueros. Esto explica que en el segundo encuentro Laguna haya dejado 12 corredores en las colchonetas, de los cuales estaban 9 en posición de anotar.

Si se consideran los errores y omisiones de los primeros dos juegos, aún es posible enderezar el barco y evitar el naufragio.

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