La desesperación invade a los santistas. (R. Sotomayor y J. Galindo)
Tarde dominical en el "Templo del Dolor". El viento trajo a visitantes vestidos de rojo, blanco y azul, el equipo "más mexicano" ondeaba la bandera francesa, dispuesto a invadir territorio albiverde que poco a poco fue copado por los aficionados de casa, esperanzados en el despertar de su equipo, que los ha condenado a un complicado inicio de semestre en el que no han podido conseguir un solo triunfo.
El Sol se escondió y otorgó a los espectadores un ambiente más que agradable para disfrutar del balompié, ambiente que pronto se extinguió ante el primer festejo del partido, que fue para el lado visitante. Luego, la guerra de nervios, de opiniones, de aplausos y mentadas, pasando por el desencanto de una increíble falla de Martín Bravo que hubiese significado el empate para los laguneros.
El "jugador número 12" buscaba ávido algún motivo para festejar, pero en el TSM simplemente transcurren los minutos y las alegrías no llegan para quienes visten los colores verde y blanco, despidiendo a su equipo entre reclamos y abucheos tras los primeros 45 minutos.
La suerte no cambió mucho durante la parte complementaria, un expulsado, pocas llegadas de gol y al final otro expulsado, pero no fue cualquiera, fue el jugador insignia, el que ha protagonizado una novela que lo vinculó al histórico Boca Juniors.
Marchesín se fue tras ver la tarjeta roja y por segundo juego consecutivo, el juvenil Carlos Acevedo no pudo debutar en Liga MX, cuando el destino había dispuesto las circunstancias para ello, cosa que no es nada fácil, mucho menos en dos duelos al hilo.
Justo como pocas veces es el futbol, el marcador no se movió más, porque tampoco Chivas había hecho méritos reales para llevarse un triunfo más abultado, fallando estrepitosamente la oportunidad más clara que brinda el futbol. Al llegar el silbatazo final, paradójicamente comenzó lo que más emocionó a los espectadores, el ver a los futbolistas sacar su frustración por medio de empujones, gritos y reclamos, tratando de recuperar el orgullo que habían dejado en la cancha con el rodar del balón.
En silencio, como se ha hecho costumbre esta temporada, los aficionados abandonaron el estadio, pasando del desencanto a la indiferencia, cuestionándose cuándo llegará el primer triunfo del año futbolísitico.
Por lo pronto, otro domingo de dormir con la amargura a un costado de la cama, preparando el lunes de aguantar al compañero de trabajo, al vecino o al familiar que es "Chiva Hermano" y que salió del Corona con los 3 puntos en la bolsa.