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¿Estrés tecnológico?, evítelo

LOS APARATOS TECNOLóGICOS Y LA COMUNICACIóN TAMBIéN GENERAN ANSIEDAD, EL COSTO DE LA NUEVA ERA

AGENCIAS

José llegaba de trabajar a casa, pero ahí no terminaba su jornada laboral. Apenas llegaba abría la computadora y continuaba enviando correos y resolviendo pendientes. Aunado a que poco hacía caso a su familia, también se mostraba poco tolerante con su esposa, sobre todo cuando ella trataba de llamarle la atención para que cambiara su comportamiento. A todos lados llevaba la máquina. Fuera una fiesta o reunión. Varias veces ella trató de pedirle que se detuviera, pero él se portaba esquivo e irritable, hasta que llegó un día en el que ella le pidió el divorcio. Hoy, todavía no se divorcian, pero la decisión sigue sobre la mesa, pendiente de un cambio en José.

El nombre no es real, pero el caso sí, e ilustra lo que se le ha denominado "tecnoestrés".

El término fue acuñado por el psicólogo industrial Craig Brod en 1984 en un libro titulado "Tecnoestrés: El costo humano de la revolución informática".

Brod lo define como una "enfermedad moderna de adaptación causado por una inhabilidad de manejar las nuevas tecnologías computacionales de una manera sana".

Pero no sólo se trata del uso excesivo de dispositivos electrónicos, sino que tiene que ver también con el resultado de no saberla usar.

En ambos casos, se trata de una respuesta del individuo a estas nuevas tecnologías, la cual puede traducirse en una falta de adaptación, en una adaptación o en una adicción. La primera y la última son las que generan "tecnoestrés".

"Tanto el apego excesivo a las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) como el rechazo frontal a las mismas, da lugar a patrones de comportamiento disfuncionales", explica Ana Alfaro de Prado, una profesora de Organización de Empresas en la Universidad de Sevilla en un documento de investigación llamado "Nuevas tecnologías y nuevos riesgos laborales: estrés y tecnoestrés". Los extremos son los que llevan a esta afección.

"Hay personas que pertenecen a generaciones pasadas a las que les es muy difícil adaptarse, pero por el otro lado, está la generación millennial, por ejemplo, la cual tienen un uso excesivo de los dispositivos electrónicos. En ambos casos, se trata de tecnoestrés", explica Adriana Ortiz, psicoanalista de Fundación APTA, una organización que se dedica a ofrecer psicoterapia para éste y otros trastornos.

En lo que al trabajo se refiere, este trastorno se relaciona con que las demandas sobrepasan los recursos que se tienen para responder a éstas.

"Si mi jefe sigue mandando correos y pendientes de trabajo después de las horas de trabajo, mis recursos que yo tengo para descansar se ven invadidos y entonces generan esta ansiedad", explica la especialista. Aunque la persona no conteste la comunicación en ese momento, el sólo hecho de abrirlo y verlo, puede convertirse en un motivo que genere ansiedad y estrés, los cuales a su vez pueden provocar falta de sueño.

 OTRAS AFECCIONES RELACIONADAS

En tan sólo un mes, María subió 10 kilogramos de peso, pero lo peor es que ni siquiera se dio cuenta de ello. Pasaba frente a la computadora la mayor parte del día, y ni siquiera dejaba un tiempo para cubrir sus necesidades básicas, tales como comer. No le daba tiempo de salir ni darse horas fijas de comida en las que pudiera comer saludable, así que comía en gran medida comida rápida. El subir de peso no fue el único estrago, también vinieron otros como el agotamiento y la irritabilidad. El nombre tampoco es real pero el caso sí. Y es que el "tecnoestrés" está relacionado con otras afecciones, entre ellas, los trastornos alimentarios.

"En estos casos, como la ansiedad se presenta como uno de los síntomas básicos del tecnoestrés, también hemos detectado que se puede desarrollar el trastorno de la conducta alimentaria de comer por atracón, porque como estás atento a la tecnología, estás comiendo una y otra vez", explica la especialista. En este caso se forma un círculo vicioso en el que esta exposición prolongada a la tecnología genera ansiedad, por lo que se busca la comida para paliar esta ansiedad.

Los síntomas de esta patología tocan todas las esferas del ser humano: biológica, psicológica y social. En cuanto a la primera, consisten en dolores físicos de todo tipo, de espalda, cervicales, de brazos, manos (por el uso prolongado del ratón), de cabeza e incluso dolores gastrointestinales.

En lo que se refiere a los psicológicos, las personas pueden sufrir de fatiga y ansiedad -se les ha llamado también "tecnofatiga" y "tecnoansiedad"-, irritabilidad, cambios de estado de ánimo, poca tolerancia, enojo, miedo y depresión.

Pero la esfera social es la que podría resultar más afectada, ya que las personas tienden al aislamiento. "Las personas pueden ocasionar problemas en su núcleo familiar e incluso pueden llegar al divorcio por el uso extremo de tecnologías", asegura Adriana.

En los niños o adolescentes un síntoma también es el bajo rendimiento escolar, ya que el estar durante tiempo prolongado conectado a redes sociales, por ejemplo, les impide descansar.

 LOS QUE NO SABEN

El desconocimiento de las tecnologías de la información sobre todo aqueja a aquellos que no forman parte de las generaciones más jóvenes, lo cual, también es fuente de tecnoestrés.

Los síntomas de estos trabajadores son similares a los del estrés -fatiga, insomnio, depresión, dolores de cabeza y tensiones musculares, sin embargo, hay uno que puede alertar que se trata de este padecimiento. "El primer síntoma que puede alertar de la presencia del tecnoestrés es el mostrar episodios de irritabilidad o resistencia obstinada a recibir instrucciones sobre el funcionamiento de cualquier elemento tecnológico", sostiene Ana Alfaro de Prado, una profesora de Organización de Empresas en la Universidad de Sevilla. Éste, incluso, ya es considerado un "riesgo laboral".

La investigadora hace hincapié en la necesidad de que las empresas realicen una política de recursos humanos más cooperativa, la cual esté orientada a formar de manera continua y a mejorar las habilidades de los empleados, sobre todo de aquellos que no están capacitados para ello.

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