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La delincuencia y su paraíso

Mirando a fondo

VÍCTOR GONZÁLEZ AVELAR

ENTRADA.- Históricamente el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi por sus siglas) se dedicaba a medir los parámetros de crecimiento económico, los movimientos migratorios o el desplazamiento de los mexicanos dentro del territorio nacional, los niveles de vida de los mexicanos, la naturaleza de sus viviendas, su consumo en bienes materiales y alimentos, los parámetros demográficos respecto al crecimiento de la población y también los niveles de educación de la población, etcétera, etcétera.

SOPA. - Pero los tiempos parece que han cambiado y de manera muy dramática. El México que nos ha tocado vivir estos últimos treinta años es otro y muy diferente. Pasamos en pocos años de la traída y llevada "dictablanda" y de la dictadura perfecta que dice el rejuvenecido galán de la Presley, Mario Vargas Llosa, al Estado Fallido, imperio de la impunidad y la corrupción que hoy vemos impotentes y azorados.

Parecería que toda la patria se ha convertido en una enorme fosa clandestina, en la que diariamente se localizan cadáveres de mexicanos que nadie puede identificar ni quiere.

PLATO FUERTE. - Los noticieros de hoy son extraños espacios de comunicación que dan cuenta durante las veinticuatro horas del día, de los muertos, balaceados y degollados que aparecen regados por los cuatro puntos cardinales del país.

Los conductores de noticias tratan diariamente de hacernos digerir las declaraciones de los ministerios públicos de la federación y de los estados, en el sentido de que: "Se han iniciado las investigaciones correspondientes consistentes en la recolección de cartuchos percutidos de armas de fuego, del levantamiento de los cadáveres con claras señales de tortura, debidamente atados con cinta canela y algunos hasta descabezados". Mientras que los inútiles ministerios públicos (dizque investigadores), siguen repitiendo hasta el cansancio su misma cantinela.

Y volvamos al Inegi con sus cifras del horror.

En 2015 se cometieron 20,525 homicidios lo que quiere decir 1,710 al mes o sea 57 diarios, que sumados a los ejecutados durante los últimos diez años representarían la terrible cantidad de 200 mil crímenes, de los cuales habrían sido aclarados y castigados sus responsables menos del 1 %, esto es, 2,000. Los otros 198 mil crímenes quedaron sin castigo y sus culpables impunes.

Sin embargo, el año más violento desde 2008, fue 2011, cuando a nivel nacional se registraron 27 mil 213 homicidios y que hasta el día de hoy todos están impunes.

Pero ahora lo más delicado es que también se está asesinando a los alcaldes y autoridades municipales, sin que los estados ni la federación hagan algo.

El estado mexicano se ha visto impotente e ineficaz para hacer frente a la ola delincuencial que azota al país y los criminales lo saben. Así le han demostrado no tenerle ni el más mínimo temor ni respeto: los delincuentes pueden impunemente "ordeñar" los ductos de Pemex y vender la gasolina robada a expendedores autorizados; pueden bloquear carreteras para entorpecer el abasto de medicinas, alimentos o productos industriales; pueden quemar edificios públicos y archivos; saquear supermercados y tiendas de conveniencia; pueden asesinar alcaldes que se nieguen a darles dinero en efectivo de los fondos para obras de beneficio común; pueden tomar por asalto minas y puertos marítimos; cobrar protección, asaltar centros de producción minera; robarse camiones con mercancía; expulsar a los pobladores de sus casas, ocupar inmuebles o robarse las cuotas de peaje en las autopistas; secuestrar personas; asaltar vehículos de transporte público y asesinar a los que se opongan y todos estos horrores sin consecuencia legal alguna a sabiendas de que nunca serán puestos ante un juez. De ahí que México sea ahora el mejor lugar para que prolifere la delincuencia organizada y también la desorganizada.

 POSTRE. - La triste realidad es que la delincuencia sí está organizada y el estado y los funcionarios que lo representan vive en el limbo de la impotencia, aletargados en su mundo de ensueño, regodeándose con un "dejar hacer y un dejar pasar".

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