Columnas la Laguna

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Tetina era una chica de mucha pechonalidad. Sus encantos delanteros eran opimos, ubérrimos, muníficos, exuberantes. Cierta noche llegó a una fiesta luciendo un ajustado suéter que hacía resaltar esos magnificentes atributos. Afrodisio Pitongo, hombre proclive a la concupiscencia de la carne, le preguntó, salaz: "¿Por qué usas ese suéter?". Respondió Tetina: "Por tres razones. La primera: para protegerme del frío". Afrodisio la interrumpió: "No me digas las otras dos. Saltan a la vista". Conocemos a Avaricio Cenaoscuras: es el hombre más ruin de la comarca. Agarrado, cicatero, cutre, no da ni los buenos días. En todo quiere ahorrar. Su esposa le suplica: "¿Me permites ver la tele?". "Está bien -concede el miserable-. Pero no la enciendas". El tal Cenaoscuras tuvo sólo un hijo, pues pensaba que los hijos son un lujo tan caro que nada más los pobres se lo pueden dar. Ahora el muchacho tiene 20 años, y siente las inquietudes propias de su edad. Hace unos viernes le dijo a su progenitor: "Voy a salir, 'apá. ¿Podría darme 5 pesos, por favor?". ¡5 pesos! ¿Pasan ustedes a creer? ¿Qué podía comprarse el infeliz con esa cantidad? Ni siquiera una soda, como se dice por acá para decir "refresco". Y es que el muchacho conocía bien a su papá, y sabía que sacarle un peso era como arrancarle un trozo de carne de su cuerpo. Pero bien decían los latinos: "Necessitas caret lege". La necesidad carece de ley. (De esa locución, mal interpretada, nació la expresión popular según la cual "La necesidad tiene cara de hereje"). De mala gana Cenaoscuras le dio a su hijo esa menguada cantidad. El siguiente viernes el muchacho quiso salir otra vez, y se atrevió entonces a pedirle a su papá 10 pesos. El mísero sujeto no quería darle esa suma, pero intervino la mamá del chico -"Dale el dinero; es joven y lo necesita"-, de modo, que marmoteando y todo, Cenaoscuras se desprendió de los 10 pesos. Este viernes último la demanda creció: el mozalbete le pidió a su padre 20 pesos. El avaro ya no se pudo contener. Tomó por un brazo a su retoño, lo llevó aparte y le dijo con severidad: "A mí no me engañas: tú tienes una querida". El pobre Picio era muy feo. Cuando su papá le pedía sexo a su mamá la señora le mostraba a Picio y le decía: "¿Acaso quieres que tengamos otro igual?". Un señor pasó a mejor vida. Su esposa arregló lo del sepelio, y le dijo al empresario de pompas fúnebres que no se parara en gastos: quería lo mejor para su marido. Con pompa y circunstancia, pues, se llevó a cabo el funeral, con profusión de flores y carroza color obispo. La mañana siguiente, muy temprano (a las 7 de la mañana), el cobrador de la funeraria acudió a la casa de la viuda y le presentó un recibo por un millón de pesos La señora pagó sin protestar esa elevada cantidad, pues había pedido un funeral de lujo. Transcurrió un mes y volvió el cobrador, ahora con un recibo por 30 mil pesos. Lo pagó también la viuda, sin saber de qué era ese concepto. Al mes siguiente le fue presentado otro recibo igual, y lo mismo los siguientes meses. Fue entonces la señora a la funeraria y le preguntó al gerente por qué le estaban cobrando esos 30 mil pesos mensuales. Explicó el hombre: "Usted me dijo que quería lo mejor para su esposo, de modo que le alquilé un esmoquin". Aunque Pepito tenía ya cinco años se chupaba el dedo. Su mamá lo amonestó: "Si te lo sigues chupando te va crecer la barriga". Días después llegó de visita la tía de Pepito luciendo las evidentes señas de un próspero embarazo de ocho meses. La vio el chiquillo y le dijo con tono de reproche: "Ya sé lo que hiciste para estar así". FIN.

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