La era de los inconformes apáticos
El avance tecnológico exponencial de las últimas tres décadas ha permitido a la población occidental un acceso importante a las tecnologías de la información y la comunicación bastante alto de tal manera que hoy en día sólo basta el contar con un teléfono inteligente en el bolsillo para conocer las últimas noticias.
En México la situación es similar, gran parte de la población que tiene acceso a la información cibernética está al pendiente de los últimos movimientos que se realizan en la organización pública y le permite saber casi al mismo instante que suceden las cosas. Bien, tenemos un pueblo informado y que conoce la situación real de su país.
Todo lo anterior debería de originar un efecto beneficioso a la hora de la toma de decisiones oficiales, pues si el pueblo está informado puede reaccionar de manera positiva o no a las modificaciones realizadas y así al ver la consecuencia de sus actos, las autoridades deberían remediar la problemática con la que la sociedad no está de acuerdo.
Sin embargo, en las últimas administraciones presidenciales en donde el boom de la información y la comunicación está en su máximo esplendor éste no origina los efectos deseados, tenemos una sociedad enterada de las cosas, pero con un desinterés y apatía por dichas decisiones que saben que tendrán un perjuicio contra ellos, aún conociendo que los beneficios sólo son para una muy pequeña parte de la población, que dicho sea de más, siempre son los mismos.
Reformas lucrativas con efectos negativos para la mayoría, legislaciones recaudatorias cuyo destino y utilización están más que blindadas para la mayoría, modificaciones restrictivas para que los maestros hagan su trabajo y leyes que limitan el ya obsoleto sistema de salud mexicano, son algunos de los ejemplos en donde la población está informada y no ha hecho, hace, ni hará nada para evitarlo; en vez de eso la sociedad mexicana prefiere quedarse en casa despotricando contra el gobierno detrás de una pantalla, compartiendo videos y difundiendo noticias que todos ya conocemos con anterioridad; tenemos una sociedad pasiva cuyo interés por la política y administración es tan superficial como lo demuestra en la participación de las elecciones.
México tiene una sociedad que le gusta tener “una pata en el pescuezo”, está enterada de su situación actual, conoce la mala administración de su gobierno y aún así no hace nada para evitarlo, no cabe duda, que cada pueblo tiene el gobierno que se merece.
Ironías de la vida: el gobierno realiza la primera reforma a favor de los derechos humanos para una población que lleva discriminada desde siempre y los grupos más conservadores y de derecha de la población ahora sí protestan y exigen que se eche abajo dicha Reforma y retroceder a la legislación que bien podría ser comparada con la de Irán o Afganistán, grandes ejemplos de derechos humanos (sarcasmo).
José de Jesús Valles Vázquez,
Comarca Lagunera.
