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Un parque mítico

SERGIO AGUAYO

Las cúpulas tienen en el municipio de Jiutepec, Morelos, una oportunidad extraordinaria para construir ciudadanía y enfrentar simultáneamente al crimen organizado, la degradación ambiental y la corrupción.

Los carteles se establecen en ciudades bien comunicadas donde colonizan tejido social vulnerable. Jiutepec, Morelos reúne ambas características. Es parte de la densa Zona Metropolitana de Cuernavaca (ZMC), lo cruza la llamada Carretera de la Muerte que inicia en Guerrero y termina en la Ciudad de México y en los primeros años de este siglo duplicó la mancha urbana llenándose de zonas marginadas.

El gobierno de Enrique Peña Nieto incorporó la prevención del delito a la estrategia bélica y la Secretaría de Gobernación buscó por México zonas bien delimitadas a las que llamó Polígonos de Riesgo (así catalogadas por su "alto nivel de delincuencia y vulnerabilidad"). En esos Polígonos desarrolló programas para reconstruir tejido social y detonar la "cohesión comunitaria". Una de las medidas más frecuentes fue la creación de parques y otros espacios públicos. Jiutepec tiene tres de los doce Polígonos de Riesgo identificados en Morelos lo que transforma a ese municipio en prioritario en la lógica de prevenir el delito.

En octubre de 2006 y faltando seis días para dejar el cargo el presidente municipal de Jiutepec, Demetrio Román Isidoro (PAN) otorgó a una subsidiaria de Consorcio Ara una licencia para construir casas en el predio conocido como Los Venados. Son 56 mil metros cuadrados llenos de árboles; es el último pulmón verde del centro de Jiutepec. Un grupo de vecinos se inconformó y exigió que lo convirtieran en parque público. René Drucker era, en ese momento, coordinador de la Investigación Científica de la UNAM y armó a un equipo de científicos que llegó al pueblo, estudió el predio y su entorno urbano y respaldó la petición vecinal.

Tengo a Jiutepec metido en mis afectos. Desde hace 36 años me refugió cada que puedo en uno de sus fraccionamientos y, para corresponder a la hospitalidad, he acompañado las luchas ciudadanas por salvar el medio ambiente. En la defensa de Los Venados los dos protagonistas han sido Carmen Rodríguez de Gante e Isaac Medardo Herrera Avilés; desde 2007 han dialogado y se han enfrentado con cuatro presidentes municipales perredistas que han escrito una comedia de enredos.

En 2006 ganó la presidencia Rabindranath Salazar del PRD (o Rabín como también se le conoce) y se puso del lado de los vecinos: prometió el parque y para cumplir negoció con Consorcio Ara el canje de Los Venados por otro predio de extensión similar en otra parte del municipio. La empresa aceptó y poco antes de dejar el cargo Rabín adquirió un predio en abonos; incluía una cláusula tan ruinosa para el municipio que fue incapaz de cumplir y el municipio perdió millones de pesos en penalidades.

Después de Rabín llegó Miguel Ángel Rabadán (PRD) quien obtuvo un crédito por 200 millones; de ese dinero dedicó 48 millones a la adquisición de un "terreno para canje[ar por] 'Los Venados'". Por razones que ignoro la siguiente presidenta, Silvia Salazar Hernández (PRD), en lugar de hacer el canje con la empresa y cumplirle a los vecinos donó el terreno a la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM). En resumen, la permuta jamás se hizo, el Consorcio Ara sigue siendo la dueña de Los Venados y ya empezaron a marcar los 1099 árboles que serán talados para iniciar la construcción de casas.

Seguramente el gobernador de Morelos, Graco Ramírez Garrido, ignoraba el enredo cuando el pasado primero de enero aseguró, en la toma de posesión del nuevo presidente de Jiutepec (José Manuel Agüero Tovar, PRD), que "en 2016 inicia[rá] el rescate del predio 'Los Venados' " y se construirá el parque.

El parque de Los Venados es un ejemplo del desorden, la ineptitud y la corrupción que tanto abunda en las cúpulas gobernantes y que facilita la implantación y expansión del crimen organizado. Jiutepec es un municipio prioritario en la estrategia federal contra la delincuencia y el actual presidente municipal perredista, Agüero Tovar, debería arreglar el revoltijo dejado por Rabín y Rabadán (actualmente en Morena) y por Silvia Salazar. Podría negociar con la UAEM una revocación de la donación ya que la Universidad no empezó a construir cuando lo prometió. Sería además un acto de justicia elemental porque un municipio de 200 mil habitantes carece de parques. Los Venados sería el primero.

Comentarios: www.sergioaguayo.org

Colaboraron Maura Álvarez Roldán y Rodrigo Peña González

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