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ENFOQUE REGIONAL URBANO

RAúL MUñOZ DE LEóN

En defensa de nuestro idioma

Si algo tenemos de qué presumir y sentirnos orgullosos los hispanoparlantes, es de nuestra lengua, de nuestro idioma. El español o castellano es lengua romance derivada del latín vulgar...

...es uno de los idiomas más ricos y fluidos, de los que mejor expresa el pensamiento. En él abundan los sustantivos, verbos, adjetivos, sinónimos, metáforas, palíndromos. Es la segunda lengua del mundo por el número de personas que lo hablan.

Tanto la expresión oral como la escrita, tienen en el español un medio e instrumento adecuado y congruente para la comunicación. Según los estudiosos y académicos, el español es la lengua natural y oficial que hablan en el mundo 560 millones de personas en 21 países, por lo que resulta la más hablada, después del mandarín y el inglés.

Sin embargo, nuestro idioma se ha visto seriamente amenazado a lo largo del tiempo, por la invasión de vocablos de otras lenguas como el inglés, el francés, el italiano y el árabe, poniendo en peligro su pureza; sobre todo del inglés, se han adoptado muchas palabras que se usan ya de manera cotidiana al sustituir indebidamente a sus equivalentes en español. Ya es muy común escuchar de muchas personas, sobre todo jóvenes, vocablos como oky, all right en vez de correcto, o muy bien; by, en lugar de adiós, stand, por puesto, sólo por mencionar algunos ejemplos de los más comunes o sencillos.

El oky se usa ya como parte del léxico por personas de los diversos estratos y categorías sociales y económicas, incluso gente considerada culta e intelectual lo han incorporado a su bagaje lingüístico de manera natural, sin darse cuenta que están distorsionando o corrompiendo el idioma, atentando contra su pureza. Un ejemplo que confirma lo que aquí se dice, es la siguiente anécdota, que tiene su dosis de ironía: Se cuenta que en la administración de cierto presidente de la República, preocupado el gobierno por la distorsión del español debido a la influencia de otras lenguas, especialmente el inglés, se tomó la decisión de constituir una Comisión Intersecretarial para Defender la Pureza del Idioma que, dada la naturaleza del tema, sería presidida por el secretario de Educación, obviamente.

Éste convocó a los secretarios de Estado a una reunión con el fin de constituir formalmente dicha Comisión, y se dice que se dirigió a ellos en los siguientes términos: "Señores secretarios, el señor Presidente de la República me ha instruido de manera muy clara para convocarlos y manifestar a ustedes, su preocupación ante el peligro en que se halla nuestro idioma debido a la introducción de palabras de origen diverso, por lo que es necesario integrar una Comisión para que cada uno de nosotros desde nuestro ámbito de competencia y de acción, hagamos planes, realicemos esfuerzos y pongamos en práctica programas, que conduzcan efectivamente a lograr la preservación de la pureza de nuestro idioma, oky?, preguntó. ¡OkY!, contestaron al unísono los ahí reunidos".

Realmente nuestro idioma es fuerte y vigoroso; difícilmente será abatido por otro. El Español ha sido el vehículo o medio utilizado por grandes literatos y escritores para dar vida a sus obras, que les han valido reconocimientos a nivel mundial y ser merecedores de premios de mucho prestigio, no sólo literario, sino histórico y cultural como el Nobel de Literatura otorgado por la Academia Sueca.

Han sido once los Premios Nobel en Lengua Hispana, de los cuales 5 son españoles y 6 latinoamericanos: José de Echegaray, que a los 78 años recibió el Premio, en 1904; Jacinto de Benavente y Martínez, lo ganó en 1922, a los 56 años; Gabriela Mistral (Lucía de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga), chilena, que a los 56 años lo ganó en 1945; Juan Ramón Jiménez Mantecón, en 1956 a los 75 años; Miguel Ángel Asturias Rosales, guatemalteco, en 1967 a los 78 años; Pablo Neruda (Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto), chileno, a los 67 años en 1971; Vicente (Pío Cirilo) Aleixandre y Merlo, en 1977 a los 79 años; Gabriel García Márquez (Gabriel José de la Concordia), colombiano, a los 55 años en 1982; Camilo José Cela (De Cela y Trulock), en 1989 a los 73 años; Octavio Paz (Octavio Irineo Paz y Lozano), mexicano, a los 76 años en 1990, y Mario Vargas Llosa (Jorge Mario Pedro Vargas Llosa), peruano, a los 74 años en 2010.

Tenemos pues motivos y argumentos muy valiosos para sentirnos orgullosos de nuestro idioma, estando obligados a perfeccionar el léxico que empleamos en nuestras cotidianas y naturales relaciones sociales, evitando el uso de palabras y vocablos que lo distorsionen y debiliten, pues como decía José Azorín "el hombre es él y su palabra" y José Muñoz Cota lo reafirmaba diciendo "la palabra es el hombre; el ser humano vive en la palabra".

Tres buenos maestros sembraron y despertaron en mí el interés, el gusto y la pasión por el idioma español y la literatura. En primer grado de secundaria el Dr. José G. Juárez, quien a través del texto de Carlos González Peña nos introdujo al mundo maravilloso y atractivo de la lengua. Un detalle que caracterizaba al doctor Juárez era su letra, elegante y perfectamente delineada, lo que no es común en los médicos que son famosos porque sus recetas están escritas en caracteres ilegibles, las que sólo pueden leer o descifrar los farmacéuticos y empleados de "botica"; otro doctor, Nicasio Chávez Contreras, fue maestro en segundo y tercer año de secundaria. Por él conocimos el Poema de Mío Cid o El Cid Campeador que relata en prosa de forma poética, las andanzas y peripecias de Rodrigo Díaz de Vivar y su lucha contra los moros que tenían sometida a España (Castilla); así como Los Siete Infantes de Lara y La Celestina.

Ya en preparatoria, me encontré con ese gran maestro que fue el licenciado Antonio Hernández y Souza. Excelente expositor, erudito, fuente de conocimiento y sabiduría, pues con él se nos abrieron las puertas de la antigua Grecia con Sócrates, Platón y Aristóteles; de la Roma clásica de Cicerón, Plauto y Terencio; y de la Francia, amante de la libertad, a través de la Revolución Francesa de 1789, con Rousseau, Voltaire y Montesquieu como sus ideólogos y filósofos políticos.

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