Columnas la Laguna

FACULTAD DE MEDICINA

EL PADECIMIENTO DEPRESIVO-ANSIOSO O EL SUFRIMIENTO EMOCIONAL EXISTENCIAL

DR. FERNANDO SÁNCHEZ NÁJERA*

En la vida iniciamos planes o proyectos con el afán de lograr su realización y con ello bienestar y felicidad; nos acompañan en este viaje: familia, amigos y sociedad. Pero es importante incluir nuestros propios introyectos de valores como: la moral, la religión y principios éticos. También están allí, con gran peso, la importancia que le otorgamos al juicio de cómo nos ven los demás; tememos a la crítica o al qué dirán.

Estos constructos suelen ocurrir cuando las cosas no trascurren bien, cuando el éxito y el bienestar que añorábamos se están viendo afectados cada vez más. Esto hace que reflexionemos sobre nuestras expectativas de vida y nos demos cuenta que no concuerdan con el estrés, la tensión o el sufrimiento que estamos viviendo. A veces permanecemos callados, otras hacemos diálogo o reclamos por enmendar el camino y lo hacemos, generalmente, con nuestra pareja, más que con la familia o en el trabajo. De eso modo no cambiamos nada y sólo obtenemos evasivas, racionalizaciones o justificaciones. Es así que cuando el cambio no llega, reaccionamos como decía Winnicott, en su propuesta de respuesta del niño ante el abandono: con protesta, con rebeldía, con llanto y depresión. La persona adulta tiene otras opciones de respuesta como: enfrentamiento, huida, sumisión, o postergación. Cuando se elige las dos últimas, surge al paso, de semanas o meses, la protesta corporal o las somatizaciones, como cefalea, dolores osteomusculares. O bien, se come con ansiedad y se llega el sobrepeso, colitis, gastritis, insomnio o cambios en el estado de ánimo como la tristeza.

Con frecuencia la persona desfila por las distintas consultas: medicina alternativa, médico general o especialista; resuelve un síntoma de los descritos, pero a los pocos días aparece otro y así sucesivamente por varios meses o años. Al no ocurrir la solución de los principales factores causales se va evidenciando y acentuando los síntomas de inquietud, temor inespecífico, sobresalto, sensación de falta de aire, desasosiego, falta de apetito o aumento del mismo, dificultad para iniciar el sueño, sueño intranquilo, despertares de madrugada. Esta intranquilidad al paso de las semanas o meses, si la situación tensional persiste y ante la imposibilidad para tomar una acción, la persona ante el desgaste emocional y físico termina por desarrollar una reacción depresiva y es así que tenemos al Trastorno Depresivo-Ansioso, padecimiento que cada vez es más frecuente en la consulta de la salud mental.

En la depresión, el paciente se siente hundido, triste, vacío, desinteresado, sin placer y con síntomas somáticos cambiantes. En la ansiedad predomina la inquietud, el temor inespecífico, la intranquilidad, la sensación de que algo malo va a ocurrir a la persona o a sus seres queridos.

Considerando los factores desencadenantes, usualmente es la segunda y la tercera década de la vida cuando, este trastorno, se presenta. Existen causas médicas, traumáticas externas o psicosociales, como el estrés postraumático. Y a menudo es por disfunción o violencia en la pareja. Cabe mencionar que el uso de sustancias tóxicas, también es un factor causal.

El tratamiento: el elemento esencial para este padecimiento es hacer el diagnóstico. Suele ocurrir que la persona se niega a aceptar que los síntomas físicos son producto de una reacción emocional. De vez en vez ocurre que algún médico le dijo que hacía falta interconsulta con un psiquiatra, más la negación, la resistencia y el estigma, impiden a la persona atender esta sugerencia y esto contribuye a la persistencia del padecimiento. En los casos en que el factor causal es la disfunción de pareja, hace que los síntomas emocionales y somáticos se perpetúen por la impotencia o resistencia a enfrentar la crisis en la pareja.

Una vez diagnosticado el tratamiento se basa en una estrategia psicofármaco-terapéutica, a base de ansiolíticos, antidepresivos y estabilizadores emocionales. La psicoterapia es psicoeducativa y psicoterapeútica lleva como objetivos el que la persona reconozca el trastorno, que encuentre el origen del conflicto psicológico y adquiera la capacidad para la toma de decisiones que amerite su afrontamiento.

*Psiquiatra. Profesor de psiquiatría de la Facultad de Medicina, Torreón, Universidad Autónoma de Coahuila.

La próxima colaboración será del Dr. Evaristo Gómez Rivera, Traumatólogo.

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