Esta gata le puso a mi automóvil el Hoy no Circula.
Andaba yo de viaje, y por eso durante varios días no había usado el coche. Cuando regresé oí tenues gañidos que, pensé, provenían de abajo del vehículo. Me asomé: aquellos ruidos no venían de abajo, sino de adentro. La gata callejera a la que mi esposa da de comer en la cochera había hecho en el motor una especie de nido con trapos y papeles, y ahí había dado a luz cuatro gatitos.
¿Qué hacer? No circular, naturalmente. ¿Quién tiene corazón para sacar de ese tibio alojamiento a los recién nacidos? Esperaré a que crezcan, y confío en que entonces la gata me devolverá mi coche. Mientras tanto me moveré en taxi.
No piensen que la orgullosa madre me tiene muy contento. San Francisco de Asís no soy. Cuando pasa junto a mí con aire de majestad recién parida le dirijo una mirada de rencor. Pero por el momento ella es representante de la vida, y yo la respeto.
Todos los días mi coche sufre el Hoy no Circula. Y yo también.
Ni modo.
¡Hasta mañana!...
