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Renata Chapa

La segunda, invencible

El pasado 23 de abril fue el Día del Libro. Después de la prueba de sonido y un histórico campo de golf dispuesto como escenario natural, la lluvia de aquella tarde fue la protagonista de la fiesta para celebrar la lectura. La naturaleza fue tajante. La presentación del primer aniversario de Canto por la educación, con las voces del barítono torreonense, José Iván, y la soprano gomezpalatina, Luz Alicia Ávila, y su servidora como reseñista, tuvo que ser pospuesta. La tormenta eléctrica era peligrosa.

Sin embargo, hoy jueves 28 de abril, el pronóstico es bastante favorable. En punto de las 7:30 p.m., en medio del campo de golf del Campestre Gómez Palacio, será levantado de nuevo el foro, instalados los equipos de luces y de audio; llegarán los músicos, los solistas, los equipos de apoyo, las bebidas y, sobre todo, reaparecerá el público lagunero. Agradecemos a quienes incluso con paragüas en mano llegaron hasta el campo de golf el sábado anterior para reiterarnos su apoyo con sonrisa límpida.

Hoy jueves, los esperamos con bríos reverdecidos. Después de 82 años de vida del Campestre de Gómez Palacio, presenta su primer evento cultural de manera abierta, comunitaria, no sólo para sus socios, sino para la comunidad comarcana en general. Es un acto de agradecimiento para quienes lo han visto crecer durante más de ocho décadas, imponente como los árboles que flanquean el punto de encuentro, el Campestre Gómez Palacio marca la diferencia hoy: lectura y canto reunidos en torno al poder transformador de la palabra y en su espacio más simbólico, el campo de golf.

El libro a reseñar es Realismo mágico de Víctor González Avelar (Durango, Dgo., 1936). Compendia noventa de sus casi trescientos cuadros producidos durante treinta años. "Arranqué en mis tiempos libres de diputado", comenta el autor con su sonrisa de fina ironía. "Un día vi cómo mi cocker spaniel jugaba con las hojas secas de los árboles. Se me apareció de repente con sus peludas orejas atestadas de hojas. En ese preciso momento, me llegó el chispazo para inspirarme y dibujé". Muchos de los animales de Realismo mágico no aparecen con hojas superpuestas como fue el caso de su perro, sino que hojas, ramas y demás figuras de la naturaleza se vuelven partes completas de sus cuerpos". Víctor González declara jamás haber tomado clases de pintura. "Intenté una vez, pero ni siquiera aguanté la primera sesión", comenta. De manera autodidacta y guiado por el ambiente de eterno verdor del jardín de su casa ubicada en la colonia Coyoacán, en México, dio pincelada suelta a su imaginación.

Los noventa cuadros reunidos en el libro a presentar esta tarde en el Campestre Gómez Palacio son los únicos que el autor pudo registrar y fotografiar. Las obras restantes fueron vendidas, todas, en diferentes exposiciones llevadas a cabo en salas de primer nivel, como fueron la Ollin Yoliztli, la Nezahualcóyotl, entre otras. El autor, en la página 186 de Realismo mágico, invita a quienes hayan adquirido uno de sus cuadros que entren en contacto con él para poder completar su archivo y trabajar la segunda edición. Su correo es [email protected]

Realismo mágico es una edición de lujo auspiciada por la Universidad Autónoma de Coahuila, coordinada por el matemático y lector de tiempo completo, el ingeniero Salvador Hernández Vélez. El libro cuenta con cuatro presentaciones: la escrita en 2014 por el rector de la UAdeC, Blas José Flores; la de la combativa poetisa, crítica literaria y periodista, Margarita Michelena, redactada en 1988; la del comerciante en arte, Luis Morales, presentada en 1989; y la de don José E. Iturriaga, abogado, historiador, sociólogo, politólogo, diplomático, periodista y bibliófilo mexicano, compartida en 1989. El prólogo corrió a cuenta del escritor Nicolás Alvarado Vale, actual director de TVUNAM y sobrino del autor.

Víctor González Avelar seleccionó a varias plumas de fuego para que aparecieran en las cuartillas donde están plasmados sus cuadros. Dos de los escritores incluidos en el libro de don Víctor, sus amigos cercanos, son de llamar la atención. El primero fue también asesor de su hermano Miguel González Avelar, en aquel entonces Secretario de Educación Pública. Ni más, ni menos que Juan José Arreola. De Narrativa Completa (México, Alfaguara, 1997), el texto Aves de rapiña, por ejemplo, es mancuerna del cuadro Buitre estático (Sobre papel, tinta china, aguada y plata). Escribe así Arreola: "Todos, halcones, águilas o buitres, repasan como frailes silenciosos su libro de horas aburridas, mientras la rutina de cada día miserable les puebla el escenario de deyecciones y de viseras blandas: triste manjar para sus picos desgarradores. Se acabaron para siempre la libertad entre las nubes y el peñasco, los amplios círculos del vuelo y la caza de altanería… Los garfios crecen, se afilan y se encorvan sin desgaste en la prisión, como los pensamientos rencorosos de un grande disimulo" (p. 32). Don Víctor cuenta más del maestro Arreola: "Su obra es mayúscula, pero más aún sus testimonios orales. Él tenía un programa de radio con mi cuñada, Tere Vale. Ella cuenta con las grabaciones de todas las emisiones. Escucharlo es una increíble delicia. Brillante, soberbio, con descripciones llenas de imágenes astutas. Vaya ironía la de su caso: tanta lucidez desbordada y una condición económica frugal".

La cuarta de forros, así como varias de las páginas de Realismo mágico, pertenecen a la narrativa de Andrés Henestrosa, también compañero de tertulia del autor. Aquí un par de fragmentos de la contraportada de Realismo mágico escrita el sábado 9 de julio de 1988: "Víctor González Avelar: he aquí un nuevo nombre en la pintura mexicana. Un pintor inesperado, en su doble aceptación de sorpresiva y excelente, llega cuando no se le espera y nos sorprende con excelencia inesperada. Si alguien sabía de Víctor González Avelar, pintor, era sólo él, único testigo de su nacimiento, partero de sí mismo. En la sombra se hizo, se buscó, se encontró. De la soledad y el silencio se nutrió su aprendizaje y su búsqueda. De ellos no vino y apareció, sino irrumpió hecho y derecho. Yo no soy, ni falta hace decirlo, crítico de arte. Soy así, asiduo de exposiciones, un gustador de la pintura, y en esto, en gustarla me igualo al crítico; para mí, lo primero es gustar de ella y después explicarla, entenderla y valorarla. (…) Yo no sabía que Víctor pintara, y menos que lo hiciera de modo excelente, de donde la sorpresa que dije. Una mañana, de esto hará cien días, lo acompañé a su casa a ver las cosas que hacía. Me entusiasmaron los temas, el procedimiento, su tratamiento de cosas pintadas con tinta y en papel de china, en un trazo, con mano y mente seguras, firmes, sin que seguridad y firmeza anulen delicadeza y fineza, con esa suerte de inseguridad latente en las obras bellas".

¿Cómo cantar la obra de don Víctor González Avelar? ¿Cómo ensamblar las narrativas de Arreola, de Henestrosa con la música y la obra pictórica contenida en el libro? ¿Cómo leer los trazos de esos zooárboles, de esas hojas animalescas? ¿Cómo abrir un campo de golf y en una noche transformarlo en archipiélago de emociones, sonidos, colores, sabores y aromas? Fácil: con la dosis de realismo mágico que todos llevamos, y urgimos, por dentro. Allá lo corroboraremos. Entrada libre.

@RenataChapa

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