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Una infancia triste

Los bebés y los niños también pueden caer en depresión

La depresión es un trastorno afectivo que no sólo se presenta en adultos, sino también en niños y adolescentes. Entre otras causas del padecimiento están la disfunción familiar, ausencias o cuadros de violencia que viven o de las que son testigos.

La depresión es un trastorno afectivo que no sólo se presenta en adultos, sino también en niños y adolescentes. Entre otras causas del padecimiento están la disfunción familiar, ausencias o cuadros de violencia que viven o de las que son testigos.

Adriana Guadalupe Miranda

Al igual que los adultos, los niños e incluso los bebés pueden sufrir de depresión. Pero qué es en si este padecimiento.

Los expertos en el área de psicología lo definen como: una situación donde una persona experimenta una profunda tristeza. Esta se manifiesta con decaimiento, falta de interés, melancolía, sueño continuo, pereza, fuerza insuficiente para afrontar las cuestiones de la vida diaria, entre otras manifestaciones.

Ricardo Cisneros Reyes, responsable del área de Psicología en DIF Torreón, explica que todo ser humano puede, en determinado momento de su vida sufrir de depresión. Las causas por las que puede llegar a presentar esos episodios son variables, de acuerdo a la dinámica y al ambiente que los rodea.

Una situación por ejemplo: el niño se encuentra entre adultos puede mostrar características de depresión porque no tiene con quién ser activo.

Pero cuando hay situaciones específicas en las cuales el niño puede caer en depresión como: al ser víctima de bullying, la pérdida de un familiar, el distanciamiento de un familiar (ya sea el padre o la madre), la misma situación en la cual el niño no tiene el ambiente adecuado para expresar sus sentimientos, entre otras.

El especialista explica que no todos los niños que se encuentran hundidos en la depresión, suelen actuar con tristeza o falta de energía, sino al contrario, son niños hiperactivos, rebeldes e incluso hasta violentos, debido a que buscan llamar la atención, sobre todo de los padres ausentes.

“La depresión no es un sinónimo de que tienen que estar ‘apagados’ sino que llegan a presentar actitudes contrarias a las acostumbras”, dice Cisneros, quien señala que éstas son las principales señales que deben de atender los padres de familia.

Cambios radicales

Un niño depresivo, presenta un cambio drástico en su conducta.

Otro de los factores más comunes hoy en día, es la ausencia de uno de los padres o bien de ambos por cuestiones laborales. Y es que al contar con jornadas laborales extensas o trabajos muy demandantes, los padres sólo ven a sus hijos dormidos al salir de casa y al regresar.

Pero de acuerdo con el especialista, la dinámica no tiene por qué cambiar, sólo es necesario dedicarles tiempo de calidad a los hijos, atenderlos en tiempo en el que se encuentren con ellos.

“Hay padres que tal vez entre semana no los ven, pero el fin de semana le dedican a sus hijos”, comenta el psicólogo.

La falta de comunicación, quizá es el factor más importante en este padecimiento. Si bien algunos padres de familia consideran que debido a su corta edad, los niños no entienden, Cisneros aclara que: “sí captan lo que está sucediendo en caso, no entenderán pero viven algo que no está bien”.

Tal es el caso de los conflictos que existen en las parejas, los cuales puedan afectar no sólo a uno de los padres, sino a los hijos.

La muerte de un familiar o ser querido, es un duro golpe para el estado de ánimo de los menores. Razón por la que el psicólogo recomienda hablar el tema de acuerdo a la edad del niño, pero nunca justificando su ausencia, pues podría crear falsas esperanzas o bien despertar el sentimiento de culpa.

“Entonces hay que sentarnos, tratar de ser francos, directos sin mucho rodeo, sin usar fantasía, y plantear las cosas de manera concreta. El niño piensa dependiendo de su edad”.

Cómo actuar

Para el especialista en el tema, en un mundo ideal no sería común que los niños se deprimieran, pero en el real, sí sucede.

Comenta que a diferencia de los adultos, sobre todo para aquellos que les es fácil expresar sus sentimientos, pueden solicitar un “apapacho”, un abrazo o simplemente una palabra de aliento en los momentos de tristeza, mientras que el menor no podrá externarlo al desconocer completamente ese sentimiento.

Entonces surge la pregunta, cómo los ayudamos “La comunicación es importante”, insiste, ya que ello permitirá que el niño, buscando los medios de juego, para convivir en casa o simplemente para estar con ellos, el niño estará acostumbrado a decir lo que siente sin tapujos.

“Pero a veces por desgracia tenemos el mal hábito de que cuando se acercan a comentar algo sobre sus sentimientos, los padres suelen contestar con la ya famosa frase ‘hay ya vas a empezar’”.

Tal reacción por parte de los padres puede generar miedos en los niños ante determinada circunstancia, ante una buena comunicación. “A veces hacer mofa o juego para el joven o niño es burla, porque así es la dinámica, pero vamos juntando resentimientos que a la larga van a generar depresión”. Es por ello que insiste en que los padres deben de escuchar a sus hijos.

Por qué los padres deben hacer caso

De acuerdo con el psicólogo, no sólo los padres de familia deben hacer caso a las señales de alerta de los niños, sino todo aquel que se encuentra a cargo, como: maestros, cuidadores y los mismos padres.

“Somos custodios de la integridad de ese niño, de tal forma que debemos ser los primeros en determinar qué es lo que pasa, qué cambios, por qué, qué es lo que hacemos”, comenta Cisneros Reyes.

El psicólogo da otro ejemplo. Comenta que dada la cercanía que se genera entre los maestros o cuidadores, y en muchos casos por la falta de tiempo y sobre todo de atención por parte de los padres a los hijos, se van creando lazos más fuertes entre el hijo y el cuidador o maestros.

“Las mamás a veces están molestas porque los niños las extrañan durante el fin de semana, o les dicen mamás, y qué es lo que se hace, las mamás les dicen ‘tu mamá soy yo’, y el niño entra en culpa y cae en depresión, al pensar por qué estoy amando a alguien que no es mi mamá, pero es quien lo atiende”.

Para evitar ese sentimiento hay que brindarle al menor el tiempo de calidad y sobre todo comunicarse, dar una buena atención y mucho amor.

Los motivos

El bullying es uno de los factores que contribuyen a la depresión en los niños. Pero no únicamente en el que se da en la escuela, sino también en casa, sobre todo en familias donde existen hijos mayores, por la competitividad que se puede generar entre ellos.

Otro factor detonante, es en donde interviene el consumismo. Y es que los padres en su deseo de “compensar” su ausencia, por causa del trabajo, van llenando de regalos a los hijos.

“Entonces al momento que te doy algo a la siguiente vez, será de un estándar más alto, pero si no se da, es cuando el hijo piensa “no me quieres” y cae en depresión.

Esto puede suceder desde bebés, cuando el menor a penas va abrir la boca para llorar y ya se está dando lo que quiere, lo que evita que se forme carácter y mucho menos resistencia a la frustración.

Según el especialista, los niños y las niñas se deprimen por igual. Y comenta que algunos de ellos suelen caer en el chantaje, actitud que se aprende en casa.

Señala que es el resultado de esa relación de dame, “caemos en ello y hacemos que el niño aprenda, que si hay berrinche, obviamente será la forma en la que vamos a interactuar con los demás”.

Cómo pueden ayudar los padres

La comunicación es esencial para enfrentar la depresión que viven los menores. Con esta herramienta básica en la relación de padres e hijos, es fácil que se detecten señales de alerta. “Tenemos que involucrarnos en su magia, cómo manejan ellos sus cosas”.

De acuerdo con el psicólogo, es necesario detectarlas dichas señales de alerta para saber los riesgos que corren de no tratarlas. “Primero ver qué tan sumido está en la depresión, es decir, si definitivamente ha dejado de hacer todo lo que acostumbraba por preferir dormir, por estar a oscuras, encerrado, solo, divagando en otra cosas, esas son señales de alerta”.

Aunque también si se torna agresivo, los papás deben saber desde cuándo, y por qué, para dar solución a su conflicto que le ha causado la depresión.

Y es que de no atenderse a tiempo, ese niño depresivo puede convertirse en un adolescente con conductas antisociales, con somatizaciones o reacciones psicosomáticas, es decir, que se enfermen ante determina situación como el miedo.

Ejemplo de ello, es cuando se enfrentan con la materia más complicada para ellos, presentan dolor de estómago o bien cuando están frente a un compañero que los molesta, etc.

Motivo por lo que es importante que los padres de familia detecten y traten a tiempo las señales de alerta en los niños.

Por otra parte, el psicólogo no descartó la idea de que los niños piensen en quitarse la vida, sino no se tratan a tiempo. Pero más que por la depresión en sí, es por la información que tiene al alcance.

Ejemplo de ello, es la información que pueden obtener a través de los medios de comunicación o del internet, en donde ven que una persona trató de suicidarse, aunque no lo logró, sí obtuvo la atención que requería, entonces el menor tratará de imitar la situación.

“Por eso se debe de tener especial cuidado en saber qué es lo que están viendo los menores, y quiénes les están proporcionando la información”, recalca el especialista.

Los bebés también

Ricardo Cisneros, asegura que los bebés también pueden presentar síntomas de depresión. Incluso desde el embarazo, y es que así como le llegan los nutrientes a través del cordón umbilical, también la sensación de tristeza que experimenta la madre.

Los bebés, suelen manifestar su depresión con un desarrollo más tardado, es decir, si en determinado mes suele hacer algo como ponerse de pie, el pequeño no lo hará y sólo buscará dormir todo el día.

Los factores más comunes, es la falta de estimulación de los padres, quienes a su vez, están sumidos en la depresión o bien, no muestran interés por sus hijos.

Al igual que en los niños, es necesario que exista esa conexión especial entre padres e hijos, a fin de tener una sana y buena relación, y sobre todo, niños y adolescentes felices.

Recomendaciones ante el fallecimiento de un padre

Primero ver cuál es la situación, si fue por enfermedad la causa del fallecimiento, es necesario explicarle al menor si es posible desde el inicio del padecimiento, que dada la gravedad es probable que no se reponga y el desenlace dé la muerte.

Esto porque las medicinas no surtieron efecto, o bien porque su cuerpo estaba cansado.

Pese a su muerte, se le recordará con todo el cariño. Nunca se le debe ocultar la verdad, pues los menores pueden hacer uso de su imaginación, y culparse, “fue por mi que murió”, y por lo tanto caer en depresión.

“En el caso de los niños menores a seis años, se puede hacer uso de la fantasía, en base al credo que profesen, por ejemplo, decirle al menor que su papá o mamá o su ser querido, ya está en el cielo y ya disfruta de otras cosas, porque ya murió. Siempre es necesario decir la verdad”, insiste el psicólogo.

Lo mismo será cuando la muerte sea causa de un accidente fatal. “No podemos adornar lo sucedido. Lo confundiría y podría generar esa culpa”.

“Pero a veces por desgracia tenemos el mal hábito de que cuando se acercan a comentar algo sobre sus sentimientos, los padres suelen contestar con la ya famosa frase: ‘hay ya vas a empezar’”.

Ricardo Cisneros Reyes,

responsable del área de Psicología en DIF Torreón.

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