Abejas. Don Javier se previno para preservar sus colmenas. (EL SIGLO DE TORREÓN/ MARY VÁZQUEZ)
Javier Duarte Rosales, apicultor desde hace más de 40 años en el ejido El Consuelo de Matamoros, atribuye la desaparición de las abejas a varios factores, pero la causa principal fue la falta de reservas alimenticias, dado que en la región de Los Llanos, en localidades como Guadalupe Victoria y Francisco I. Madero, en Durango, no se tuvo cosecha de miel.
Y es que, dijo, la planta que les fascina a las abejas es la aceitilla, que crece entre los frijolares, pero pese a que sí había flor, le faltó lluvia para que soltaran el néctar y las abejas pudieran alimentarse y hacer sus reservas para aguantar durante el invierno.
Don Javier cuenta que en su caso fue muy baja la disminución en la población de las abejas, alrededor del 10 por ciento, de las 400 colmenas que tiene distribuidas.
Cuenta que cada año, en agosto, traslada sus colmenas a la zona de Los Llanos en Durango para poder tener una mayor producción y en ese lugar registra un rendimiento 10 veces mayor en la producción de miel del que se da en La Laguna, pues allí la temporada es de abril a junio, que es cuando empieza la floración del mezquite, luego el pinabete y la alfalfa para que las abejas puedan alimentarse.
"Son muchos factores (que provocan la mortandad de las abejas), pero yo les voy a decir lo que yo hago. Les doy mucho alimento, estuvimos dando aproximadamente unos dos toneladas de fructuosa y miel de maíz. Se prepara media cubeta de fructuosa y media cubeta de agua para que parezca néctar y diariamente se están alimentado o cada tercer día, pero no dejamos de alimentarlas".
Otro factor que también influye en la mortandad de las abejas son las bajas temperaturas, por lo que los productores deben "emplayar" (enredar plástico en las colmenas) para que no se filtre el frío, pues las abejas deben mantenerse a unos 26 grados centígrados.
Sobre el uso de los insecticidas, el apicultor dijo que desde luego también es un factor determinante para matar a las abejas, ya que se trata de químicos muy agresivos, principalmente los que se utilizan en el algodón, por lo que le "huimos a esos cultivos", pero en ese sentido, dijo que debe haber comunicación con los productores, pues en su caso, se puso de acuerdo con uno de ellos -que sembraba melón y sandía- para que aplicara insecticida en las noches mientras él cerraba las colmenas, de esta manera no morían las abejas que le polinizaban las siembras al productor ni las reinas que repoblaban las colmenas.
