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Celebra el visitante en la tribuna del TSM

Los seguidores laguneros no dejaron de alentar a su equipo durante todo el encuentro, pero no alcanzó.

Los seguidores laguneros no dejaron de alentar a su equipo durante todo el encuentro, pero no alcanzó.

AARÓN ARGUIJO GAMIOCHIPI

Gran ambiente futbolero se respiraba en la Comarca Lagunera. Desde el "nudo mixteco" comenzaba el denso tránsito de automóviles, incluso a un par de horas de distancia del silbatazo inicial. No pasaron desapercibidos los autos con placas de Nuevo León, pero igual eran más las de Durango, que es territorio albiverde, fiel reflejo del llamado "clásico norteño", aunque a unos les gusta el mote y otros simplemente encuentran cualquier argumento para dejar de lado esa idea, de cualquier manera, cada uno de los 25,681 asistentes mostraba en su rostro la expectativa por el encuentro.

La cercanía del día de San Valentín no dio muchos argumentos a santistas y rayados para darse abrazos de cariño; desde la explanada del estadio se abucheaban unos a otros, la "carrilla futbolera" puso el picante necesario para un duelo regional como el de albiverdes y albiazules. Poco a poco se fueron poblando las tribunas, como ha sido una tradición en el TSM, aunque nunca hubo duda de que los huecos en la grada serían mínimos; el partido lo ameritaba y no defraudó.

Los visitantes ganaron el volado de inicio de partido y obligaron a que Santos cambiara su posición en la cancha, mal augurio que se cumplió una vez más. Desde el silbatazo inicial, comenzó la guerra de gritos en las butacas, aunque fueron vecinos los fanáticos de ambas escuadras, pues aunque no fue una "invasión", sí agarraron su fin de semana los regiomontanos y se pudo apreciar aún más cuando cayó el gol de Dorlan Pabón, punterazo que desató un grito de tal magnitud, que más de un despistado pensó que la anotación había sido local.

En relativa calma transcurrió el resto de la primera mitad, con los aficionados caseros empujando a su equipo a ir por el empate, pero la chilena del exVerdolaga Cardona enfrió por completo al estadio y le bajó los decibeles a nivel de templo en plena consagración.

Sin embargo, la afición albiverde demostró que es dura de domar, y poco a poco surgía el "Duro, Santos Duro", herencia del viejo Corona que no pierde su vigencia, tradición ni efecto.

El golpe para reaccionar por completo que necesitaba la grada, llegó del pie izquierdo de Jorge Djaniny Tavares, quien sin pensarlo mucho empalmó el balón para sacar un disparo bien angulado, que aunque Jonathan alcanzó a tocar, no desvió lo suficiente su trayectoria para evitar que estremeciera las redes.

Empezó entonces el empuje santista todavía más marcado, buscando a diestra y siniestra el empate; un derribe sobre Djaniny, una mano tras cobro de tiro libre, ambas reclamadas como penal, pero ninguna concedida por Jorge Isaac Rojas.

El grito de gol terminó ahogado mientras algunos resignados subían las escaleras cuando aún había minutos por transcurrir, no se perdieron de nada, salvo del silbatazo final de Rojas, y las consecuentes reclamaciones de los jugadores albiverdes, pero ya la sentencia había sido dictada.

La Pandilla rompió una racha de 6 partidos sin ganarle a los de La Laguna, y se fueron más satisfechos aun porque lo hicieron en la propia casa albiverde, que revivió los fantasmas del Apertura 2015.

Al final, algunas camisetas albiazules en la tribuna, contentos. "¡Hijos de Bibian!" les gritó algún ocurrente. Todo se vale para olvidar lo antes posible una derrota ante uno de esos rivales odiados.

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