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CON EQUIS DE EXCLUIDO (PARTE I)

RENATA CHAPA

México lleva en su centro una equis. Una tacha en el corazón. Carga un crucifijo ladeado. México se escribe con equis de excluido. En la "x" lleva su cruz. Sin embargo, es en la "e" donde figura su acento. Será porque es la letra inicial de la palabra esperanza. Pudiera ser.

Esa vocal fuerte, la "e", al estar tildada, se vuelve doblemente poderosa. No es fortuito que se escriba antes de la equis, letra que punza y hiere por arriba, por abajo. Norte y sur. Por el flanco derecho, por el izquierdo. Este y oeste. Letras "e" acentuada y equis son fe y dolor territoriales. México se escribe con ambas. Se reescribe a diario. Primero traza, anhelante, una plegaria. E inmediatamente después, ahí mismo, enseguida, a pecho abierto, le queda zanjada una equis. Tatuaje de la exclusión.

Leer, escribir, pronunciar y evocar la palabra México. Ver, caminar, oler, escuchar y sentir el país México. Palabra y país convertidos en prácticas habituales. Rutinas. Contento y lamento de la mano. Juntos e invisibilizados, pero nunca equivalentes. Porque cuando la alegría apenas comienza, cuando llega un triunfo, cuando avanza un paso, la exclusión apresta el bridón y retiembla en el centro de la tierra mexicana. Escenario ya conocido. Esperado. Coloreado de resignación. Redactado con equis de excluido.

La equis medular de México no le pertenece del todo. Con ella también se escriben Perú, Venezuela, Colombia, El Salvador, Guatemala. Una "x" está presente en España y en Francia, Italia, Alemania, Grecia. Igualmente, en Egipto, Etiopía, Somalia, Marruecos. Equis fiel al leer Israel, Rusia, India, Singapur, Indonesia, Japón, Irán. Los Estados Unidos de Norteamérica y Canadá, sumados. Como los dos incluyen la exclusión, ambos con equis van. Subdesarrollados y desarrollados convergen como las dos líneas cruzadas que dan forma a la grafía "x". Irónico planteamiento donde la exclusión es el factor de unión global.

Excluir no sólo es verbo en carne viva de zonas paupérrimas. Ciertamente, forma parte del habitus de territorios y seres humanos empobrecidos, según Pierre Bordieu. Pero la exclusión también está arraigada a los espacios boyantes, con personas de alto poder adquisitivo. Aclaración necesaria: unos, los pobres, no son los siempre excluidos; ni los otros, los ricos, son los siempre excluyentes. La exclusión es de ida y vuelta. Es compartida. Y es resentida tanto en lo individual, en cualquier parte del globo, por cualquier habitante, como en lo social. Por doquier, grupos más o menos numerosos excluidos de. Marginados de. Orillados de. Suprimidos de. Echados de. Aventados de.

Más claro: "Si se busca bien, uno está siempre excluido con relación a alguien, uno está siempre excluido de algo. Múltiples facetas de la exclusión: respecto de instituciones, prácticas, medios profesionales, configuraciones familiares, estructuras políticas y relaciones económicas. Conocemos la exclusión escolar, la exclusión profesional, la exclusión del poder, la exclusión sindical, la exclusión frente al trabajo, la exclusión en materia de amistad, la exclusión amorosa, la exclusión racial, la exclusión de la atención médica, y hasta la excomunión eclesiástica. (…) Toda enumeración acaba siendo incompleta y, a la vez, radicalmente tiene cabida para todo" (p. 141). Así lo explica Saül Karsz en "La exclusión: concepto falso, problema verdadero", capítulo quinto del libro La exclusión: bordeando sus fronteras (Ed. Gedisa, Barcelona, 2003) del cual es editor.

Doctor en filosofía y doctor en sociología, el investigador Karsz ha sido profesor de posgrado en La Sorbona, en la Universidad de Québec en Montreal y en diferentes instituciones de educación superior canadienses, españolas y de su natal Argentina. Su abordaje pone de frente lo que es respirado, asimilado y asumido a diario -el tan peculiar constructo "exclusión" y sus correspondientes sentimientos- pero desde las ópticas globalizadora e individual. A lo macro y a lo micro.

A la lista inabarcable de lastres que azotan a la humanidad, y que cada quien acarrea y nombra con tantos adjetivos, el doctor Karsz le encuentra causa y consecuencia simultáneas, fusionadas en un término: la exclusión. Gracias a sus abordajes analíticos, supo dar con un solo entramado social. Una especie de red que captura naciones y pobladores a la vez. Urdimbre del pesar que, por un lado, rompe fronteras y fusiona, así, los continentes y contenidos, pero que, por el otro, provoca el desgarre de la cohesión interna del individuo y de la comunidad a nivel de instituciones, del Gobierno, de las naciones. Paradoja tras paradoja. La exclusión, como se ha planteado, es el gran vaso comunicante que conecta por igual. Incluso a aquéllos cultural y geográficamente tan distantes, pero que se vuelven miembros de una misma familia cuando de agobio se trata.

Precisa Saül Karsz sobre la exclusión como un concepto construido por la sociedad -un constructo- y su peligrosa invisibilidad. "Yo planteo que hay sin duda excluidos de carne y hueso que viven en situaciones subjetiva y objetivamente intolerables y cuyo número aumenta sin parar. Pero señalo que, para que las cosas sean así, se requiere la existencia de una problemática de la exclusión: sin esta problemática, los llamados excluidos no lo son todavía o han dejado de serlo. Sin psiquiatría no hay locos, sino poetas, extravagantes, idiotas del pueblo u otros personajes: el diagnóstico no es el mismo, ni el modo de tratamiento, ni los profesionales de lo social. En los hospitales psiquiátricos no atienden a poetas, salvo que se los tenga por locos; por su lado, las editoriales no publican a locos, salvo que los tomen por poetas. Habrá que preguntarse entonces que ocurre con dichos excluidos cuando no hay problemática de la exclusión, y que tipo de acciones los implican" (p. 136).

De regreso a la equis de los excluidos en México, el abanico de posibilidades es extraordinariamente amplio, meritorio de más detenimiento porque, como comparte el doctor Karsz, la exclusión, por más evidente que pueda ser para unos, para muchos puede resultar inexistente. No visible. Varios ejemplos salen a flote, pero quizá el primero, como punto de partida, es la exclusión particular. La que cada quien lee, escribe, habla e introyecta. La que un mexicano construye para sí, y para los demás, con miras a validarla.

@RenataChapa

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