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Expectativas

A la ciudadanía

GERARDO JIMÉNEZ G.

En la Comarca Lagunera, como en otras partes del país, se observa una mayor participación ciudadana, quizá de las más relevantes e interesantes que en otras del norte y menos radicalizada que en el centro y sur, la cual denota, por principio, un reclamo de políticas e instituciones gubernamentales que respondan más al interés ciudadano que de los grupos de poder. Este brote incipiente se ha concentrada, aunque no únicamente, en una clase media con nivel de escolaridad y cultura por encima del promedio que no depende de los centros de toma de decisión oficiales e, incluso, de algunos poderes fácticos locales.

Diversos factores han incidido en lo anterior, pero quizá destaca que la región no sólo se ha visto rezagada de procesos económicos que también denotan un bajo crecimiento como se refleja en los índices que presentan la inversión y el empleo formal, cuando menos durante la última década. Algunos dirán lo contrario, que se continúan estableciendo nuevas empresas y creando empleos, pero no es la importancia que tienen y la calidad de los puestos de trabajo lo que destaca, prueba de ello es la emigración constante de nuestros jóvenes hacia otras latitudes por las escasas oportunidades que les ofrece su lugar de origen o residencia.

Si bien la región es punto de origen y crecimiento inicial de grandes corporativos que surgen de procesos de acumulación de capital basado en actividades desarrolladas en ella (quizá los más relevantes son Soriana o Lala), o de otros que no se originaron localmente pero que vieron en La Laguna una zona de oportunidad y/o expansión de sus actividades (como Peñoles, Cemex y complejos agroindustriales), aunque es en el sector servicios y comercio donde se denota la multiplicación de empresas y empleos; posiblemente si prospera el llamado cluster automotriz será otro nicho económico importante.

Aún en áreas donde se mantiene ese crecimiento las bases en que se sustentan se han caracterizado por realizar actividades depredadoras de recursos naturales como el agua al grado de sobreexplotar y contaminar los acuíferos, o de acosar los pocos espacios protegidos que nos quedan fragmentando sus hábitat, hechos frente a los cuales se observan limitadas capacidades institucionales que les regulen.

Lo cierto es que no podemos ufanarnos de que nuestra región presente claras expectativas de crecimiento económico, quizá apenas pareciera despuntar en algunas áreas, y de contar con élites políticas que lo impulsen y realicen una gestión pública con transparencia, al grado tal que en la percepción de los ciudadanos existe la creencia de su opacidad, o aquella que durante los recientes años aciagos marcados por la inseguridad supuso su asociación con los grupos delictivos.

En esta coyuntura, podríamos decir que el rezago económico-social acumulado nos mostró la incapacidad de la economía local de absorber gran parte de la fuerza laboral emergente y creó condiciones que fueron un caldo de cultivo para el despliegue de actos delictivos, afectando un amplio espectro de la población lagunera desde las elites económicas impactadas por el secuestro y la extorsión, a las clases medias acosadas por la incertidumbre y los sectores populares donde el crimen reclutó sus jóvenes.

Ese rezago ha sido acompañado con la distorsión económica que se basa en la expoliación del agua y otros recursos naturales que contribuyen a deteriorar el ambiente, algo que nos hace pensar que La Laguna no camina por senderos de sustentabilidad, es decir, en sentido contrario a lo que deseamos para nuestra generación y quisiéramos heredar a las siguientes.

La Laguna, nuestra región, esa expresión territorial que nos da identidad más allá de la percepción retórica que nos venden los políticos que dirigen las instituciones, requiere expectativas más claras sobre el horizonte por el cual transitaremos en el futuro próximo, algo más claro que el "tanteómetro" en que parece basarse el curso de nuestro desarrollo local, y para ello no basta sólo por elegir a nuestros representantes sino también exigirles actuar a favor de los ciudadanos.

Superar estas condiciones de rezago social, deterioro ambiental y limitado liderazgo político, implica que los ciudadanos ampliemos y profundicemos esa participación en los asuntos públicos de manera propositiva, que los hagamos parte de nuestra cotidianidad y en condiciones de civilidad democrática, que nos preocupemos por el curso de la economía y cómo impacta ésta en nuestro bolsillo, que incidamos en las políticas y acciones oficiales para que apliquen las regulaciones ambientales que acoten la ambición que devasta nuestros recursos naturales y ambiente, o en la gestión pública desde la asignación de recursos y prioridades del gasto gubernamental y la transparencia con que se realiza.

En síntesis, es en nosotros los ciudadanos donde reside la posibilidad de que el desarrollo de nuestra región y las decisiones que se tomen sobre ella nos beneficie. En nosotros está la respuesta a las expectativas que tenemos sobre el futuro que nos depara.

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Escrito en: GERARDO JIMÉNEZ G.

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