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El viernes llega Pancho

DAVID PÉREZ

Jorge Mario, a los 76 años decidió llamarse Francisco, en muchas partes de México, a los que llevan ese nombre, se les dice de cariño: Pancho. Tener sobrenombre es el primer efecto del proceso de mexicanización al que será sometido el sumo pontífice, cualquier cosa que eso quiera decir al mundo contemporáneo. Su figura papal constantemente se aleja de lo sagrado, entendido como poder, estado de excepción y privilegios.

Mexicanización, es el termino que usó "Pancho el Papa" para describir el proceso de violencias que vive México, y que puede extenderse a otros países. A él mismo le está esperando una mexicanación, es decir, meter al Papa en la canasta mexicana de los monopolios, de la exposición mediática para validar figuras de poder, de cúpulas religiosas ensimismadas, de mayorías empobrecidas que sirven para votar y para hacer la valla por las calles.

Las particulares formas de la televisión mexicana le repetirán la liturgia mediática a la que han sometido a sus predecesores: le pondrán un sombrero de charro, le compondrán un himno oficial y comercializarán su imagen. Uno de los eventos de más rating en la televisión mexicana es la figura del Papa en la basílica de Guadalupe.

Quizá uno de los momentos más desfavorables para la imagen papal será la fotografía con Enrique Peña en Palacio Nacional. Desde su campaña presidencial hasta los días previos a la visita de Francisco, el presidente de México se ha visto envuelto en escándalos de corrupción, y ha sido exonerado por su mismo gobierno o simplemente no ha respondido.

La estética primera dama no perderá la oportunidad de tener un momento mediático en exclusiva con Francisco. En su tercer día en México, visitará el hospital pediátrico "Federico Gómez". En el recorrido, el Papa será acompañado por Angélica Rivera, las fotos de este evento, como ya es costumbre, las veremos en la portada del diario oficial de la federación frívola: la revista "Hola".

También en términos eclesiales lo van a mexicanizar. Francisco tiene una clara propuesta de iglesia en salida, no será así su visita, que tiene una agenda donde se privilegian encuentros con sectores del interior de la iglesia. Una "visita en salida" consideraría a grupos que están fuera de la sacristía, como los más de 50 millones de pobres en el país, los familiares de más de 24 mil desaparecidos, las víctimas de las violencias estructurales que han generado más de 60 mil muertos de 2006 a 2012 (Reporte de HRW), y más de 51 mil reconocidas por reconocidas por el gobierno federal entre 2013 y 2015.

Se perdió la oportunidad de compartir la visita con los otros. Hacer que Francisco sostuviera diálogos públicos con la prensa crítica del catolicismo en México, con los hombres y mujeres de buena voluntad, creyentes o no, que defienden los derechos humanos en el país, con las organizaciones civiles y colectivos que trabajan por construir caminos de real democracia y transparencia. La iglesia en salida, accidentada, samaritana, que propone Francisco, aún no existe mayoritariamente en México.

Difícilmente veremos a un Francisco descafeinado. Mantendrá su agenda de temas y reflexiones, relanzará sus invitaciones, transmitirá la teología a través de gestos, seguirá su característico protocolo pontificio: salirse del protocolo cada vez que le sea posible. Esa es la oportunidad que la iglesia de México aún no ha perdido, la de capitalizar la visita de Francisco como un antes y un después, actuando como servidora de una sociedad que vive uno de los momentos más trágicos de su historia, asumiendo el proyecto de vida alternativo en el que cree, y que dista mucho de la lógica de la economía mundial, de la indiferencia globalizada y de la distribución inequitativa del poder en la organización de las naciones.

La iglesia de México, compuesta por comunidades de creyentes, de jerarquía e instituciones, no pueden darse el lujo de que la visita de Francisco quede en folklore, eventos masivos y fotografías. En el contexto que vive el país es urgente asumir proyectos que generen vida plena y paz positiva en la sociedad. La visita del Papa Pancho puede ser un buen inicio. Ojalá que el músculo que la comunidad católica mexicana mostrará al mundo en los próximos días se oriente al servicio de los que más sufren.

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Escrito en: David Pérez

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