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Industria de alimentos en México, mitos a su alrededor

MERCEDES POIRÉ ROMERO*

En 2013 México ocupó el octavo lugar en la producción mundial de alimentos procesados, registrando un aumento importante en su producción al crecer 4 % respecto del año anterior; y se considera que tiene un amplio potencial de crecimiento en los mercados nacional e internacional.

De acuerdo con Proméxico, el crecimiento de esta industria se debe a los altos niveles de productividad y la disponibilidad de materia prima, en un entorno de solidez macroeconómica, la competitividad que ha permitido atraer inversión extranjera a nuestro país y la capacidad del país para fungir como plataforma de exportación gracias a los acuerdos comerciales y la infraestructura de exportación con que cuenta.

La producción de esta industria en 2014 representó 23.4 % del PIB manufacturero y casi 4 % del PIB nacional, lo que indiscutiblemente la coloca en un lugar preponderante para el desarrollo y crecimiento del país. Grandes empresas mexicanas tienen importante participación en esta industria con presencia no sólo en los hogares mexicanos a lo largo y ancho de la República Mexicana sino en muchos otros países, lo que además del valor económico proporciona a nuestro país un amplio valor reputacional.

Como ocurre con otras industrias, México resulta muy atractivo para la inversión extranjera directa en este sector: cuenta con una envidiable ubicación geográfica, acuerdos comerciales con muchos países y sectores, mano de obra muy especializada y una enorme competitividad en costos.

Sin embargo, como toda industria, tiene un lado cuestionable: ¿qué tan saludable es alimentarse con este tipo de "alimentos"? Hay quienes incluso cuestionan si se puede hablar de contenido nutricional al hablar de alimentos procesados.

No cabe duda que se trata de una industria alrededor de la cual se han generado infinidad de mitos, que no contribuyen a que se cuente con una buena imagen. De hecho, se han implementado incluso medidas impositivas para buscar desincentivar el consumo de este tipo de alimentos entre sectores de la población de menores recursos, sin los resultados esperados ya que la población en lugar de dejar de consumir este tipo de alimentos, ha modificado su presupuesto o preferencias para seguir adquiriendo alimentos procesados industrializados.

Pero, ¿cuál es la realidad de estos alimentos? De entrada, pareciera que la propia definición no es muy clara. De acuerdo con un estudio realizado por el Centro de Opinión Pública de la Universidad del Valle de México, para 21 % de la población de cibernautas en nuestro país, alimento procesado es equivalente a enlatado, para 12 % es equivalente a embutidos y para cerca de una cuarta parte alimento procesado tiene que ver con químicos, conservadores o ingredientes artificiales, cuando en realidad prácticamente cualquier alimento que consumimos (incluso los preparados en casa) son procesados.

La población considera que los alimentos procesados tienen químicos y son dañinos para la salud, aunque reconoce también que no es fácil encontrar información confiable en torno a los mismos. Si a esto sumamos que la población ha ido adquiriendo la costumbre de informarse sobre el contenido de los alimentos (58% lo hace) y muchos lo hacen a través de la lectura de las etiquetas (66 % de quienes se informan), sin necesariamente comprender lo que se lee, encontramos un área de oportunidad muy importante para los especialistas en esta área. De hecho, de acuerdo con especialistas en la materia, "el problema real es que la forma en que comemos, los alimentos que consumimos y las decisiones que tomamos para nosotros y nuestros hijos parten de una base de falta de información confiable y oportuna que se sustituye con las creencias de aquellos a quienes consideramos confiables".

En conclusión, habrá que encontrar el equilibrio para que esta importante industria a nivel nacional siga contribuyendo al crecimiento y desarrollo de nuestro país mientras logramos informar mejor a los consumidores de manera que su economía familiar no se vea afectada y, sobre todo, aprendan a comer de manera saludable en pro de una vida más plena y sana.

*Directora del Centro de Opinión Pública de la Universidad del Valle de México.

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