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Dr. Manuel Acuña Cepeda

CUANTO MÁS EJERCICIO NO SIGNIFICA MAYOR CONSUMO DE ENERGÍA

Un análisis muestra que la relación entre actividad física y consumo de calorías es muy fuerte hasta una cantidad de ejercicio moderada, pero se estanca después.

La fisiología contradice la idea del simple balance calórico. Herman Ponzer, investigador de la Universidad de la Ciudad de Nueva York estudió el gasto energético de personas que caminan durante kilómetros a diario y emplean su cuerpo en todo tipo de trabajos cotidianos. Pidió a un grupo de 30 hombres y mujeres Hadza que bebiesen una pequeña cantidad de agua con isótopos pesados de hidrógeno y oxígeno. Con estos átomos vigilados durante dos semanas en las muestras de orina de los voluntarios fue posible calcular su gasto de energía.

El sentido común diría que estos individuos, mucho más activos que los sedentarios occidentales, deberían emplear más energía. Sin embargo, los resultados del estudio indicaban que la diferencia no existía. Explica Ponzer, "estudios en mujeres sanas han mostrado una supresión de la actividad de los ovarios y menor producción de estrógenos como respuesta a la práctica de ejercicio moderado". Y lo mismo sucede con el gasto dedicado al sistema inmune. Cuestiona algunas de las estrategias actuales para prevenir la obesidad, estos enfoques asumen que como el peso es consecuencia del equilibrio entre la energía que ingerimos y la que gastamos, si se hace ejercicio y se quema más combustible, descenderá la masa corporal. Ponzer observó que la asociación entre la actividad física y el gasto energético estaba fuertemente relacionado al principio. Sin embargo, a partir de cierta cantidad de ejercicio, el consumo de energía se estancaba y para conseguir quemar una pequeña cantidad de calorías era necesaria una gran cantidad de ejercicio. Además, observaron que cuanto mayor fuese el porcentaje de grasa corporal de los individuos mayor energía gastaban.

Esta capacidad del cuerpo humano para adaptarse a sus circunstancias también se ha observado en otros seres vivos. Algunos mamíferos en estado salvaje, sometidos a mayores presiones y a una necesidad superior de actividad física, tienen gastos totales de energía similares a sus congéneres en cautividad.

Ponzer no quiere que sus resultados confundan a nadie sobre los beneficios del ejercicio. "Sabemos que el ejercicio es muy importante para la salud y este estudio no cambia ese mensaje", asevera, "pero también tenemos que prestar atención a la dieta". Una vez aclarado ese punto, pasa a explicar que no tienen información detallada sobre el comportamiento de los voluntarios de su estudio, pero que el nivel moderado de actividad que mencionan "se podría alcanzar caminando unos pocos kilómetros al día para ir al trabajo o subir escaleras en lugar de tomar ascensores, e intentar hacer algo de ejercicio a la semana", añade. Los autores del estudio quieren ahora analizar cómo responde el cuerpo al incremento de actividad para reducir la cantidad de energía consumida.

Por ahora, centran su atención en la contribución al gasto energético humano de actividades en las que no intervienen los músculos y en las estrategias del organismo para adaptarse a un incremento de actividad. La reducción en el consumo de otras tareas fisiológicas puede explicar los beneficios del ejercicio al limitar el gasto en inflamación y otras actividades del sistema inmune que pueden tener efectos nocivos para la salud.

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