¿Recuerdas, Terry, cuando por primera vez viste la nieve?
Eras un cachorrillo todavía. Estrenabas el mundo, y el mundo te estrenaba a ti.
Cuando salimos de la casa y contemplaste la insólita blancura te volviste a mí como para preguntarme qué era aquello. Eché a caminar, y me seguiste. Dabas tres pasos, resbalabas y me reía yo. Luego fui yo quien resbalé y caí. Estoy seguro de que reíste tú también.
Ahora ya no estás conmigo, perro mío. Fuiste a otra blancura.
Quizá te sientes solo, pues no está ahí tu señor.
No te preocupes: llegará cuando menos lo pienses. Cuando menos lo piense él.
Entonces iremos juntos, igual que fuimos aquella vez por la blancura de la nieve. Tú me mostrarás el camino, y yo te seguiré. Y todo volverá a ser como antes. Todo vuelve siempre a ser como antes.
¡Hasta mañana!...