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Saque de banda

RENÉ DE LA TORRE

México se ha vuelto un invitado frecuente a las instancias finales en las categorías inferiores del futbol. Campeonatos en mundiales Sub-17, semifinalistas en Sub-20 y hasta un oro olímpico ganado por la Sub-23 así lo confirman.

Ahora que el Tri de Mario Arteaga se ha posicionado entre los cuatro mejores equipos del Mundial Sub-17, ha vuelto a ser tema de discusión el porqué muchos de los jóvenes que triunfan en esta categoría no logran consolidarse en el máximo circuito y por qué estos triunfos no se ven reflejados en la Selección Mayor.

Los señalados como culpables de ambos casos resultan ser los extranjeros, por lo menos para gran parte de los analistas y de los aficionados.

El principal argumento para sostener su opinión es que el número de extranjeros que hay en la liga es exagerado y "tapan" el debut de los jóvenes, por ello piden a gritos disminuir la cantidad de foráneos en los clubes e incluso que regulen a los mexicanos por naturalización en pro de las promesas que sí nacieron dentro de nuestras fronteras.

Sin embargo, disminuir la cantidad de extranjeros en la liga no solucionará el problema, al menos no de fondo. Si esto sucediera seguramente sí veríamos un incremento en la cantidad de debutantes en Primera División ¿pero de qué calidad?

Los extranjeros que vienen a México en su gran mayoría terminan siendo fundamentales en el accionar del equipo en el que juegan y esto incrementa el nivel de competencia no sólo de la liga local sino de cualquier torneo en el mundo, aunque claro que algunos pasan de noche.

El verdadero problema radica en el poco trabajo de los clubes con sus fuerzas básicas, si bien es cierto que la selección Sub-17 poco a poco se convierte en potencia de la categoría, hay que recordar que es el nivel más alejado de la Primera División. Las instituciones deportivas deben cuidar los procesos por los que pasan los jugadores para continuar su formación rumbo al profesionalismo.

Otro problema de fondo acerca de los extranjeros que llegan a nuestro país, radica en el hecho de que los directivos delegan la búsqueda de refuerzos a promotores, que privilegian el negocio por encima de la calidad. Disminuir la cantidad de extranjeros no solucionará el problema si le siguen comprando jugadores a quien les vende malo por conocido.

Los clubes deben de comenzar a trabajar con sus propios scouts, dar seguimiento a prospectos tanto en nuestra patria como fuera de ella.

La hierba mala debe cortarse desde la raíz, no sólo las ramas visibles. Al final, la calidad no tiene nacionalidad.

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