El panteón no se escapa de ladrones

Ni de los ladrones ni de las brujerías se escapa el Panteón Municipal de Torreón. Con más de 100 años de antigüedad y más de 20 mil tumbas, el camposanto también fue víctima de la delincuencia.

Ubicado en el sector poniente de la ciudad, el Panteón número Uno ha sido víctima de robos.

Y es que sin importar que se trate de la última morada para cientos de cuerpos que descansan en este lugar, los ladrones han desarmado o destruido la herrería de las tumbas para ofrecerlas al "kilo".

Salvador Castro, titular de Panteones Municipales en Torreón, informó que fue en el 2010 y 2011 cuando más casos de robos se registraron en este lugar pese a contar con un velador y a los rondines de vigilancia que aún realizan los elementos de la Dirección de Seguridad Pública Municipal.

"Hubo mucho robo de herrería, aunque ha bajado", comentó el encargado de los panteones.

Pero no sólo a robar entran los que lo hacen a "escondidas", sino también para realizar rituales o brujerías.

Si bien ni el velador ni los elementos policiacos han sorprendido a esas personas, sí se han encontrado desde veladoras, comida y otros artículos que hacen sospechar al funcionario, que al interior se realizan ese tipo de actividades.

"No está permitido", insistió Castro, quien explicó que en caso de que se sorprende a una o más personas realizando este tipo de actividades al interior del panteón, serán remitidas a las autoridades policiales.

"Nos damos cuenta porque vemos cosas raras, objetos como alimentos, chiles, flores en el suelo tirados, así como cosas quemadas; desconozco cuál sea la dinámica, Nosotros sólo mandamos a limpiar", dijo.

Otro de los problemas que aqueja a este lugar, es el "olvido" de muchos familiares, pues son incontables las tumbas que se encuentran deterioradas y que representan un riesgo para los visitantes.

Localizar a los familiares es imposible, pues la administración no cuenta con una base de datos que permita ubicar a los responsables del mantenimiento de las tumbas dañadas, tanto por el vandalismo como por el olvido. "Cuando la persona no atiende, tenemos que tomar cartas en el asunto y buscar la manera de protegerlo, instalamos placas o las circundamos con una cinta".