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La Columna de Brizio

¡QUÉ BONITO!

ARTURO BRIZIO CARTER

Tengo un tío al que quiero mucho. Ya pasa de los 90 y sin embargo, conserva una buena salud, una razonable lucidez, come más que un remordimiento y todavía se echa sus cubas. Su hija, que es un encanto, le prepara la primera con un poquito de ron y ya luego se las va disfrazando hasta servirle pura agua mineral con coca. El viejón no protesta y se las toma a muy buena velocidad. En su último cumpleaños, para sorpresa de todos, al preguntarle yo que cómo iba, me contestó: "Ella hace como que me sirve y yo hago como que me empedo".

Pues resulta que allá por principios de los años 60 un grupo de amigos de este personaje habían alquilado un departamento con el propósito de reunirse a platicar, ingerir bebidas espirituosas y jugar pokarito y dominó. Una tarde de ésas de total vagabundaje, tocaron el timbre del recinto habilitado como casino y eran tres señoritas, que como se usaba en esa época en que la inseguridad no existía en la capital de la república, demostraban productos de limpieza tocando de puerta en puerta.

Uno de ellos era un vagazo y las invitó a pasar. Les sirvieron un refresco y las invitaron a probar de algunas viandas que ya estaban puestas en charolitas para la botana. Había papitas fritas, salamí, jamón serrano y una o dos variedades de queso. Al ver aquello, una de las demostradoras le quiso decir algo al oído a su compañera pero los presentes alcanzaron a escuchar. El comentario fue: "No cabe duda, mana, ¡qué bonito viven los ricos!

Esto viene al caso luego de ver el nivel que se juega en el torneo preolímpico de futbol, realizándose en varias ciudades de los Estados Unidos.

Si las selecciones "grandes" de algunos de estos países están para llorar, se vuelve tragicómico ver que en las nuevas generaciones no hay trabajo ni talento.

México asiste en su calidad de campeón defensor pues hay que recordar que en Londres 2012 se colgaron la medalla de oro los dirigidos por Luis Fernando Tena.

Ahora, de la mano de Raúl Gutiérrez, obtendrán sin duda el boleto porque la calidad individual de los muchachos es infinitamente superior a la de sus adversarios. Además, casi todo el plantel posee experiencia en primera división y algunos ya tienen su recorrido por lo que el pánico escénico y otras taras de antaño ya no les pegan en lo anímico.

Por ello, resultó decepcionante verlos sufrir para meterle un gol a Haití. El sueldo mensual del jugador mexicano que menos gane, alcanzaría para mantener un año al débil pero entusiasta cuadro caribeño.

Sólo por la vía del penal fue que se consiguieron los tres puntos y una calificación anticipada que dirimirá el primer lugar de grupo ante Honduras. Al ver a los mexicanos, los haitianos habrán pensado: ¡Qué bonito viven los ricos!

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