Documentos. Don Gregorio conserva el listado de los campesinos de San Lorenzo que recibieron sus tierras. (MARY VÁZQUEZ)
"Cuando se hizo la guerra, nosotros quitamos las tierras a balazos, pedradas, machetazos y hondazos y de qué sirvió si ahorita se les las están regresando a los patrones. Con su dinero las están recuperando, los que ahora están comprando son los hijos, nietos y bisnietos de los que eran nuestros patrones. Ahí vamos a otra vez a los tiempos de antes", cuenta con desilusión don Gregorio López Ruiz, ejidatario de San Lorenzo, uno de los pocos campesinos sobrevientes, que se benefició del Reparto de las Tierras, por el general Lázaro Cárdenas del Río en 1936.
Don Gregorio, quien tiene más de 90 años y que se hizo ejidatario a los 16, recuerda con nostalgia, la visita de "Tata" Cárdenas a San Pedro.
"Aquí estuvo en San Pedro varios días, en Santa Lucía (ahora ejido 20 de Noviembre). Ahí estuvo y luego iba a seguir dándole la tierra a la gente a los demás municipios, como Torreón, aunque anduvo entre la gente estaba con el pendiente de que no lo fueron a "tronar", por que mucha gente rica se oponía a que les quitaran las tierras. Se fue muy contento, era una persona sencilla. No quiso un buen vestido, no venía de 'válgame Dios'. Andaba vestido como si fuera un campesino".
Cuenta que el movimiento para quitarles las tierras a los patrones empezó en 1933 y dos años después, para 1935, personal enviado por el Gobierno federal, empezó a hacer los trámites para que recibieran sus títulos y así fue un año después. Las tierras que les entregaron le pertenecían a Catalina Purcell, de Berington, Brígida Purcell de Charlton y a la señorita Lucía Purcell, quienes poseían una vasta extensión de tierras que abarcaba lo que ahora son los ejidos Santa Mónica, San Lorenzo, Santa Eulalia, Tacubaya, San Marcos y Santa Elena.
Don Gregorio aún conserva el documento con el listado que se hizo en San Lorenzo para que los peones recibieran las parcelas y fueron 322 los campesinos de su comunidad los que recibieron cuatro hectáreas cada uno y que luego algunos se separaron para dar origen a los ejidos El Oasis y La Esperanza.
