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El tejido destejido

Nos pasma la contemplación de sucesos que indican la llegada de nuevas formas de convivencia social, quizá caduca. El espantoso asesinato de dos ancianos a manos de una pareja de muchachos de 17 años él y 16 ella, llevando al lugar de los hechos a una criatura de seis meses producto de esa unión. El asesino, llevaba consigo las sustancias de la droga que lo metía a la burbuja de su enajenación que le permitía acallar la realidad y la conciencia.

Lo anterior es muestra patente de que las instituciones sociales y familiares que hoy toman forma no son las mismas sobre las cuales se fundan los lazos de una sociedad estable y positiva. La legislación actual permite cosas que nuestros grandes juristas de apenas una generación jamás hubieran aceptado. Claro que hay argumentos a favor y en contra en cada una de las realidades que vemos, algunas muy entendibles y aceptables, otras no tanto.

Hoy vemos que la institución del matrimonio tiene un variopinto de amplitud asombrosa; por ejemplo la pareja formada por estos dos personajes referidos, apenas asoman a ver una realidad-por cierto muy alterada- cuando ya llevan una nueva personita a la cual le van a calcar sus costumbres y conductas. No cabe duda que a las nuevas generaciones las va a asaltar un sinfín de fantasmas que los van a sojuzgar en sus sombras.

¿Qué o quién podrá reencauzar a estas personas que van directas al fracaso como personas y como ciudadanos? ¿La escuela, la religión, la misma familia? ¿Quién causó todo este desacomodo? Allá lejanos resuenan los ecos de las guerras (de todo tipo incluyendo las económicas, ideológicas, etcétera).

Pobrecita sociedad del futuro si esto sigue así.

Miguel Ángel Hernández,

Torreón, Coahuila.

***

Origen de la crisis

Lo que afirma Francisco es que, en el origen de la actual crisis financiera, hay una profunda crisis antropológica, es decir, la negación de la primacía del ser humano, convertido en un mero objeto del consumo. Estas críticas están profundamente enraizadas en la Doctrina Social de la Iglesia, y se encontraban también en el magisterio de Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Por eso tiene un punto de sarcasmo que un dictador como Raúl Castro, que se define comunista, elogie el Papa e incluso afirme que de seguir el camino emprendido, él mismo volverá a la Iglesia, a la que durante decenios el régimen castrista ha mantenido bajo asedio. Castro sabe perfectamente que la Iglesia defiende la justicia social y la libertad a un tiempo. Esperemos que culmine una transición a las libertades en la Isla, aunque para eso harán falta pasos concretos, y no frases sin gracia.

Luis Esquena Romaguera,

Girona, España.

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