El último texto de Malbéne inquietó incluso a sus partidarios. Escribió uno de sus más acerbos críticos: "Esto no es teología. Es algo peor: es poesía".
He aquí ese texto:
"Me pregunto si son azules las flores del plúmbago.
"En todo caso serían un poco azules, algo azules, vagamente azules. Tendrían una cierta vocación de azul que no se habría cumplido a cabalidad. Las flores se habrían enamorado del azul, y el azul no les habría correspondido.
"Yo amo al plúmbago, que es azul y no es azul. Y es que me parezco a él. Soy y no soy al mismo tiempo. Tengo su misma indecisión, su misma vaguedad. Quise llegar a la virtud y no puede alcanzarla. Quise abrazar el pecado, y éste me rechazó por no juzgarme digno de él.
"Y así voy por la vida, un pie puesto en el bien y otro en el mal, a veces de la mano de un ángel; otras siguiendo a un demonio. "¿Cómo terminaré? Lo ignoro. Quizá empezando nuevamente".
Un amigo del filósofo le dijo:
-No entiendo la última línea de tu escrito.
Respondió Malbéne: -Yo tampoco.
¡Hasta mañana!...