Columnas Social

ENSAYO SOBRE LA CULTURA

EL PAÍS EN QUE VIVIMOS

JOSÉ LUIS HERRERA ARCE

En estas dos últimas semanas, situaciones familiares, aunadas a noticias en los periódicos, me han hecho pensar en que estamos muy lejos de solucionar los problemas que nos aquejan. Ni siquiera es posible vislumbrar quienes instrumentarán las soluciones urgentes dejando a un lado sus beneficios personales.

Primero, al hijo de una prima lo matan en Acapulco por no pagar derecho de piso, eso después de haber puesto una demanda en busca de protección.

Segundo, una sobrina, que acaba de montar una pequeña empresa, batalla con la compañía de luz para que le conecten una línea trifásica. Le piden dinero disque para comprar un aparato necesario, afortunadamente, encuentra a alguien que le resuelva el problema, por los medios establecidos y legales.

Tercero, te enteras que en la próxima legislatura hay 60 personas de las que se supone hay algo turbio en su pasado o que simplemente son juniors de las familias políticas en el poder y que han llegado ahí por la vía plurinominal.

Cuarto, un rumor que se soltó en algún medio de comunicación que el exgobernador Humberto Moreira podía ser nominado como candidato para la presidencia municipal de Saltillo.

Con lo que se vive y con lo que se sabe, tendemos a sacar conclusiones. En mi caso, sería:

Primero, la inseguridad es la orden del día a pesar de lo que se nos quiera hacer saber. Los años pasan y no aparece la persona que ponga orden en este país que vive en el constante caos, donde no se puede abrir una empresa sin que aparezca un delincuente tratando de hacer su agosto y que al encontrar oposición se lleve entre las patas a los emprendedores que se levantan a diario queriendo resolver su vida y la de los suyos, y todo lo que sacan es la muerte.

Segundo, la corrupción en todos lados es lo mismo. El servidor público hace mucho ha dejado de serlo. El puesto sirve para ejercer un poder en beneficio personal. No hay ningún interés porque la nación vaya resolviendo sus problemas económicos y quien debería de apoyarte te fastidia. porque en eso consiste la cultura del burócrata, salvo sus excepciones, y no tiene quien lo meta a raya.

Tercero, no puedes poner tus esperanzas en personas que no tienes claro cuáles son sus pretensiones políticas, con pasados oscuros o pertenecientes a familias que se están volviendo las nuevas monarquías de las sociedades republicanas. ¿Se imaginan qué tipo de ellos emanarán de estas personas? 60 son muchas. En sus ratos libres se divierten prohibiendo los circos y los toros como si fueran esos los problemas más urgentes de nuestra sociedad, dándose baños de civilización. Nos matan por intentar obtener el pan y nos quitan el circo. No han aprendido la lección de los romanos: al pueblo, pan y circo.

Y son los mismos quienes rondan para ocupar los puestos no importando su historial. Hablo desde uno de los estados más endeudados de la república donde no hay ni para los servicios básicos. Quien nos endeudó, no puede pretender regresar. Al parecer, la palabra dignidad no existe en los diccionarios de algunas personas.

Hoy por hoy, qué esperanzas tenemos en el país y en las ciudades en donde vivimos. Hoy por hoy, qué esperanzas podemos tener en los personajes que nos dan servicios municipales. Hoy por hoy, cómo podemos aspirar a encontrar una legislación efectiva para combatir los males profundos que padece la sociedad, donde la ética, la moral y la vergüenza se han perdido. Los ciudadanos permanecen en silencio, o se conforman con recibir la limosna de los diferentes programas sociales.

Si vas por el Centro, te encontrarás con múltiples locales vacíos. Esa visión alimenta mi pesimismo. Ni siquiera existe la creatividad para hacer productivos esos lugares. Simplemente, somos herederos de una fortuna que se deteriora.

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