Vivir para tocar. El pianista lagunero Ricardo Acosta, quien se encuentra próximo a concluir sus estudios en Nueva York, empieza a ver cristalizados sus logros como concertista en México.
Conversar con Ricardo Acosta siempre es enriquecedor. Tiene claro que su vida es el piano y que el piano es su vida, un binomio que le permite tener a futuro sus metas claras, ser un gran concertista y llevar el nombre de La Laguna a los escenarios más importantes del mundo.
El próximo sábado 15 de agosto el joven lagunero ofrecerá un recital en la Sala Carlos Chávez de la Ciudad de México, mes en el que también tocará en Morelia, el mismo programa, que según explica, le gusta por haberle costado muchas horas de estudio.
Integrado por cinco obras de los compositores Johann Sebastian Bach, Dimitri Shostakóvich, Johannes Brahms, Frédéric Chopin y Maurice Ravel, este programa, con el que arrancó con éxito su temporada el pasado mes de junio en el Teatro Isauro Martínez, es además la confirmación técnica de un joven lagunero con mucho talento.
"Creo que estoy contento, no sólo por tocar en Torreón y otras salas de México, sino porque en general puedo decir que me dedico a lo que más me hace feliz en la vida que es la música, ya estoy viendo donde cursar mi maestría, escucho invitaciones de amigos con los que queremos tocar, y sobre todo disfruto cuando en vacaciones estoy con mi familia".
Ricardo Acosta actualmente se encuentra en la recta final de sus estudios profesionales en la Eastman School of Music, en Rochester, Nueva York, donde cursa simultáneamente las licenciaturas en Piano y en Composición.
Con mucha razón, algunos críticos han señalado al pianista lagunero como uno de los futuros de la música en el país. Algunas voces conocedoras han señalado que el pianista será el próximo Jorge Federico Osorio, una coincidencia en su carrera ya que es en Chicago donde Acosta espera realizar su maestría.
"Me gusta mucho Chicago y siento una gran admiración por el maestro Osorio, por eso todos los días señalo el camino que me lleve a continuar mis estudios con un músico de la talla de este pianista, además porque ha sido un referente en mi carrera".
Lleno de divertidas anécdotas de lo que ha sido su paso por la escuela neoyorquina de música, Ricardo señala que además de técnica, la convivencia con sus compañeros y el entorno en el que ha vivido su aprendizaje, han sido un complemento para ser quien es hoy día.
"Yo me divierto mucho, incluso cuando en la escuela me toca emprender tareas nuevas, o asumir retos, como el recital que preparé para estas vacaciones. Sin embargo, regresar a casa es como tener dobles vacaciones, porque si algo disfruto más que la música, es a mi familia", comenta el joven pianista.
Hace poco más de un año Ricardo Acosta se convirtió en uno de los ganadores de la Master Class que el pianista chino Lang Lang ofreció en la Ciudad de México.
Como solista Acosta ha tocado con la Camerata de Coahuila, la Sinfónica Juvenil de Toluca, la Sinfónica del Estado de Michoacán y la Sinfónica Estatal de Moscú, donde actuó en el Tercer Festival Internacional de Música.
Seleccionado en varias ediciones del curso de la Interlochen School of Arts de Michigan, el lagunero recuerda sus inicios y reconoce sus primero pasos:
"Creo que en mi carrera ha habido maestros clave, como la pianista Mariana Chabukiani, recuerdo mucho sus clases y consejos, una maestra entrañable, incluso cuando era estricta (jajaja) una vez me preguntó que si quería ser pianista, le dije que sí, y entendí por qué me exigía tanto".
Aunque divisa continuar sus estudios en Europa o en Estados Unidos, Acosta tiene claro que lo que más le gustaría es empezar a tocar en diferentes escenarios.
"Lo más importante es seguir preparándome, por ejemplo cuando tengo mis jornadas normales estudio ocho horas diarias, en vacaciones seis o cuatro, y ya un día muy desocupado por lo menos dos horas. La constancia es algo elemental en la música y más con el piano".
Aun cuando actividades como el cine, la lectura y las propias de su edad, hacen parte de su vida, Ricardo tiene muy claro que su vocación es exigente, que la música es un camino largo, que el piano es celoso, y que al final de un camino, cuando se encuentra frente al público en un escenario, todo en él adquiere otra dimensión.
"Yo soy muy tímido, pero lo que me pasa con la música, es que cuando mis manos se posan sobre las teclas, los nervios desaparecen y creo que soy otro, alguien que vive para la música".
