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'El Catracho' y sus tres vidas

BUSCÓ CRUZAR LA FRONTERA DE ESTADOS UNIDOS SEIS VECES TRAS SER SEPARADO DE SU FAMILIA

Vigilante. Toño, 'El Catracho' se mantiene con un sueldo diario de 60 pesos, los cuales gana como vigilante de autos en un estacionamiento en Nogales.

Vigilante. Toño, 'El Catracho' se mantiene con un sueldo diario de 60 pesos, los cuales gana como vigilante de autos en un estacionamiento en Nogales.

AGENCIAS

Tiene apenas 36 años, pero Toño ya va por su tercera vida. La primera terminó hace 17 años cuando el huracán "Mitch" arrasó Honduras, su tierra natal, y acabó con su casa y los cafetales que representaban su única fuente de ingresos. La segunda, hace cinco años, cuando fue deportado de Oklahoma y separado a la fuerza de Shelly, su mujer estadounidense, y sus dos pequeños hijos. La tercera la vive aquí, en esta ciudad fronteriza, donde comenzó de cero e intenta reinventarse una vez más.

"El Catracho", como le conocen por aquí, pertenece a ese 84.4 % de migrantes residentes en Estados Unidos que han sido deportados, pero que debido al endurecimiento de la política migratoria no piensa volver a intentar cruzar.

En el último lustro Toño lo intentó, sin éxito, seis veces; sin embargo, ya se hartó. "La mera verdad ya se me cansó el burro; ya no quiero cruzar al norte", dice con pesar cuando recuerda las humillaciones y las amenazas que ha recibido, así como los peligros que ha sorteado, cada que la Border Patrol lo ha detenido cerca de México y enviado de vuelta a Honduras.

Intenta llegar hasta Stillwater, el poblado de Oklahoma de menos de 50 mil habitantes donde radica su familia y donde él fue feliz diez años, distante mil 700 kilómetros de Nogales o mil 200 de Reynosa. Sin embargo, antes de lograrlo siempre ha sido aprehendido.

Durante la conversación, primero en un céntrico café de Nogales y después en la cuartería donde vive, "El Catracho" permanece cabizbajo y opta por evadir la mirada de sus interlocutores. Es evidente su nerviosismo, pues mientras habla ni un solo momento deja de frotarse las nervudas y grandes manos de carpintero, que contrastan notoriamente con sus delgados brazos, su escuálido cuerpo y su faz de infante sempiterno que remite de inmediato a Alfred E. Neuman, el célebre ícono de la revista Mad: un niño con rostro ojijunto y prominentes orejas.

Sin embargo, a este migrante le falta la eterna sonrisa que caracteriza al cómico personaje. En Toño, que comienza a perder cabello, pero a ganar frente y canas en las sienes, lo que predomina es una mirada triste y melancólica que denota que a su temprana edad lo ha perdido todo en dos ocasiones.

-Estoy muy cansado, pero también me han metido miedo. Cuando los gringos me han detenido, me han dado hasta 90 días en el bote, pero la última ocasión el juez me dijo que (la próxima vez) me darían 6 meses de cárcel… Cada que me agarran me quitan mis pocas pertenencias. Hace tres años me arrebataron un reloj y una medalla (con los nombres grabados de sus hijos) y los tiraron en el desierto, como si fuera basura. No importaron mis súplicas.

Por momentos, en la mirada triste de Toño hay dolor, pero sobre todo mucha indignación cuando se acuerda de sus hijos, de 12 y 9 años, a quienes no ha visto desde hace cinco años.

-Era bien trabajador y me portaba bien con todos. No es justo que me hayan separado de mis hijos. Cuando me han detenido, les he rogado ("a los gringos") que me dejen llegar a Oklahoma para poder verlos aunque sea unas horas, pero siempre me han ignorado y humillado…

"El Catracho" suspira y en sus ojos se asoman unas cuantas lágrimas.

→ Les he explicado que mis hijos están deprimidos desde que me deportaron, que se ponen a llorar a cada rato, que tienen problemas en la escuela y que el mayor le ha lanzado a la maestra objetos como una forma de desquitarse. ¿Ustedes creen que me han hecho caso?

"Cuando hablo con mis hijos les cuento lo que me pasa, les digo que estudien y que se porten bien; ellos lloran y me preguntan cuándo voy a cruzar la frontera para verlos. Yo les digo que no se desesperen, que pronto les voy a caer de sorpresa. Pero eso les digo para que se calmen, porque en mi interior ya no tengo esperanzas de volverlos a ver."

→ Pese a que extrañas tanto a tus hijos, ¿estás decidido a no volverlo a intentar?

Toño se frota aún más las manos y hace una mueca de angustia antes de responder.

-Lo que me convenció de que tenía que pararle es que hace un año en Arenales, Veracruz, me agarraron "Los Zetas" y, junto a un grupo de "compas", me metieron en una Suburban roja con vidrios oscuros y me secuestraron.

"Nos golpearon y mantuvieron amarrados en una bodega al pie de un pozo cerca de unos mangales. Querían que les diéramos los teléfonos de familiares en Estados Unidos. En ese lugar recé mucho y lloré. Vi cómo mataban a otros migrantes. Me llegué a orinar del miedo. Una madrugada, a pocos días de haber llegado, me pude soltar y escapé por el monte. Cuando iba huyendo, pensé que me hallarían y que sería hombre muerto. Fue un milagro haya escapado. Esa, me dije, va a ser la última vez que intento cruzar."

 "NI SIQUIERA AVISÉ A LA FAMILIA"

El 28 de octubre de 1998, Toño se hallaba laborando en el cafetal que su familia poseía en las afueras de San Pedro Sula, cuando una torrencial lluvia comenzó a caer. El huracán "Mitch", uno de los meteoros más poderosos de las últimas décadas, se acercaba a Honduras con vientos sostenidos de 290 kilómetros por hora.

"Fue un verdadero desastre. A las pocas horas la laguna del Carmen se desbordó y el cafetal comenzó a inundarse, precisamente cuando el producto ya estaba maduro y la cosecha lista. Cuando comenzó a llover tratamos de correr hacia la casa. Al llegar, con muchos trabajos, nuestras pertenencias se encontraban bajo el agua que alcanzaba el metro y medio de altura.

"Las autoridades nunca nos avisaron que venía el huracán. Perdimos cosecha y casa. Otros perdieron a sus seres queridos. Entre los muertos había muchos chipotes (niños). Fue como estar en el infierno. Para mi familia, como para miles de hondureños, comenzó la peor pesadilla. Llegó el luto y llegó el hambre".

Tras algunas semanas, Toño, quien vivía con sus hermanos pues sus padres habían muerto años antes, partió hacia el norte con un amigo. "Ni siquiera avisé a la familia". Eran otros tiempos y pudo cruzar la frontera por Texas, sin mayor problema. Su primera vida quedó atrás.

 DONDE HABITABA LA FELICIDAD

Hay otras tormentas que Toño tampoco olvidará. En febrero de 2012 se encontraba en Mexicali soportando uno de los inviernos más crudos de la región, cuando una llamada telefónica terminó de acabar con su segunda vida.

-Ese día hacía mucho frío y tenía bastante gripe. Les llamé a mis hijos desde el albergue donde me encontraba mientras se daba una oportunidad de cruzar. Shelly me contestó. En cuanto escuchó mi voz se puso a llorar. Me dijo que la perdonara, pero que no había podido esperarme y que desde hace meses andaba con otro hombre y había decidido vivir con él.

"Sentí muy feo. Me dieron ganas de colgarle y echarme a correr, pero me aguanté, y todavía le dije que no se preocupara, que todos tenemos derecho a ser felices. Ese día no pude hablar con mis hijos. Era tanta mi pena, que para terminar la conversación le pretexté que estaba en el trabajo y que me estaban llamando. Cuando al fin colgué, salí a la calle y grité con todas mis fuerzas. No recuerdo cuánto tiempo estuve así."

En Stillwater, donde vivió con su familia más de diez años, dice que "conoció la felicidad" y hasta "casi se acostumbró a vivir como rico".

Como carpintero ganaba hasta 28 dólares la hora. Él y su mujer compraron una casa a crédito; pagaban 600 dólares al mes. "Ganaba buen dinero, tenía una buena casa con tres recámaras y garaje con tres carros: una troca y dos Toyotas. Tenía hasta para prestar a latinos. A mis hijos no les faltaba nada. Pero ahora todo se lo quedó el 'Sancho'", dice con pesadumbre.

En contraste, Toño hoy vive en una destartalada cuartería con baños colectivos. Por un cuarto paga 400 pesos a la semana. Su sueldo no da para más. Trabaja en un estacionamiento como cuidador de carros y recibe 60 pesos al día. "Es todo lo que he podido hallar", dice.

Cae cifra de quienes buscan regresar

La política antiinmigrante de la administración Obama no sólo ha repercutido en la decisión de los migrantes respecto de su intención de ingresar a Estados Unidos, sino incluso de regresar una vez que han sido deportados.

La Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte 2013, realizada por El Colegio de la Frontera Norte, revela que en 2009, 65.8 % de la población migrante residente en Estados Unidos que había sido deportada buscaba regresar, sin embargo, en 2013 ese porcentaje cayó a 26.6 %. Entre quienes residían en México o en otros países el porcentaje pasó de 73 a 18.7 %.

Las diferencias entre ambos grupos, establece el estudio, "puede estar relacionado a que los residentes en Estados Unidos ya han formado familia en ese país".

Sobre el tema, la encuesta da a conocer que en 2013, 16 % de los migrantes devueltos que residen en México declaró tener al menos un hijo que reside en Estados Unidos, "lo que corresponde al doble de lo observado en 2009". Sin embargo, entre quienes radican en aquella nación el porcentaje pasó de 55 a 66 % en ese periodo de cuatro años. Además de que 83 % declaró tener trabajo cuando fue deportado.

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Escrito en: El Catracho deportados

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