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Al Larguero

¿QUIÉN SE ROBÓ LA FE?

Alejandro Tovar

Chocaba que los abuelos hablasen siempre de su tiempo juvenil, como lo mejor. Aquellos oídos de niño quedaban para escoger entre lo que pudo ser, lo que entonces era y lo que ahora realmente es, lo cual va redefiniendo la vida y uno encuentra que la gente que vuela, a veces tiene espacio para escribir versos y concluye creyendo que el alma no es más que un estado del sueño, ese que parece alargarse sin ubicar en ellos etapas placenteras, sólo temores y dudas. Están lejanos los días donde aparecían los héroes.

Esclavizados por el futbol desde los días de adolescente, toda esa generación optó por el sometimiento al juego idealizado, porque uno se ve libre y feliz, único, se explota a sí mismo hasta el colapso. Eran los tiempos de la ignorancia, porque faltaba información. Ahora corremos el riesgo de serlo de nuevo, porque sobra la información pero falta la selección, el análisis, el rescate de lo verdadero, lo útil y lo certero. Hay demasiada paja.

Hoy en día, llegado el sábado no necesita de cerveza para dormir por la tarde, pues Cruz Azul noquea a cualquiera antes del descanso. Luego, los regios se toman su turno de sufrimiento y tanto Rayados como Tigres quisieran que Mohamed y Tuca entraran a jugar, con la garantía de que lo harían mejor que sus protagónicos exportados y locales. Por la noche uno ubica como único garante de alegría y futbol de riesgo al León, pues en Pachuca sólo se admira a Jurgen Damm, flecha en la búsqueda de Bolt y el resto es solamente un forcejeo. Más tarde ubique las dudas de Tomás y sus Rojinegros.

Los viernes a fuerza de repetición de chistes, ofertas y promesas, uno entra a la trampa con el resultado repetitivo, con Monarcas y Santos tan mediocres. Si acaso se salva el tozudo Xolos de Daniel, que no tiene capacidad de lucimiento pero está diseñado para aguantar y golpear. Y quiere ver al campeón y no lo encuentra, sólo caballos desbocados con jinetes descabezados y el domingo puede apostar lo que sufren Pumas, Toluca, Chivas y U de G. Los cuatro.

El futbol, debe insistirse, es un depósito sentimental al que deben atender con esmero. La comercialización, la Tv y los sponsors hicieron rico al entorno pero en esa transición nuestro deporte limitó su nivel de calidad, tomó compromiso con el marketing, no con el espectáculo y con la gente, que ahora mismo busca en el pasado reciente, ¿dónde quedó toda su fe?.

El futbol mueve mucho más dinero que nunca y se han apoderado del show, de los medios y deciden de acuerdo al negocio, no en compromiso con el pueblo, ni tampoco con el deporte.

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