El nuevo primer ministro de Grecia utilizó un tono desafiante la víspera de negociaciones de alto riesgo con escépticos acreedores europeos, al decir que "no hay marcha atrás" para su gobierno de izquierda radical en su cruzada por renegociar los compromisos del rescate financiero de su apenas solvente nación.
Alexis Tsipras dijo ayer martes que Grecia está buscando un nuevo acuerdo con sus acreedores que no condene a "toda una vida de miseria" a los griegos que han sido golpeados por cinco años de recortes de ingresos, aumentos de impuestos y una pérdida de empleo récord.
Tsipras habló así justo antes de que se realizara un voto de confianza, el cual su gobierno de dos semanas de existencia ganó fácilmente por 162 contra 137 sufragios. El partido de Tsipras, Syriza, fue respaldado por legisladores de su improbable socio de coalición, un pequeño partido populista de derecha que dice que Grecia podría recurrir a Rusia, Estados Unidos o China en busca de ayuda si fracasan las negociaciones con los acreedores.
Hoy miércoles, ministros de Finanzas de la eurozona tendrán una reunión de emergencia en Bruselas, la cual estará llena de interrogatorios sobre detalles de la nueva propuesta griega para reemplazar los acuerdos de rescate detenidos.
Atenas está bajo intensa presión para que se apegue a sus compromisos existentes -con términos potencialmente más flexibles- que le permitieron obtener aproximadamente 240,000 millones de euros en préstamos de rescate desde que casi cayó en bancarrota en 2010. Grecia argumenta en contra que necesita un acuerdo transitorio para que continúe el apoyo, pero no nuevos préstamos, hasta que se llegue a un acuerdo final en el segundo semestre del año.
"¿Cuánto del acuerdo de rescate aceptamos? Cero por ciento. ¿Qué porcentaje de medidas (de reducción de costo) aceptamos? Aproximadamente 30 % de ese acuerdo es tóxico y lo rechazamos", dijo el ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis.
