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Esclerosis múltiple, causas y síntomas

Los síntomas son debilidad, hormigueo, poca coordinación y fatiga, así como problemas de equilibrio, intestinales o urinarios y en la función sexual, entre otros. (ARCHIVO)

Los síntomas son debilidad, hormigueo, poca coordinación y fatiga, así como problemas de equilibrio, intestinales o urinarios y en la función sexual, entre otros. (ARCHIVO)

EL SIGLO DE TORREÓN

La esclerosis múltiple es una enfermedad del sistema nervioso central altamente discapacitante que, a pesar de no ser frecuente en nuestro país, requiere atención especializada, ya que se acompaña de serios daños físicos y emocionales, como depresión, que afecta a 30% de estos pacientes.

Se estima que el mal es cada vez más frecuente, ya que en los últimos años se ha registrado un incremento exponencial.

Esta enfermedad poco conocida, es propia de naciones como Escocia, que tiene una tasa de 100 casos por 100 mil habitantes, debido a que se relaciona con latitudes de climas templados, razas caucásicas, así como niveles socioculturales y económicos elevados.

La esclerosis múltiple es una enfermedad ocasionada por pérdida, destrucción o lesión de un material que se encuentra en el sistema nervioso central, compuesto por proteínas y grasas llamado mielina, que protege y facilita la conducción de los impulsos eléctricos entre las fibras nerviosas.

Los síntomas varían en gravedad y duración entre diferentes personas y en la misma persona, según el momento. Los más comunes son debilidad, hormigueo, poca coordinación, fatiga, problemas de equilibrio, intestinales o urinarios, en la función sexual, con la memoria a corto plazo y ocasionalmente de juicio o razonamiento, alteraciones visuales, temblor, rigidez muscular, trastornos del habla, andar inestable (ataxia) y sensibilidad al calor.

Al inicio de la enfermedad pueden aparecer uno o varios síntomas, después otros, o los existentes se agravan, mejoran o desaparecen, por lo cual se dice que esta enfermedad es impredecible, pero la fatiga es uno de los más característicos y constantes a lo largo de todo el día, sobre todo a temperaturas elevadas.

Por la propia enfermedad, además del miedo, confusión, pérdida de control y pesadumbre ante el diagnóstico o empeoramiento de la enfermedad, de 30% a 40% de las personas experimenta algún tipo de depresión.

Una mujer con esclerosis múltiple puede embarazarse, incluso durante esta etapa experimenta una remisión, pero después del alumbramiento temporalmente pueden empeorar los síntomas.

Se recomienda a quien sufre esta enfermedad, dejar de fumar, al ser este un factor que afecta la respiración, genera susceptibilidad a infecciones pulmonares y alteraciones cardíacas y, por la debilidad y la descoordinación, puede sufrir accidentes o provocar incendios.

El alcohol puede aumentar los trastornos de la coordinación y del habla. También afecta el buen juicio y altera el comportamiento. Todos estos efectos se añaden a los síntomas neurológicos existentes. Sin embargo, no existe evidencia de que el alcohol empeore la enfermedad.

Su diagnóstico requiere un historial médico que incluye análisis de signos y síntomas, examen neurológico, pruebas llamadas “potenciales evocados” que miden la respuesta del sistema nervioso central frente a estímulos específicos como ruido, imágenes y estímulos sensitivos, resonancia magnética y punción lumbar para analizar la composición del líquido que envuelve la médula espinal (líquido cefalorraquídeo).

Se presenta dos veces más en mujeres que en hombres, sobre todo entre 20 y 40 años de edad. Aunque no es hereditaria, ya que 80% de los pacientes no tiene antecedentes familiares. Los estudios revelan que hermanos u otros parientes cercanos tienen más probabilidad de contraer la enfermedad.

Se carece de medicamentos que curen la esclerosis múltiple, pero existen tratamientos, en ocasiones muy eficaces, para frenar la frecuencia o severidad de los brotes, así como de los síntomas, por ejemplo rigidez muscular, alteraciones esfinterianas, trastornos depresivos o del estado de ánimo.

Quienes desarrollan discapacidad, pueden recurrir a la fisioterapia para fortalecer los músculos debilitados o la descoordinación. Incluye movilidad pasiva, estiramiento, ejercicio para andar, bastones, muletas, andadores u otros utensilios. También se cuenta con la terapia ocupacional, que se utiliza para adaptar el hogar o el lugar de trabajo a fin de proporcionar seguridad e independencia al paciente.

El ejercicio por sí solo no modifica la evolución de la enfermedad pero favorece la salud en general y previene complicaciones causadas por el sedentarismo y la falta de actividad. Ayuda a regular, entre otras, las costumbres de apetito y sueño y contribuyen al bienestar general de la persona.

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