La rosca, una tradición adoptada de Europa

Las celebraciones de la temporada invernal continúan con la Rosca de Reyes, una costumbre arraigada en la Edad Media, la cual llegó al país en los primeros años del Virreinato para ser adoptada por los mexicanos.

Esta tradición fue tomada de la cultura romana por parte de la iglesia cristiana y recuerda la revelación de Jesús a los Reyes de Oriente, quienes ofrecieron al Niño Jesús regalos muy especiales: oro, incienso y mirra, símbolos de riqueza, adoración y sacrificio.

La Rosca de Reyes, por su forma circular, simboliza para los cristianos el amor eterno e incondicional de Dios, porque no tiene principio ni fin, además, es adornada con frutas secas y cristalizadas, las cuales representan las joyas incrustadas en las coronas de los Reyes Magos, un símbolo de las distracciones del mundo, que nos impiden encontrar a Jesús en los demás y muy dentro de nosotros.

Al interior de la rosca se esconde una figurita del Niño Dios, que recuerda cuando María y José escondieron a Jesús del rey Herodes, quien al enterarse que había nacido el Rey de Reyes, ordenó matar a todos los niños pequeños para evitar ser destronado, así el cuchillo representa el peligro en el que se encontraba el Niño Jesús. Originalmente, la figura era una fruta o un haba representando al Niño Dios, pero con el paso del tiempo se convirtió en un muñequito de porcelana hasta derivar en una figura de plástico.

De acuerdo a las costumbres mexicanas, aquél que encuentre el niño escondido en la rosca, se convierte en el padrino y tendrá que presentarlo en la Iglesia con ropa nueva el 2 de febrero, Día de la Candelaria, para después organizar una fiesta donde los tamales y el atole son el platillo principal. Actualmente, partir la Rosca de Reyes, es considerada una celebración para fomentar la convivencia familiar.