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Vuela... agarrado de ala

CLISERIO REYES LOGRA HAZAÑA Y A LA VEZ UN SUEñO: VUELA COMO 'POLIZÓN' SUJETADO A UN AVIÓN

Apoyo. Autoridades y miembros de la sociedad civil apoyaron a Cliserio a salir adelante con su carrera de piloto aviador.

Apoyo. Autoridades y miembros de la sociedad civil apoyaron a Cliserio a salir adelante con su carrera de piloto aviador.

ROBERTO ITURRIAGA

La historia de la aviación mundial ha tenido toda clase de episodios, tragedias que han conmovido al mundo por su impacto, pero también grandes hazañas que quedan para la posteridad y el recuerdo de las sociedades.

Sin embargo, uno de los capítulos más extraordinarios e inusuales de la aviación ocurrió precisamente en la Comarca Lagunera un día como hoy, pero del año 1950, el protagonista fue un joven de origen humilde del ejido Florencia, Cliserio Reyes Guerrero.

Una desfavorable posición económica y la búsqueda de nuevas oportunidades llevó al joven, en compañía de varios de sus amigos, a emigrar a los Estados Unidos a mediados de la década de 1940, las autoridades norteamericanas descubrieron al poco tiempo su estancia ilegal en el estado de Texas y los condujeron a un proceso de deportación inevitable al igual que cientos de paisanos.

La suerte de Cliserio parecía escrita, dadas sus oportunidades debería de regresar a La Laguna y dedicarse a la agricultura o algún oficio de remuneración limitada por el resto de sus días, para aquellos días los campos de algodón o de forrajes eran los destinos más comunes para los habitantes de los ejidos de la región, hasta ese momento Cliserio se dedicaba a manejar tractores para ayudar a su padre en cuestiones agrícolas.

Sin embargo, un acontecimiento cambió por completo la visión y el destino del muchacho Cliserio Reyes, se trataba de la inauguración oficial del nuevo Aeropuerto de Torreón en el año de 1946.

Aquellas máquinas voladoras comenzaron a llegar pronto a la región, provenían de Ciudad Juárez y Ciudad de México y pertenecían a las Líneas Aéreas Mexicanas S. A. (LAMSA) y principalmente se trataba de aviones del tipo DC-3.

El aeropuerto contaba con un edificio sencillo, una torre de control, instalaciones de mantenimiento y su respectiva pista, pero ninguna barda u obstáculo evitaba que los pobladores de zonas aledañas pudieran observar el despegue y aterrizaje de los aviones, el espectáculo era inevitable y frecuentemente se reunían grupos de jóvenes para presenciar la modernidad de la aeronáutica.

VOLAR, EL ÚNICO OBJETIVO

Cliserio, de poco menos de 17 años de edad, se volvió un visitante frecuente de aquellos despegues y aterrizajes en el aeropuerto, día tras día aumentaba su fascinación por los aviones, su funcionamiento y los destinos a los que se dirigían. Pronto, su objetivo en la vida sería volar a como diera lugar en una de esas máquinas.

Para un joven como Cliserio el comprar un boleto de avión era algo prácticamente imposible, así que solamente quedaba la alternativa de buscar un trabajo como ayudante de los trabajadores del aeropuerto, situación que decidió llevar a cabo por espacio de algunas semanas. No obstante, el laborar tan cerca de los aviones no significaba que podía subir a uno, lo que finalmente obligó a Cliserio a formular un plan digno de cualquier película del cine de Hollywood.

Durante varios meses el joven observó con detalle los movimientos de la compañía en sus vuelos, todo su tiempo libre lo dedicó a memorizar los tiempos de salidas y llegadas, trató de idear muchas formas para introducirse a un avión sin ser descubierto, pero llegó a la conclusión de que solamente existía una manera de hacerlo, y era engancharse del exterior de la nave a como diera lugar.

Cliserio finalmente tomó el valor suficiente para realizar su plan por la noche del ocho de octubre de 1950, para las 22:00 horas había conseguido ya una gorra de cuero con orejeras, una camisa de manga larga y unos lentes para soportar el golpe del viento, solamente quedaba pendiente sortear la vigilancia de aquel aeropuerto y poder llegar hasta un avión DC-3 que se encontraba por partir a la Ciudad de México.

Aquella aeronave de pasajeros tenía la matrícula XA-FUM y se trataba del vuelo número 100, en punto de las 23:30 horas el personal de la pista y de la torre de control dieron permiso al piloto Jorge Guzmán Lavat de proceder a su despegue, nunca se percataron que en una de las alas estabilizadoras de la parte trasera del avión estaba el joven Cliserio, aferrado al aparato con sus propias manos y listo para volar.

Pronto la máquina comenzó a tomar velocidad y elevación, Cliserio pudo ver las luces de los hogares de Torreón desde las alturas y su sueño se había cumplido por fin, estaba llevando a cabo una de las proezas más arriesgadas de la historia de la aviación y todavía no lo sabía.

En cuestión de minutos el DC-3 alcanzó los 300 kilómetros por hora de velocidad, el clima estaba despejado y se le había realizado una revisión a la aeronave antes del vuelo a la Ciudad de México, pero antes de llegar a los 12 mil pies de altura el piloto Guzmán reportó una "vibración inusual en los controles", hecho que lo obligó a regresar a Torreón para evitar cualquier eventualidad.

El descenso fue tranquilo y rutinario, pero al momento del aterrizaje un hecho extraño llamó la atención del personal de la pista, en el estabilizador trasero derecho estaba un muchacho, la camisa se le observaba completamente rota y sus brazos estaban entumidos sobre el fuselaje. De inmediato los trabajadores del sitio llamaron a las autoridades municipales para reportar que un "polizón" había viajado en la nave.

Luego de que algunos médicos revisaran a Cliserio (para descartar lesiones en su salud y hasta en sus facultades mentales) determinaron que se le enviaría a la cárcel municipal, ahí se le podría acusar de homicidio en grado de tentativa debido a los daños que habría causado si el avión con sus pasajeros hubiera caído.

 NACE UNA LEYENDA EN LA AVIACIÓN MEXICANA

No obstante, es en este punto de la historia en el que la vida del joven soñador cambió por completo, fue el 10 de octubre de 1950 que El Siglo de Torreón entrevistó personalmente al muchacho después de haber realizado su extraordinario viaje, declaró al reportero que su "más grande sueño era convertirse en piloto aviador".

"Me gusta el estudio, pero desgraciadamente somos muy pobres para continuarlos", afirmó Cliserio en aquellos momentos de incertidumbre legal.

La historia apareció en la primera plana del periódico el día 11 de octubre y de inmediato generó reacciones de apoyo a nivel local, nacional e incluso internacional, a tal grado que diversos benefactores apoyaron legalmente al joven para que librara cualquier acusación y en vista de que no se había causado ningún daño.

Su historia se volvió tan popular que algunas versiones extraoficiales de la historia indican que personajes como el actor Pedro Infante, el presidente municipal en turno y otros más se habrían ofrecido a pagar una beca de aviación al joven Cliserio.

No obstante, la beca sí fue pagada y Cliserio viajó meses más tarde a la Ciudad de México para capacitarse como piloto aviador, el apoyo de empresarios de la región y de autoridades incluso le permitió asociarse con algunos conocidos para armar una flotilla de aviones fumigadores años más tarde.

Cliserio regresó a su tierra con la fama de un héroe, por varios años manejó con éxito su empresa de fumigaciones aéreas en la región hasta que la crisis algodonera de la década de 1960 lo obligó a buscar oportunidades en otras partes del país.

Un Cliserio Reyes, junto con algunos miembros de su familia, se estableció finalmente en el municipio de Tapachula, Chiapas, donde mantuvo sus servicios aéreos junto con otros pilotos y trabajadores que lo siguieron desde La Laguna.

El éxito de su pequeña franquicia avaló su trabajo por las siguientes décadas hasta que falleció antes de ver la llegada del nuevo milenio, su empresa se mantiene activa actualmente, gracias al apoyo de los hijos que le sobreviven.

Pocos han sido los homenajes, reconocimientos y otras actividades para recordar aquel histórico día en la aviación mexicana, el día en que un joven campesino de La Laguna se atrevió a volar a costa de arriesgar su propia vida.

90

MINUTOS

Fue el tiempo aproximado del vuelo.

19

AÑOS

Tenía el joven Cliserio al momento de su vuelo.

64

AÑOS

Se cumplen hoy de aquel capítulo de la aviación.

Orgulloso. Cliserio Reyes logró convertirse en piloto aviador y dirigir su propia flotilla de aviones fumigadores en Torreón.
Orgulloso. Cliserio Reyes logró convertirse en piloto aviador y dirigir su propia flotilla de aviones fumigadores en Torreón.
Apoyo. Autoridades y miembros de la sociedad civil apoyaron a Cliserio a salir adelante con su carrera de piloto aviador.
Apoyo. Autoridades y miembros de la sociedad civil apoyaron a Cliserio a salir adelante con su carrera de piloto aviador.
Exclusiva. El Siglo de Torreón publicó la hazaña de Cliserio Reyes Guerrero, aquí la portada del 11 de octubre de 1950.
Exclusiva. El Siglo de Torreón publicó la hazaña de Cliserio Reyes Guerrero, aquí la portada del 11 de octubre de 1950.

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Escrito en: personajes laguneros laguneros historicos

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