Siglo Nuevo

Viesca, entre el olvido y la esperanza.

El encanto de un pueblo dormido

Viesca, entre el olvido y la esperanza.

Viesca, entre el olvido y la esperanza.

Roberto Iturriaga

Calles casi vacías, donde sólo se oye el sonido del viento entre los árboles, hacen difícil imaginar que Viesca, un pueblo de poco más de 20 mil habitantes, haya sido alguna vez un sitio lleno de energía, y que impulsó el origen de la actual Comarca Lagunera. Diversos factores forjaron el destino de este municipio; la expansión social y económica de la región lo aisló, la falta de agua y de inversiones terminaron por llevarlo a la marginación y al abandono casi total, sobre su gente pesaba la amenaza de convertirse en un pueblo fantasma hasta que en 2012 un asomo de esperanza llegó al ser catalogado “Pueblo Mágico”, una iniciativa federal para atraer turismo, quizá una de las última oportunidades para Viesca.

Llegar a Viesca implica salirse de las carreteras más importantes de Coahuila y que cruzan La Laguna apuntando hacia otros lugares como Saltillo, San Pedro de las Colonias y hasta el estado de Durango. Viesca simplemente quedó fuera, el recuerdo de la grandeza aislado en el último rincón del sur de la entidad.

La cabecera municipal de Viesca se encuentra a unos setenta kilómetros de Torreón, la más importante ciudad de la región lagunera. Luego de pasar por Matamoros, Congregación Hidalgo y otros municipios espera una carretera recta y desgastada de únicamente dos carriles. Eventualmente, se llega a una intersección con el ejido Emiliano Zapata, un letrero señala dos opciones: Parras de la Fuente y Viesca, ambos destinos cuentan con la etiqueta de “Pueblos Mágicos”, pero tienen historias muy diferentes.

A unos pocos metros de tomar camino a Viesca espera un grupo de trabajadores con máquinas sobre la carretera, “disculpe las molestias, estamos construyendo un Pueblo Mágico”, señala un letrero. Los hombres realizan labores de reparación del libramiento Zapata-Viesca, son las primeras obras importantes en una vialidad cercana al pueblo en los últimos años. Las mejoras a esa vialidad apenas comenzaron hace unos meses, se trata de un proyecto a largo plazo para tratar de mejorar la conectividad del lugar con los otros municipios, “es un primer paso”, dicen los funcionarios de gobierno.

Cuando finalmente se entra en el corazón de Viesca la calma es el factor común, ancianos sentados en sus pórticos, esperando que llegue la tarde y el día siguiente. Los comercios de la zona Centro lucen casi vacíos, en la plaza principal espera un kiosco y una torre pequeña con un reloj marca el tiempo cada hora con ruidosas campanas que rompen el reinante silencio de las mañanas y las tardes.

La iglesia del santo patrono del pueblo, Santiago Apóstol, se ubica frente a la plaza. De color blanco y detalles de cantera sencillos en el exterior, pero con pinturas e imágenes religiosas de gran historia en su interior, el templo es uno de los pocos testigos del inicio y desarrollo de Viesca, permanece de pie para celebrar cada año las fiestas patronales.

“Todo se ha ido apagando poco a poco, la gente se va a Estados Unidos o a Torreón, aquí no hay nada que hacer… si no hacen bien lo del Pueblo Mágico todo esto se va a morir”, sentencia el señor Rufino Martínez, quien ha vivido la mayor parte de sus 78 años dentro de los límites de Viesca.

A pesar de sus palabras, el señor Martínez asegura que en tiempos de sus padres y abuelos “la situación era otra”, la prosperidad económica y las actividades de comercio eran tan importantes que Viesca era la referencia cuando se hablaba de La Laguna.

ECOS DE UN PASADO DE GLORIA

La historia de Viesca tiene orígenes mucho más antiguos. Fue durante la colonización de los españoles en la zona norte del país cuando se introdujeron tribus tlaxcaltecas (enemigos de los mexicas y aliados de los europeos en la conquista) para pacificar a los indígenas chichimecas originarios de la región, nómadas que se dedicaban principalmente a la recolección de semillas y la caza de presas pequeñas.

No pasó mucho tiempo antes de que los tlaxcaltecas y los españoles impusieran su sistema en el territorio que hoy comprende La Laguna; misioneros religiosos de diversas órdenes, principalmente jesuitas, comenzaron de inmediato a colocar templos y áreas habitacionales en Santa María de las Parras (hoy Parras de la Fuente) y otros sitios estratégicos de la región.

La llegada de más españoles y sus descendientes a la región detonó la vida social y económica con el paso de las generaciones. Los tlaxcaltecas pronto se vieron en la oportunidad de contar con una nueva tierra para intentar tener un nuevo comienzo avalado por la corona española.

Para inicios de 1700 los hijos de las primeras generaciones de los tlaxcaltecas, en su mayoría trabajadores de Santa María de las Parras, elevaron una exigencia al Marqués de Aguayo para que les otorgara un territorio donde establecerse oficialmente. Luego de varios años de conflictos y tensión la petición fue concedida oficialmente el 24 de julio de 1731.

Los tlaxcaltecas decidieron establecerse cerca del mismo poblado de Santa María de las Parras, exactamente en el llamado Paraje del Álamo y cerca de un ojo de agua (hoy llamado Juan Guerra en honor a un minero español que se adjudicó su descubrimiento); ese territorio se convertiría con el tiempo en Viesca, Coahuila.

Algunas fuentes históricas detallan que los tlaxcaltecas decidieron llamar a su nuevo poblado San José de Gracia y Santiago Apóstol, el poblado habría comenzado con alrededor de cincuenta personas, cifra que posteriormente se incrementó con el constante e inevitable intercambio socioeconómico con Santa María de las Parras.

Con el paso de los años la primitiva comunidad de Viesca fue transformándose, principalmente debido al comercio de sales, cultivos como la uva y hasta de frutas, gracias al ojo de agua que brotaba de las serranías cercanas de forma abundante.

En el año de 1811, recién iniciada la guerra de Independencia, el Ejército Realista hizo prisionero a Miguel Hidalgo, iniciador del movimiento. En un recorrido hacia el norte de la república lo hicieron pasar por Viesca e incluso lo encadenaron a un árbol de gran tamaño, testigo histórico que todavía se observa en pie, pero no cuenta con ninguna placa alusiva para brindar la información a los pocos turistas.

El territorio jesuita cedió terreno también a familias de gran importancia económica y social en la entonces Nueva España, tal como fue el caso de los Sánchez Navarro, quienes adquirieron una parte significativa de la actual Viesca. Para principios de 1800, en la hacienda se encontraban ubicados "Los Talleres de Hornos", donde se fabricaban locomotoras, vagones de ferrocarril y tranvías, una de las razones por las cuales la Ex Hacienda de Santa Ana de Hornos fue uno de los testigos fundamentales del desarrollo económico de una región entera por siglos. Para el año de 1840 los problemas de tenencia de tierras con los aún habitantes de la zona tlaxcalteca, el caluroso clima y la inestabilidad económica obligaron a la adinerada familia a vender la hacienda. El comprador fue el vasco Leonardo Zuloaga, quien actualmente es catalogado como uno de los más importantes impulsores de la región en el siglo XIX.

Precisamente para 1830, y previo a la venta de la Hacienda de Santa Ana de los Hornos, se le otorgó el nombre oficial actual al municipio de Viesca, esto en honor al primer gobernador del naciente estado de Coahuila y Texas, José María Viesca y Montes.

Leonardo Zuloaga adquirió la Hacienda de Santa Ana de los Hornos con la visión de transformar el trabajo agrícola y económico de toda la región, para lo cual modificó los sistemas de riego existentes debido a la escasez de agua y logró que Viesca ganara notoriedad regional y hasta nacional con su hacienda como referencia.

Sin embargo, nuevamente los conflictos con la comunidad tlaxcalteca salieron a flote; la comunidad indígena e incluso habitantes de otros municipios como Matamoros reclamaban su parte en la creciente actividad agrícola.

Uno de los errores de Zuloaga fue haberse declarado partidario conservador, siendo presidente en aquella época el liberal Benito Juárez, quien luego de la restauración de la república no dudaba en confiscar la propiedad para su posterior repartición entre la población local.

En 1864 Juárez en persona pasó huyendo del ejército francés y de los conservadores por varios municipios de La Laguna, incluyendo Viesca.

La casa donde el entonces presidente itinerante durmió se ha conservado desde entonces tal y como él la dejó, siendo un museo actualmente.

El 20 de febrero de 1865 falleció el señor Zuloaga, su viuda, doña Luisa de Ibarra, intercedió ante el gobierno federal para que le fueran devueltas por lo menos parte de sus tierras a través de los organismos de economía de aquel entonces, situación que finalmente ocurrió meses más tarde.

Actualmente, sólo quedan parte del edificio que formaba la Hacienda de Santa Ana de los Hornos en Viesca, así como una iglesia que levantaron los jesuitas antes de salir de la región en 1767, ahí se venera a Santa Ana y a la virgen María.

Pero Santa Ana de Hornos no era el único sitio próspero, al municipio de Viesca llegaban cientos de trabajadores que recogían las cosechas de los sembradíos de la hacienda de Bilbao, el Barrial, los Cerritos, la Peñebe y otros, cuya sed de agua era calmada por los manantiales de Ojo Azul, Bilbao y las acequias que se desprendían del ojo natural Juan Guerra, que llegó a verter mil 400 litros de agua por segundo.

El esplendor del poblado era tal que el primer tranvía urbano y suburbano que rodó en La Laguna transitó primero en las calles verdes de Viesca, abriéndose paso entre las acequias cargadas de agua, que incluso hicieron del lugar un centro turístico.

Igualmente, la primera fábrica férrea de la Región Lagunera se instaló en el próspero municipio. A la villa no solamente llegaron los modernos medios de transporte, también familias que se instalaron en busca de progreso.

EL CASO DE LA CAPILLA DE SANTA ANA

La fundación del sitio de Santa Ana es tan antigua como la misma incursión de las primeras misiones jesuitas que encabezó el padre Juan Agustín de Espinosa en 1598. Tras la expulsión de los jesuitas de la región y de todo el imperio español en 1767, una junta de árbitros temporales administró Santa Ana y todas la propiedades de la compañía en la región.

Sin embargo, los tratados de Bucareli de 1923, que firmó el presidente Álvaro Obregón, llamados "La Amistad y el Comercio", en los cuales el Gobierno a cambio de ser reconocido por Estados Unidos renunciaba a la elaboración de maquinaria pesada, terminaron por convertir un emporio económico en un terregal de olvido que finalmente fue expropiado en 1934 con la Reforma Agraria, sepultando totalmente cuatro siglos de historia.

Hasta hace cuatro años la Capilla de Santa Ana, cuya construcción inició en 1652, se encontraba en estado de abandono; el exterior, las paredes pintadas a mano del interior, el retablo, las esculturas y pinturas que datan de los siglos XVII, XVIII y XIX, presentaban algún grado de daño debido a la falta de mantenimiento y conservación. Sin embargo, gracias a recursos provenientes del Fondo Nacional de conservación de Monumentos Nacionales, la Comisión de Presupuestos de la 60 Legislatura, el Gobierno del Estado y Fundación Lala, se invirtieron más de cinco millones de pesos para rescatar ese patrimonio histórico y cultural.

Actualmente el templo es uno de los principales atractivos turísticos del municipio de Viesca, no obstante, la iglesia se cierra de forma permanente al público local para evitar daños, robos o vandalismo, aunque paradójicamente quienes conservaron la riqueza patrimonial de la capilla, fueron los mismos habitantes del ejido Venustiano Carranza, donde se encuentra la capilla. Personal de seguridad permite el acceso únicamente a turistas y a los pobladores en eventos especiales, tales como los festejos de Santiago Apóstol cada 24 de julio, fecha en que también se celebra la fundación de Viesca.

Las flores, veladoras, cámaras con flash y hasta ofrendas como collares, cartas y demás, se controlan de manera estricta para evitar una imagen de desorden en el sitio que no es precisamente un museo, sino un templo católico donde desde históricamente los habitantes de la región habían ingresado y cumplido con sus rituales, y llevando las ofrendas que culturalmente representan parte de la identidad socio cultural de un pueblo.

“No nos dejan entrar para nada, a veces está abierto y aprovechamos para rezar, pero el velador es muy especial y no deja que nadie lleve cosas… ni parece iglesia”, comenta una de las habitantes del ejido Venustiano Carranza. La Capilla de Santa Ana es parte de la historia de la región, pero quien dice quién, cuándo y cómo se entra, es el ingeniero García Triana, del patronato de Adopta una Obra de Arte, explica una vecina del ejido.

De igual forma fueron restaurados los restos del edificio de la hacienda, sin embargo, el proyecto de ese sitio es todavía más ambicioso, pues se pretende crear un centro cultural y de exhibiciones artísticas, por lo que todavía no se encuentra permitido el acceso a turistas.

“El proyecto en la Hacienda de Santa Ana de los Hornos nos va permitir atraer más gente, tenemos que rescatar primero lo que se estaba cayendo, no podemos presumir algo que no tenemos o que se nos va a destruir… queremos que Viesca salga adelante como un lugar histórico atractivo”, comenta el actual alcalde del municipio, Marcelo Quirino.

ENTRE EL PROGRESO Y EL MITO DEL PUEBLO FANTASMA

Viesca tiene 21 mil 309 habitantes en total, unos cuatro mil viven en la cabecera municipal, mientras que el resto lo hace en municipios tan alejados que casi colindan con Torreón y Matamoros.

Desde principios del siglo XX se estima que más de la mitad de sus pobladores han salido en una o más ocasiones de Viesca para buscar una oportunidad de trabajo, los destinos predilectos parecen ser dos: Estados Unidos y Torreón, Coahuila.

A pesar de que las autoridades del gobierno federal y estatal catalogaron a Viesca como apto para ser llamado “Pueblo Mágico”, la realidad es que se carece de muchos servicios básicos, situación que detiene el desarrollo social y económico.

No existe un solo hotel, solamente se cuenta con hostales y casas de hospedaje que no tienen capacidad para más de 200 visitantes, una sola gasolinera abastece en la entrada del pueblo y la energía eléctrica falla debido a la falta de mantenimiento.

Solamente tres de cada diez habitantes de Viesca cuenta con agua potable entubada, lo que quiere decir que el resto de la población debe de comprar garrafones con agua purificada o hacer uso de norias para higiene diaria y actividades de la vida común, incluidos el comercio y la educación.

Seis de cada diez habitantes tiene acceso a una computadora y sólo uno de ellos utiliza Internet diariamente. Incluso un servicio tan elemental como el teléfono se encuentra siendo usado por sólo el 40 por ciento de la población.

La situación educativa no es diferente a la de una comunidad rural que se califique como “rezagada” o “marginada”, pues solamente el 14.3 por ciento de la población llega a la secundaria, el resto se queda en la instrucción primaria desde el cuarto hasta sexto grado.

“No tiene caso estudiar, de todas maneras no te van a dar trabajo”, comenta un joven con uniforme escolar a las afueras de la única preparatoria que existe en el municipio.

Además de la preparatoria, se cuenta con sólo una escuela secundaria, dos escuelas primarias y una extensión de la Universidad de Monclova que ofrece preparación técnica; la oferta es baja por un motivo principal: no hay demanda laboral.

Hasta la década de 1980 la actividad económica en Viesca se encontraba diversificada entre la producción de sal, el comercio y en una menor medida la agricultura, pero la empresa Sulfatos de Viesca (encargada de la producción salina) cerró sus puertas al inicio de los noventa.

Decenas de trabajadores no tuvieron otra alternativa más que emigrar hacia los Estados Unidos, dejando a sus esposas, madres e incluso hijos solamente con la promesa de apoyarlos con remesas.

De hecho el fenómeno de migración en Viesca tiene antecedentes desde principios del siglo XX y generó consecuencias culturales, reflejadas principalmente en el festejo del llamado “día del ausente”, una celebración programada para los festejos del aniversario del municipio, que consiste en dar una comida en honor a todos los trabajadores que regresan al pueblo una vez al año.

La migración incluso se convirtió en la principal amenaza de convertir a Viesca en un pueblo fantasma, pues las nuevas generaciones en el municipio preferían seguir el ejemplo de sus padres en el extranjero en lugar de quedarse a buscar sustento en el propio terruño.

Una vez al tanto de tales cambios, las autoridades de diversos niveles se dieron a la tarea de buscar nuevas fuentes de trabajo, situación que lograron con la instalación de cuatro maquilas durante la misma década de 1990. Empresas de manufactura textil y automotriz, principalmente, encontraron en Viesca una oportunidad para realizar sus producciones a bajo costo y con facilidades en los pagos arancelarios, sin embargo, la amenaza del pueblo fantasma regresó.

Con el paso de los años, y el declive en la producción de las maquilas a nivel nacional, fueron cerrando todas las empresas, la última en el año 2003.

De nueva cuenta decenas de familias se quedaron sin opciones de sustento económico, regresando a la única opción de salir del municipio para buscar otro futuro.

Según el último censo económico del Instituto Nacional de Geografía, Estadística e Informática (INEGI), en Viesca existe un 58.4 por ciento de población que no es económicamente activa, la mayor parte de este segmento se dedica a labores del hogar o son estudiantes.

“Ese es el problema de Viesca, que la gente no tiene trabajo, la verdad es que como ciudadanos de aquí, como funcionarios, buscamos siempre que existan alternativas, pero no es fácil… ya existe una inercia que es muy difícil de revertir, la gente estudia la secundaria o la preparatoria y se va a trabajar fuera, por eso queremos que todo eso cambie, le estamos apostando al turismo, esa es la verdad”, indica el Secretario del Ayuntamiento del poblado, Melitón Fernández.

Las últimas cuatro administraciones municipales han tomado diversas medidas para tratar de generar empleo ante la debacle de la inversión privada, por ejemplo con la promoción de sitios como las Dunas de Bilbao, el Centro Recreativo Juan Guerra y las visitas guiadas a la Capilla de Santa Ana.

Las Dunas de Bilbao se encuentran en el ejido Vizcaya de Viesca, se trata de un sitio donde se acumuló arena fina y brinda un aspecto de auténtico desierto a los visitantes. El escenario proviene de hace millones de años, de otras eras, cuando la región se encontraba sumergida en un mar.

Alrededor de ese ambiente natural se han intentado aprovechar diversas actividades como la renta de cuatrimotos, exploraciones a pie y hasta el turismo de investigación. Se construyeron albercas, palapas y baños para hacer más cómoda la experiencia de la visita.

Sin embargo, la falta de promoción y de apoyos de los mismos gobiernos ha ocasionado que las instalaciones se dañen por la falta de mantenimiento y se otorgue al turista un aspecto de abandono.

En el caso del Centro Recreativo Juan Guerra se han intentado otras opciones, tales como la construcción de albercas para uso público, la colocación de canchas deportivas y hasta la construcción de un estanque para la pesca deportiva.

El éxtito en el Juan Guerra tampoco ha sido el esperado por las autoridades. La lejanía del centro recreativo (se ubica a las afueras de la cabecera municipal), la falta de difusión entre los turistas que arriban y los pocos recursos dieron resultados similares a los de las Dunas de Bilbao.

El estanque para la pesca recreativa funcionó por espacio de algunas semanas de este 2014 debido a problemas diversos, principalmente por la falta de conocimiento de las autoridades en el cuidado de los peces, el balance químico en el agua del estanque y las inadecuadas instalaciones en general.

“La verdad es que estamos tratando de empezar de cero, de la nada, por eso es tan importante para nosotros el hecho de que nos apoyen con lo de Pueblo Mágico, casi lo vemos como un rescate del problema en el que estamos”, comenta Melitón Fernández.

SERVICIOS DE SALUD, UN RETO MÁS

La población de Viesca en su mayoría cuenta con un servicio de salud (69.8 por ciento), de la que el 44 por ciento pertenece al Instituto Mexicano de Seguro Social (IMSS) y el 21 por ciento al Instituto de Seguridad Social al Servicio de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), mientras que casi un 30 por ciento carece absolutamente de seguridad social.

Hasta este año no se contaba con ambulancias o unidades de traslado en caso de emergencias médicas, pero fue el mismo gobernador del estado quien por primera vez entregó la unidad para uso exclusivo de los habitantes de Viesca.

“Si alguien está grave, lo más común es que se lo lleven a Matamoros o a Torreón, si el traslado es rápido se pueden hacer desde veinticinco minutos o hasta cuarenta minutos si hay tráfico… esperemos que con la ambulancia todo sea más rápido y ya no haya tanto problema”, aseguró el Secretario del Ayuntamiento.

El mismo gobierno del estado ha dado a conocer, luego de que se declarara a Viesca como “Pueblo Mágico”, que el objetivo para los próximos años es dotar al municipio de un nuevo hospital público, el cual pueda dar atención suficiente y de calidad tanto a los pobladores como a turistas en caso de necesitarlo.

Todavía no se conocen detalles sobre tal promesa, aunque a nivel municipal se espera poder hablar de forma seria del proyecto por lo menos en los próximos cuatro años.

PUEBLO MÁGICO, RENACER O MORIR

El escudo de armas del municipio de Viesca tiene en una de sus imágenes la extinta planta de sales, aunque también lleva por lema oficial “Siempre Renace”, esto ante la llamada amenaza del pueblo fantasma.

El lema es reproducido constantemente por los pobladores, funcionarios y otros políticos con mayor frecuencia desde que se convirtió en “Pueblo Mágico”.

La iniciativa de pueblos mágicos tiene el objetivo de rescatar el atractivo histórico, cultural y artístico de los municipios con valor de esa clase, en Coahuila existen cuatro poblados con esa etiqueta: Cuatrociénegas, Parras de la Fuente, Arteaga y Viesca.

A este último se le asignaron cuatro millones de pesos para invertir en infraestructura y servicios en 2013, mientras que para este 2014 se espera una suma de alrededor de ocho millones de pesos.

El reto será poder transformar las amenazas del pueblo fantasma, de un municipio abandonado en una comunidad pujante y con nuevos logros, capaz de regresar a sus hijos, los ausentes, de una vez por todas.

HABITANTES TOMAN LA INICIATIVA

Las 36 mil 200 hectáreas que conforman las Dunas de Bilbao, uno de los más bellos paisajes de Coahuila, fueron declaradas recientemente área natural protegida voluntaria.

La zona que se constituye como un atractivo turístico del municipio de Viesca, comprende parte del territorio de los ejidos Villa de Bilbao y Tomas Garrido del municipio de Viesca.

Su adscripción al programa de Áreas Naturales Protegidas Voluntarias es una muestra del compromiso que la comunidad ha establecido con su entorno, así como una alternativa para poder acceder a recursos que permitan su conservación.

Los habitantes de esta región mantienen la esperanza de volver a vivir de la riqueza de sus tierras y confían que esta iniciativa vendrá a mejorar las condiciones del área para lograr ese cometido.

Con este decreto Coahuila se coloca como la segunda entidad con más áreas protegidas después de Baja California.

Plaza principal.
Plaza principal.
La ex Haciendo de Hornos
La ex Haciendo de Hornos
Presidencia Municipal
Presidencia Municipal
Capilla de Santa Ana
Capilla de Santa Ana
Danza de los caballitos
Danza de los caballitos
Dunas de Bilbao
Dunas de Bilbao
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