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Efemérides del Beisbol Lagunero

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JUAN A. GARCÍA VILLA

El 2 de julio de 1980, que fue miércoles, los aficionados al beisbol en el país se informaron de los resultados de la jornada del día anterior en la Liga Mexicana. Probablemente algunos de éstos les parecieron poco comunes o quizá hasta curiosos, pero no calibraron el gran alcance que un hecho de ese día llegaría a tener.

Ese año la Liga Mexicana contó con veinte equipos. En consecuencia, debieron celebrarse ese día diez juegos, pero sólo se efectuaron 8.

Fue notorio que siete de esos ocho encuentros fueron ganados por los equipos de casa y sólo uno por novena visitante. Así, Saraperos superó a Dorados de Chihuahua en Saltillo; Indios a Acereros de Monclova en Ciudad Juárez; León a Rieleros de Aguascalientes en León; Campeche a Toluca en Campeche; Laredo a Reynosa en Nuevo Laredo; Plataneros de Tabasco al Águila de Veracruz en Villahermosa, y los Azules a los Leones de Yucatán en Coatzacoalcos.

Ese día sólo un equipo visitante ganó: Unión Laguna a Sultanes en Monterrey, 5 carreras a 3.

Significativamente, cinco de esos ocho encuentros terminaron en blanqueada para los equipos derrotados, que no es algo que comúnmente suceda. Los equipos que en esa jornada colgaron puros ceros a sus rivales fueron: Indios de Ciudad Juárez, León, Campeche, Tabasco y Coatzacoalcos.

Los dos juegos que ni siquiera se iniciaron fueron los que debieron celebrarse ese día en Poza Rica y en la Ciudad de México. En el primer caso porque el equipo contrario, el de los Ángeles de Puebla, llegó con mucho retraso a Poza Rica, con motivo de un contratiempo sufrido por el autobús que transportaba a los peloteros.

Y el choque a efectuarse en la Ciudad de México, un clásico Diablos-Tigres, tampoco se llevó a cabo a pesar de que a la hora en que debió iniciarse no cabía un alma más en el Parque del Seguro Social. Los jugadores de los Diablos Rojos se negaron a salir al terreno de juego, en protesta porque un pelotero de los Tigres, es decir, del equipo contrario esa noche, de nombre Vicente Peralta, fue dado de baja, según la directiva felina por su bajo rendimiento; y según los peloteros de los Diablos, en represalia por haberse afiliado a la Asociación Nacional de Beisbolistas, ANABE.

Al conocerse la noticia, ese 2 de julio, de lo ocurrido el día anterior, nadie siquiera imaginó las gravísimas consecuencias que ese hecho llegaría a tener, no sólo en esa temporada del 80 de la Liga Mexicana sino en la evolución y desarrollo del beisbol en todo el país. Han transcurrido desde entonces más de tres décadas y sus terribles efectos, de una u otra forma, hasta la fecha perduran.

Aunque la presente nota hace referencia sólo marginal al equipo lagunero, se ha abordado el tema de la huelga de peloteros de 1980 por la trascendencia que tuvo, y sobre la que llevo a cabo una investigación con el propósito de escribir un libro. Han transcurrido desde entonces 34 años y no se conoce alguno que haya tratado este grave asunto, por lo que en buena medida no sabemos exactamente qué pasó.

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Twitter: @BeisbolLagunero

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