En la rambla montevideana, el Castillo Pittamiglio lleva un siglo cautivando a vecinos y turistas con siniestras esculturas, torres desparejas y leyendas sobre su difunto dueño, un excéntrico alquimista que, aunque lo legó a la ciudad, prometió en su testamento volver a morarlo después de resucitar. Fotos: EFE