'Cuidaron al General Villa'

Javier Vargas siente nostalgia al ver una fotografía inusual en un sillón de su hogar, durante este 20 de noviembre.

Observa a sus tíos que vivieron la Revolución de una forma muy especial: siendo parte de Los Dorados del General Francisco Villa.

"Me da tristeza que todo el sacrificio que ellos hicieron no sirvió de mucho, hoy no veo gran mejoría", asegura el hombre, que hoy pisa los 70 años.

"Los Dorados", eran una escolta de élite que siempre acompañaba a Francisco Villa en sus campañas, se trataba de los mejores soldados que tenía la famosa División del Norte, elegidos luego para cuidar de la seguridad de Villa y realizar las maniobras militares más complejas durante la Revolución.

Vargas sostiene la fotografía y señala que durante el estallido de la Revolución, su familia no tuvo otras alternativas más que unirse al bando villista, fueron en total cuatro de sus parientes, quienes formaron parte de este grupo exclusivo de soldados: Juan Bautista Vargas, Ramón Vargas, Cipriano Vargas y Joaquín Vargas.

"Los cuatro eran hermanos, yo los reconocía como tíos y mis papás estaban muy orgullosos de ellos, eran muy fieros y siempre cuidaron al General Villa… se siente raro verlos en una foto, con una idea de un país que ahorita está muy mal, uno se siente triste de que pase esto", dice don Joaquín, mientras reconoce a cada uno de sus tíos.

La desigualdad social, los constantes abusos de los grandes empresarios y otros factores orillaron a que la población de la Laguna se uniera inevitablemente a este estallido social, en las distintas etapas de esta lucha participaron miles de mexicanos de manera activa, entre ellos los hermanos Vargas.

Laguneros por nacimiento, trabajadores del comercio, la tierra y personas de familia, los Vargas escucharon por primera vez de Francisco Villa, a inicios del siglo XX, su fama había ido en ascenso y ya contaba con la simpatía de algunos pueblos en el norte del país e inclusive en la misma Comarca Lagunera.

"Villa hizo una gran amistad con mis tíos, tanto que los cuatro estuvieron con él en las buenas y en las malas... me siento contento de poder ser parte de algo tan grande, se siente bonito", dice Javier, quien hoy se dedica a la investigación histórica y la recolección de objetos paleontológicos en toda la Laguna.

 LA REVOLUCIÓN DETRÁS DE UNA IMAGEN

El mismo hombre se toma un minuto para narrar la historia de esa fotografía que sostiene en las manos, se trata de una imagen de la que se desconoce el fotógrafo original, tampoco han sido identificados todos los personajes que ahí aparecen.

Sin embargo, se sabe que la original se encuentra en resguardo de autoridades e inclusive ha formado parte de publicaciones, revistas y hasta libros que hablan de la Revolución en todo el país.

"Fue mi tío Juan Bautista Vargas, él le dijo al general Villa que sería una buena idea tomar una foto con todos su dorados para que nunca los olvidaran... en la foto original son cerca de cien dorados, pero mi tío sólo pudo identificar a 77".

Javier Vargas inclusive ha hecho una ampliación de la fotografía con la esperanza de investigar e identificar a los dorados que restan, se trata de un proyecto en el que ha invertido gran parte de su tiempo.

Sin embargo, este 20 de noviembre se dio una pausa para recordar las historias que platicaban sobre sus tíos, las hazañas y peligros que tuvieron que pasar para formar parte de este episodio social.

Javier cuenta también con cartas, objetos y hasta láminas conmemorativas con los nombres de los "dorados" del general.

"Está muy difícil conocer todos los nombres, sólo me queda el gusto de saber que mi familia está ahí, todos fueron importantes y valiosos para Villa".

En la fotografía se observa a Juan Bautista Vargas en la parte superior, se le nota una sonrisa amplia y un sombrero tipo ranchero acomodado de lado.

Javier asegura que la sonrisa de su tío es debido a que se contaban chistes para hacerlos sonreír.

El resto de los hermanos: Cipriano, Ramón y Joaquín se encuentran dispersos, cada uno sosteniendo un fusil del tipo 30-30 (populares entre los revolucionarios).

Al final de su vida, el general Francisco Villa se retiró a una hacienda para dejar las armas, los hermanos Vargas no pudieron permanecer juntos y jamás se volvieron a ver.

La esperanza de reencontrarse residía en la posibilidad de que Villa se levantara en armas de nueva cuenta, sin embargo, al morir asesinado esto nunca sucedió.

"Hay muchas cosas que contar sobre la Revolución, fue un orgullo que ellos estuvieran ahí, pero al mismo tiempo una tristeza", dice Javier.